OAXTEPEC, Mor. (apro).– Bello pero arruinado, pese a estar a unos metros del exconvento de Santo Domingo de Guzmán (declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO), el antiguo Hospital de la Santa Cruz de esta población permaneció por años en el abandono.
En su claustro creció inmisericorde, sin orden ni concierto, un jardín con hierbas, arbustos y algunos árboles, y sus muros en los cuales se vislumbra que alguna vez tuvo pinturas se fueron deslavando. Los pocos muebles que lo habitaron quedaron arrumbados o desaparecieron. Y el sismo del 19 de septiembre de 2017 acabó por ponerlo en mayor riesgo.
Hoy, las ruinas de este edificio colonial construido entre 1580 y 1585 por fin están siendo restauradas, y poco a poco sus espacios se van recuperando. La institución de salud fue fundada por el fraile español Bernardino Álvarez Herrera, nacido en Utrera, Sevilla, en España, en 1514. El Hospital Psiquiátrico de la zona de hospitales de Tlalpan (al sur de la Ciudad de México) lleva su nombre.
Se cuenta que fray Bernardino llegó tras la caída de México-Tenochtitlan e inició el establecimiento de la orden de los hipólitos, a través de la cual creó varios nosocomios. Ubicado a un costado del templo homónimo en avenida Hidalgo y Paseo de la Reforma en el centro de la capital del país, el Hospital de San Hipólito fue la primera institución que levantó. Y es en 1586 cuando funda el de Oaxtepec, dedicado a los enfermos mentales.
Una placa de cerámica en el muro que da a la calle El Mirador (carretera Oaxtepec-Xochimilco, donde se sitúa el inmueble), le atribuye también haber instituido los hospitales de San Roque en Puebla, San Martín en Veracruz, La Concepción en Jalapa, Santa María de Belem en Perote, Santa María de la Consolación en Guerrero (para la curación de los caminantes enfermos) y el de San Hipólito para los convalecientes y dementes.
Señala que murió en 1589, aunque el Hospital Fray Bernardino destaca que se desconoce el lugar y la fecha precisa de su muerte.
https://twitter.com/revistaproceso/status/1165094487347122176
Entorno favorable
Según una investigación del arquitecto Luis Hernández Domínguez para el Catálogo Nacional de Monumentos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), aun antes de la llegada de los españoles, Oaxtepec era ya una región con jardines; en ellos se conservaban y coleccionaban especies vegetales.
Funcionaban asimismo para el descanso y la recuperación de la salud “de los señores del Altiplano Central”. Algunas fuentes señalan que, en 1438, el emperador Moctezuma estableció en esa zona sus baños personales y luego mandó traer plantas y flores, con lo cual nació lo que sería el primer jardín botánico del continente, de tal belleza que el propio Hernán Cortés lo conservó.
De hecho, a unas calles de las ruinas del Hospital de la Santa Cruz se encuentra el Centro Vacacional del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), fundado en 1964 durante el gobierno de Adolfo López Mateos, como parte del proyecto integral de salud impulsado por el entonces director Benito Coquet, que contemplaba no sólo la atención médica, sino el reposo en espacios como Oaxtepec y el divertimento a través de recintos teatrales. Es decir, la cultura formó parte de la concepción de la salud.
En dicho Centro Vacacional se encuentran pozas donde nace agua azufrada que hasta la fecha son consideradas con propiedades medicinales. Y se afirma que en ellas se bañaba Moctezuma. Si bien hay otros balnearios cercanos que se atribuyen también haber sido la sede de los baños del emperador azteca.
Hernández Domínguez explica que Oaxtepec formó parte de la ruta de Cortés en su campaña militar de 1521. Y cuenta que el Hospital de la Santa Cruz fue construido con las limosnas que recolectaba la orden mendicante de los hipólitos:
“Las primeras fuentes documentales de la conquista dan noticias de Oaxtepec, particularmente debido al hecho de que fue ruta de Hernán Cortes en su campaña militar de 1521.
“Antonio de Solís, Bernal Díaz del Castillo y el propio Hernán Cortés coinciden al respecto, alaban las huertas que por aquel entonces se extendían a lo largo de varias leguas, comparándolas con las de Iztapalapa y destacaban la existencia de cultivos de plantas medicinales.”
A diferencia del Fray Bernardino para enfermedades mentales, el arquitecto dice que se consagró “al cuidado de las enfermedades venéreas, principalmente para europeos”, si bien su propósito original “fue la asistencia a viajeros incapacitados”. Y destaca que “su fama fue tal que llegaban viajeros de todas partes, incluso del lejano Reino del Perú”.
Luego hace una descripción arquitectónica:
“El edificio tuvo enormes proporciones, la mayoría de las salas eran de bóveda y terrado. La primitiva iglesia tuvo carácter provisional, era pequeña y pobre. A mediados del siglo XVII se hizo la nueva iglesia con una donación de seis mil pesos que hizo Bartolomé Sobrino”.
La ficha del catálogo de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH se elaboró el 5 de noviembre de 1998 y apenas cuenta con información, así que no menciona aspectos estilísticos, sólo que es una “arquitectura hospitalaria” y “arquitectura religiosa”, y que sus acabados eran de piedra y estuco, aunque prácticamente quedan sólo las piedras. Sus espacios interiores tienen bóvedas de cañón corrido.
https://catalogonacionalmhi2016.inah.gob.mx/consulta_publica/detalle/41298
Atribuye su propiedad al gobierno federal. Y aunque lo clasifica como monumento histórico, indica que no se tiene información sobre su declaratoria como tal, ni si se encuentra enlistado dentro de alguna zona de monumentos históricos. Además, se pone un sello con la leyenda: “La información de esta ficha se encuentra en proceso de validación”.
Siglos de abandono
Un estudio más completo sobre la historia de este hospital, realizado por María Teresa Velasco de Espinosa, se pública en Anales del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México. La especialista detalla que Bernardino Álvarez fue un soldado español, que vino a Nueva España “en busca, como todos, de oro y aventuras”.
https://www.analesiie.unam.mx/index.php/analesiie/article/view/1644/1631
Participó en la guerra contra los chichimecas en Zacatecas para establecerse finalmente en la Ciudad de México, donde frecuentaba casas de juego y “otros lugares aún menos honestos” hasta que tuvo problemas con la justicia y huyó a Perú. Ahí hizo una cuantiosa fortuna y volvió a Nueva España. Se desconoce qué le hizo cambiar de vida, pero en un acto de arrepentimiento dejó sus lujos y comodidades y se dedicó a servir a los enfermos del Hospital de la Purísima Concepción.
Dice la especialista también:
“El hospital de Santa Cruz de Oaxtepec fue sin duda una institución importante en su época no sólo particularmente, sino también como parte de la cadena hospitalaria que los hermanos de la Caridad instituyeron en la Nueva España”.
Agrega que las fuentes permiten fundamentar que tanto el pueblo de Oaxtepec como sus instituciones “tuvieron épocas mejores”, y ahí se dieron cita diversas personalidades. La población indígena participó en el hospital de diversas formas:
“Construcción del edificio, acarreo de materiales, trabajo en el área de servicios del hospital, como cocina, panadería, lavandería, etc., en el trabajo agrícola y ganadero…”
Coincide con Hernández Domínguez en el sentido de que la documentación e información sobre los aspectos arquitectónicos es escasa y “el monumento mismo ha llegado al presente tan destruido que difícilmente se puede realizar un análisis arquitectónico interesante”.
Dice, no obstante, con base en observaciones, que “parece haber sido una construcción modesta, en la que quizá no intervinieron arquitectos distinguidos ni diseño sofisticado. Lo más probable es que se haya hecho poco a poco conforme los requerimientos lo exigían”.
No tendría que haber sido lo contrario, pues recuerda que su propósito fue la atención de los convalecientes, y añade algo en favor del poblado de Oaxtepec (cuya cabecera municipal es Yautepec) que pudo –ciertamente– tener épocas mejores, pero conserva hoy en su naturaleza elementos que lo siguen haciendo atractivo a los visitantes:
“La curación la proporcionaban, en gran medida, el clima, los manantiales de aguas medicinales, la tranquilidad del lugar, que hoy como ayer sigue siendo un sitio de privilegio…”
Describe que durante la primera mitad del siglo XVII llegó a alojar 75 enfermos, no sólo de México, sino de Guatemala y Perú. Luego contaba sólo con 32 camas y “se desconoce la fecha exacta en que dejó de existir, pero a mediados del siglo XVIII había sido ya abandonado”.
Tras el sismo del 19 de septiembre de 2017, los vestigios del antiguo hospital sufrieron daños, por lo cual se inició un proyecto de recuperación. Hoy se pueden ver algunos de sus elementos reconstruidos, como las escaleras que van del patio a la planta superior.
Quizá cabría un debate entre “reconstruir” o simplemente consolidar las ruinas del viejo edificio para que se tenga memoria del grado de destrucción que alcanzó tras su abandono, pero es fundamental conservar este testimonio de la historia hospitalaria de la Nueva España.