Del diálogo a la acción

jueves, 19 de septiembre de 2019 · 10:15
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Hace años Gabriel Zaid reflexionó acerca de cómo encauzar la presión ciudadana sin desviaciones partidistas, sin demagogia, sin perder absurdamente el tiempo ni provocar represalias peligrosas, y dijo: “No hay una solución, sino muchas, según las circunstancias y creatividad de cada quien”. Hoy, varias compañeras feministas se preguntan cómo encauzar la energía de las protestas con diamantina, pero sin destrozos y construyendo opciones políticas con sentido de responsabilidad. El sábado 31 de agosto, dos semanas después del ya histórico viernes 16, un grupo de feministas convocó a un “Diálogo ciudadano entre mujeres todas de la CDMX” en la Capilla del Colegio de San Ildefonso. El objetivo fue, en palabras de las organizadoras, “registrar las coincidencias y los disensos que ayuden a definir una agenda conjunta sobre el acceso a la justicia y el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia en esta ciudad”. Su manera de trabajar fue establecer cinco mesas, a partir de los temas presentes en las expresiones públicas recientes de organizaciones feministas y colectivas de mujeres, o sea, en lo expresado en las demandas y pliegos petitorios. Estas mesas estuvieron coordinadas cada una por las organizadoras:
  1. “Alerta de violencia de género para la Ciudad de México”, coordinada por Aleida Hernández.
  2. “Sistema de procuración de justicia: hacia la nueva fiscalía”, coordinada por Andrea Medina.
  3. “Medios de comunicación, digitales y publicidad con perspectiva de género”, coordinada por Eloísa Farrera y Aimeé Vega.
  4. “Criminalización de las mujeres y nuestras propuestas”, coordinada por Rosy Laura Castellanos.
  5. “Acciones ciudadanas para transformar nuestra cultura de violación y feminicidio”, coordinada por Lorena Wolffer.
En cada mesa el trabajo consistió en hacer un análisis de las problemáticas, plantear propuestas de solución y, finalmente, identificar a las autoridades y sectores responsables. A la semana circuló el documento “Agenda del diálogo ciudadano entre mujeres todas de la CDMX”, resultado del trabajo colectivo. Es de aplaudir el esfuerzo que ha implicado esta iniciativa. No es fácil coordinar a grupos y personas disímbolas, por muy feministas que sean. Las distintas trayectorias, ideologías e incluso edades producen maneras diversas –algunas muy contrapuestas– de entender la política feminista. Cada quien interpreta la problemática según lo que le ha tocado vivir. Y no obstante que valoro el trabajo de articulación que han logrado, luego de leer el documento de 10 páginas (no estuve presente ese sábado) he recordado algunos de los señalamientos pragmáticos de Gabriel Zaid. Nuestro escritor planteó, en ese entonces, ciertos “criterios prácticos” que deberían ser utilizados por las organizaciones ciudadanas, y dijo: “Ahora hay más ciudadanos exigentes que nunca, y eso es un signo de que el país mejora, aunque parezca lo contrario. Pero hay mucho que aprender. “Empezar desde abajo, por problemas muy visibles y de fácil solución, facilita que los funcionarios se adornen y los ciudadanos queden satisfechos. No es poca cosa. Vivir la experiencia de que el gobierno puede mejorar exigiéndole es educativo para ambas partes y tiene efectos multiplicadores.” Zaid también recomendó: “Hay que medir los propios recursos y la capacidad de sostener una acción terca mucho tiempo”. Y aunque al menos las cinco coordinadoras han demostrado su compromiso y persistencia a lo largo del tiempo, no sé si eso baste, pues también Zaid previno: “Hay que evitar las metas indefinidas, excesivas o imposibles”. Por eso él continúa: “Cualquiera que pretenda acabar con toda la incompetencia, irresponsabilidad y corrupción fracasará”, y propone definir metas acotadas para lograr el éxito. Leo la larga y completísima lista de reivindicaciones de la “Agenda del diálogo ciudadano entre mujeres todas de la CDMX” y me abruma. Parece más una declaración de principios que un programa de acción. Me cuesta trabajo entender por dónde empezar, ¿todo al mismo tiempo? Y me da curiosidad saber qué piensan las muy jóvenes frente a este documento tan agobiante por estructurado. Hace años Rossana Rossanda, al hablar del movimiento de las mujeres lo definió como un impulso, una oleada, una marea, por lo cual no tiene los límites ni las reglas de una organización política. Rossanda pensaba que de ahí venía la dificultad que ha tenido el movimiento de las mujeres para garantizarse una contractualidad, o sea, para ser capaz de “acotar” y avanzar unos pasos. La capacidad de dialogar y llevar a cabo acuerdos y pactos es inseparable de la disposición a hacer política. A esta intelectual y militante italiana le preocupaba si sería posible “liberar la política feminista de la abstracción” y “restituirle inmediatez y humanidad”, sin que por ello perdiera “su capacidad de comunicación y su aliento colectivo”. En México existen muchos feminismos, y no obstante a todos les duele, indigna y preocupa la violencia; y en ocasiones sus distintas formas de accionar –y reaccionar– llegan a chocar. A veces el exceso de discurso utópico liquida la posibilidad de avanzar en lo posible, y sin algo de adhesión a lo posible, de búsqueda de lo posible, no podemos hacer de la política una dimensión humana. Tal vez con menos objetivos y más acotados se podría avanzar más colectivamente. Este análisis se publicó el 15 de septiembre de 2019 en la edición 2237 de la revista Proceso

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