La de Escritores de México, escuela de la conversación

sábado, 17 de agosto de 2019 · 11:42
A partir de la imperfección, pero también de la contradicción “en la cual aparece el talento”, este centro que comanda desde hace dos años el poeta Arturo Córdova Just “en términos renacentistas”, es un diálogo permanente de lectura y escritura, y una búsqueda de formación humana. En entrevista con miembros de las plantillas de escritor-maestro y escritor-alumno, Córdova apunta directo a la vocación, “porque cuando la descubres vuelves a nacer”. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- En la Escuela de Escritores de México (EEM), su director y sus docentes lo tienen muy claro: La base del trabajo es el talento, y la única manera de explotarlo es desde la horizontalidad, desde el diálogo entre escritor-maestro y escritor-alumno. “Porque lo que creamos, lo que construimos es talento, algo muy delicado que se puede romper si esa relación genera desilusión o frustración”, explica el poeta Arturo Córdova Just, fundador del centro ubicado en Pitágoras 446, en la colonia Narvarte, Ciudad de México, en cuyo recibidor diversos afiches muestran pensamientos de escritores como Rosario Castellanos, Julio Cortázar, Elena Garro y Juan Rulfo. La entrevista con Córdova Just –nacido en el DF en 1952– se pacta junto con los profesores Juan Galván Paulin y Raúl Motta González, y en una segunda sesión con los escritores-alumnos Mireya Martínez Tamayo, Sarah Gajón, Itzel Herrera Méndez, Sandra Victoria Loma y Rolando Michel. Autor de los libros Atarjeas (1986), Efectos especiales (1987), Piezas para piano (1990) y Al acecho del relámpago (2008), entre otros, así como de su recopilación De hogueras. Poesía (1982-1999), Córdova, quien acaba de concluir Una bestia azul llena de cielo, recuerda que si bien la institución nació a raíz de una “ruptura” en otro centro de formación de escritores –en la cual no coincidió con los cánones–, derivó en un chispazo final: “Aquí partimos de la imperfección, de la necesidad de complementarnos, de la vocación de sus profesores y de la comunidad que encuentra una escuela con puertas abiertas. No se trata de aceptar a quienes tengan licenciaturas, maestrías, doctorados, sino de mentes profundamente apasionadas y abiertas que tienen un deseo esencial por aprender, crecer, por madurar e inventarse no sólo como escritores, sino como personas. “Buscamos ver a los alumnos a partir de las posibilidades que tienen de inventarse a sí mismos, del acompañamiento cognitivo, desde la lectura profunda. Aquí maestro y alumno trabajan desde la horizontalidad, tenemos un profundo respeto por ellos en su individualidad, y lo que queremos aquí es que se entienda que somos imperfectos y que es a partir de la imperfección, de la contradicción, en la cual aparece el talento. Queremos que la escuela sea una conversación hablando en términos renacentistas.” ¿Cómo funciona? A dos años de existencia, la EEM encontró su propio camino. En línea –www.escueladeescritoresdemexico.com– puede verse su abanico de posibilidades con diplomados en Creación Literaria, en modalidad semanal, sabatina e intensiva; cuatro talleres permanentes de cuento, ensayo, novela y poesía; talleres y cursos temporales de corte presencial: Al momento, Introducción al Quijote; Inicial de narrativa; Experiencia Mística. Símbolo y cábala, y Tarot a la larga, con seguimiento en web con Introducción a la poesía; Redacción; Dramaturgia para principiantes, y Minificción. Incluso charlas, para las que se invita a autores y especialistas en torno a diversos intereses, como la programada con el escritor Ricardo Bernal, Siguiendo las huellas de Lovecraft en algunos textos de Borges, programada para el 3 de septiembre por la tarde. La plantilla de profesores está integrada por Juan Galván Paulin (coordinador académico), Raúl Motta González, Héctor Cisneros, Eduardo Paz Ramírez, Amanda Polo y Alejandro Paniagua, quienes a decir de Córdova Just forman parte de un mapa curricular donde cada individualidad aporta destellos y luminosidad en el camino del escritor-alumno, para que conozca todo el horizonte que se necesita en la labor de la escritura y el ejercicio literario. Abona: “Entendemos que cada sesión se tiene que convertir en una pieza maestra. El maestro Galván Paulin, con sus clases-ensayos, hace propuestas de carácter filosófico, proyectos de creación y pensamiento, utopías, ‘la clase que siempre quisiste hacer, que siempre quisiste escuchar’. Aquí no hay más que la voluntad de libertad que la que se construye en torno a la profunda reflexión, en torno a la literatura.” El programa de la EEM no es ascendente (primero, segundo o tercero), está pensado desde el abanico de necesidades de cada alumno con los diplomados permanentes, los cursos y talleres que van cambiando con nuevos maestros y temáticas, explica el autor de Fenomenología del imaginario y Narrativas hispanoamericanas. Galván Paulin también escribió Dama León (Ed. El tapiz del unicornio, 2018) sobre la última aventura del detective Ruy Beda: “La idea es poder proporcionar un marco de referencia en términos de conocimiento, que aborde desde la construcción del imaginario, su fenomenología, hasta el conocimiento de las técnicas narrativas. La apertura se da en función de que no requerimos que tengan determinado nivel académico, sino sólo una pasión profunda por el conocimiento, por la escritura, o una estricta pasión por la lectura. “Porque incluso los maestros aquí también estamos aprendiendo a pensar día a día lo que la realidad nos presenta, y si esa realidad la podemos transformar en ficción, entonces la escritura está ahí.” Y añade Motta González, profesor del diplomado permanente de Cuento: “El requisito es una entrañable curiosidad más que elementos técnicos o teóricos, la obra habita al escritor, así que los escritores que acuden a la Escuela de Escritores de México deben tener esa curiosidad; la escuela le brinda las herramientas para que su obra nazca.” Córdova Just: “Estamos convencidos de que cualquier persona puede escribir una pieza maestra, siempre y cuando se lo proponga con base en la disciplina y pasión por la curiosidad.” –¿De qué autores echan mano en la escuela? Galván Paulin: “En mis clases hay una mezcla peculiar entre José Lezama Lima y los místicos sufíes chiítas, hay un diálogo entre José Revueltas, Juan Carlos Onetti, Ernesto Sabato y todo el pensamiento gnóstico después de Cristo. “Al mismo tiempo hay una mirada que permite revisar a Jorge Luis Borges o Esther Seligson (quien fuera crítica teatral de Proceso) desde la perspectiva cabalística, y al mismo tiempo la literatura caballeresca para atender una ruta de orden espiritual que es la que considero persigue todo escritor para convertirse en un aventuroso, no en un aventurero; es decir, en un escritor y no en un caligrafista. En alguien que sea capaz de representar la profundidad de la vida.” Motta: “En mi panteón personal están Felisberto Hernández, tratando siempre de perpetuar cierta tradición de literatura latinoamericana del siglo XX, Mario Levrero tanto en novela como cuento, Francisco Tario, Efrén Hernández…” Córdova Just: “Aquí hemos leído a Tolstoi, Dostoievski, Joyce… para mí lo más significativo, lo más importante es algo que viene desde muy abajo, que es el sentido de la vocación, porque cuando descubres tu vocación te vuelves a descubrir y vuelves a nacer, la vocación implica deseo, gracia, riesgo y también algo de miedo, pero hay que serle fiel. “Personalmente prefiero al escritor Albert Camus o la actitud de Arreola, de Juan Rulfo o de José Revueltas, de frente al mundo de orgullosa humildad, que la literatura de Octavio Paz en una actitud de arrogancia frente al texto. Celebro a Paz, pero lo que quiero decir es que antes que la escritura misma, está la actitud del autor frente a las palabras y un autor debe dejarse seducir.” Escribir y publicar Dado el acompañamiento que busca la escuela, que no basa su programa en el final de la escritura trasladada a un libro, se les cuestiona: –¿El que publica es escritor?. ¿Es importante publicar? Responde Motta: “Un escritor no es sólo el que publica, es el que tiene un mundo interno verosímil y es capaz de volcar el lenguaje en escritura, como bien dice Arturo, la publicación y legitimación del escritor es secundaria. No digo que no es necesario publicar, digo que es secundario, escritor es el que participa del fenómeno literario.” Galván: “Cuando tenía 26 años escribí un libro de cuentos en la sierra de Hidalgo y nunca me imaginé que pudiera publicarse; se publicó 14 años después, y hace poco lo presenté en Pachuca en su segunda edición, nunca pensé que tuviera eco. Todo esto es para decir que el escritor lo es, haya publicado o no. ¿Soy escritor para quién, para mí mismo? No, soy escritor porque tengo que escribir.” Córdova Just agrega que si bien la publicación no es la idea central de la EEM, aun así han buscado establecer un vínculo con algunas editoriales. Tal es el caso de la colaboración con la editorial mexicana El Tapiz del Unicornio, en la cual tienen cuatro textos en lista de publicación y buscan tener su propia colección de autores. –¿Cuál es la importancia de la palabra en medio de la violencia en el país? Motta: “La narrativa moldea al mundo, creo que se debe atender la realidad desde otro punto de vista.” Galván Paulin enfatiza: “No es que se imagine un mundo feliz, es también cuestionar al ser humano, porque cuando se cuestiona es ahí cuando el mundo comienza a transformarse. Porque no se quiere esta única realidad, sino una que está más allá de estas circunstancias, hay que construirla.” La comunidad A decir de algunos de los 170 alumnos del plantel, Mireya Martínez Tamayo, Sarah Gajón, Itzel Herrera Méndez, Sandra Victoria Loma y Rolando Michel –de edades tan diversas entre los 30 y 60 años–, la llegada a la escuela les cambió la vida. Algunos dejaron sus carreras por la escritura, otros a la par de sus trabajos buscaron seguir su pasión por escribir, otros más para aprender a leer y terminaron escribiendo, y aunque no tienen aún definido si el objetivo es una publicación, están conscientes de que en la EEM encontraron una casa que los guía en el camino de la literatura. Michel, de 37 años, explica: “Busqué esta escuela en un momento turbio de mi vida, siempre fue mi objetivo escribir, llegaba en las noches y buscaba hacerlo, así que encontrarla fue encontrar también una estructura, una catarsis. No tengo una expectativa de publicar algo, pero sí seguir aprendiendo, escribiendo.” Martínez Tamayo, de 61, antropóloga de carrera, asienta que siempre quiso escribir, “pero había que trabajar y tenía una hija; fue hasta que me  pensioné hace dos años que llegué, cuando iniciaba la escuela, luego de unas buenas referencias, y aquí encontré un lugar de interlocución. Me ha servido mucho, estoy escribiendo y siento que tengo más elementos para expresar lo que quiero”. Gajón refiere que su arribo fue por casualidad: “Yo originalmente solicité venir sin escribir, quería saber leer mejor, pero me engañaron… Nunca me obligaron, claro, pero las clases te motivan de tal manera que al incursionar en diferentes campos no sólo aprendes a leer mejor, sino a tener otros puntos de vista. Ha sido un oasis. No creo irme nunca.” Itzel Herrera Méndez, de 37 años, explica que acude a clases mientras toma su año sabático de la publicidad: “Mi meta es terminar el diplomado, al tiempo que tomo asesoría con un profesor de aquí, y estoy en proceso de formar una novela. Le he leído a mi esposo muchas cosas de las que leo en clase y él mismo me ha cuestionado mi apertura hacia mis compañeros, que son personas a las que conocí al llegar aquí. Terminas leyendo cosas muy personales, así que de alguna manera terminas ayudando y entendiendo a los demás.” Victoria Loma, quien estudió psicología social, cierra: “Mucho tiene que ver con aprender a escuchar tu propia voz, ser honesto con ella y quitarte el miedo a tener ese prerrequisito a estudiar algo relativo con las letras. Si estamos aquí es porque la voz nos llamó. Actualmente escribo poemas, cuentos, el gozo es no dejar eso que pensabas que no tenía mucho caso, pero sí lo tiene, sólo se trata de tener la ayuda para pulirlo.” Este texto se publicó el 11 de agosto de 2019 en la edición 2232 de la revista Proceso

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