Cecilia Santiago, portera mexicana del PSV Eindhoven: el feminismo en el futbol femenil

domingo, 13 de octubre de 2019 · 10:02
Primera mexicana en ser contratada en la liga holandesa, Cecilia Santiago se estrena con varios triunfos como portera del PSV Eindhoven. El “debut de ensueño” de la joven de 24 años tiene una historia detrás, una en la que debió enfrentar el machismo en las canchas nacionales, donde le gritaban “¡Vete a lavar los trastes!”. En entrevista, la guardameta afirma que el futbol femenil es un apoyo para que las mujeres salgan a hacer lo que les gusta y confiesa que muchas veces se ha sentido insegura en la calle sólo por ser mujer. EINDHOVEN, Holanda (Proceso).- Mientras abandona la cancha, Cecilia Santiago responde con un cordial “ya sé” cuando se le comenta que casi no tocó el balón. El equipo de la portera y seleccionada mexicana, el holandés PSV Eindhoven –uno de los clubes más prestigiosos de Europa–, había goleado 9-1 al Excelsior. El tanto del honor llegó en los últimos minutos del encuentro, celebrado la noche del 27 de septiembre. Cecilia no pudo hacer nada contra un potente tiro cruzado a la derecha de su portería. Esa tarde llovió. En el estadio circula un agradable olor a tierra mojada. El ambiente en las gradas es familiar; hay unos 300 asistentes, entre ellos muchos niños que animan a las jugadoras con sus porras. El equipo femenil del PSV juega en un moderno estadio de césped artificial con capacidad para 2 mil 500 personas. Está en una zona boscosa a las afueras de esta ciudad y forma parte del complejo deportivo De Herdgang, donde entrenan los equipos profesionales y se forman las fuerzas básicas del club holandés. Está cinco kilómetros al norte del Philips Stadion, sede de la escuadra varonil, en la que jugó hasta agosto pasado Hirving Chucky Lozano y donde juega actualmente el centrocampista mexicano Erick Gutiérrez. El equipo de Santiago está firme en lo alto de la tabla con 13 puntos, gracias a cuatro triunfos y un empate. Es el único invicto entre los ocho clubes que compiten en el campeonato femenil de la primera división holandesa, la Eredivisie. Con 10 puntos sigue el otro gran conjunto nacional, el Ajax, y luego, con ocho, La Haya y Heerenveen. Tras el resultado contra el Excelsior, la diferencia de goles del PSV es impresionante: 21 a favor y cinco en contra. Es el segundo equipo del torneo menos goleado. Santiago es la primera mexicana contratada en la Eredivisie. Debutó con “Los Granjeros” (como popularmente se conoce al PSV) en la tercera fecha del campeonato, el 15 de septiembre pasado, en un duro duelo de visitante contra el poderoso FC Twente, al que le arrebataron el liderato general al vencerlo con un marcador de 3 a 2. Santiago, que jugó los 90 minutos, mostró su gran capacidad. “Un debut de ensueño”, tituló la prensa deportiva. La jugadora, que el sábado 19 cumplirá 25 años, explica en entrevista con Proceso: “Tenía la perspectiva de llegar al futbol europeo y esta fue una buena oportunidad. Holanda es un país con mucha historia futbolística”. Expresa igualmente su admiración por el estilo y desarrollo del balompié femenil holandés: “Me gusta muchísimo su juego. Es muy rápido; tienes que ser muy inteligente. En México la liga femenil lleva apenas dos años y aquí ya llevan al menos ocho, además de que hay jugadoras que son profesionales desde hace mucho tiempo y juegan para sus selecciones; son muy jóvenes, pero con mucha experiencia. Ese proceso, que le falta a México, aquí ya lo tienen”. Su llegada al PSV fue repentina. Había terminado su contrato con las Águilas del América, luego de coronarse campeona de la Liga MX Femenil en diciembre pasado derrotando al Tigres, con un lleno en el Estadio Universitario de Nuevo León. A mediados de abril jugó con la selección nacional dos partidos amistosos en Holanda: contra su equivalente holandés el Tri perdió 2-0, pero goleó 6-2 al PSV. Los directivos del club se interesaron por ella. “Estudiaron toda mi trayectoria y me hicieron una propuesta que acepté”, relata. Su fichaje fue anunciado por el cuadro holandés el 17 de mayo, un mes después de aquel partido. Carrera internacional Santiago es originaria del poblado mexiquense de Los Reyes La Paz. A los cinco años ya le encantaba jugar futbol con su hermano mayor y sus amigos. Pero tuvo problemas en los talones debido al crecimiento y sus papás la metieron a practicar taekwondo. Como no era lo suyo, dos años después lo dejó e ingresó al equipo de futbol Cachorros Neza. “Obviamente no había ningún equipo de mujeres. Crecí jugando con hombres”, recuerda. Desde los ocho años tuvo que enfrentarse al machismo en las canchas. “Mis compañeros de equipo eran muy buena onda y me protegían. Pero a veces jugábamos contra chavos que no tenían la misma mentalidad y, más que ellos, eran sus papás los que me llegaban a gritar cosas como ‘¡vete a lavar los trastes!’. Mis papás se ponían furiosos”. –¿Y cuál era tu reacción? –Estaba chiquita y no me importaba. Jugaba porque me divertía. De repente escuchaba: ‘¡No le grites, porque es niña!’. Pero cuando veían que jugaba bien, que me barría, metía goles y era fuerte, entonces empezaban a decir: ‘¡Pégale, pégale!’. Siempre tenía que estar evadiendo comentarios machistas, que me parecían ya normales. Crecí en ese ambiente. Al principio era defensa central. Cuenta que un día le llamó la atención el entrenamiento de porteros. El encargado era Gabriel Hernández Zamudio, el profe Zamudio, que también había sido arquero. Platica Santiago: “Me gustaba observar cómo volaban y paraban la pelota. Le dije a mi papá que quería ser portera. Me contestó que no, que era una posición muy arriesgada: él tenía miedo de que la regara y me metieran gol”. Ella no hizo caso y comenzó a entrenar con los porteros. Zamudio quiso tranquilizar a su padre: “Déjela”, le dijo, “va a sufrir, es súper pesado, en una semana se sale”. “Pero pasó la semana y el profe le tuvo que decir a mi papá: ‘Fíjese que es buena y no le da miedo’”, narra la mexicana entre risas. A los 11 años se integró al equipo femenil del Santos Laguna. Dos años más tarde fue llamada al seleccionado Sub-20, ya que entonces no había categorías menores. Recuerda: “Fue en el proceso 2007-2008 con Andrea Rodebaugh. Fui al Mundial Sub-20 como tercera portera. Fue cuando Leo (Leonardo Cuéllar) me llamó a la nueva Sub-17”. La entonces adolescente no imaginaba la intensa actividad internacional que le esperaba: tres copas mundiales Sub-20 –Alemania 2010, Japón 2012 y Canadá 2014–, así como dos copas mundiales femeniles, la alemana en 2011 y la canadiense en 2015. Entre 2013 y 2017 jugó en la primera división estadunidense (con las Breakers de Boston y luego FC Kansas City, que desapareció en 2017) y la chipriota, con el Apollon Limassol. Cuando jugó su primer mundial Sub-20 apenas tenía 15 años. Fue la más joven en disputar aquel torneo. Al año siguiente, 2011, fue igualmente la más pequeña en participar en una Copa del Mundo Femenil. Aun se emociona cuando evoca su debut en la máxima justa futbolística contra la temida Inglaterra en el estadio Volkswagen Arena de Wolfsburg, que terminó con empate a un gol. Santiago hace memoria: “Estaba muy nerviosa. Me había preparado mucho para ese torneo. Recuerdo que fue en julio. Desde diciembre, mi profe de porteros me advirtió que, si iba, no sería sólo para participar. Quería que me entrenara para jugar. “Ese partido me marcó mucho porque un día antes nos dieron la alineación. Cuando vi que jugaría, me puse feliz. Me acuerdo mucho del trayecto del pasillo hacia la cancha, el himno. Fue algo increíble.” Al minuto 20 Fara Williams metió el gol inglés con un remate bombeado de cabeza. En las imágenes se observa a Santiago afligida. “Estaba tranquila”, dice hoy, “no sentía que nos fueran a golear. El equipo estaba reaccionando bien”. Doce minutos después, con un potente tiro de media distancia pegado al poste derecho de la portería rival, Mónica Ocampo metió un golazo que, en mayo último, fue declarado por la FIFA el mejor de todos en la historia de los mundiales femeniles. “Me volví loca”, platica la guardameta mexicana. “Creo que nunca voy a celebrar un gol como esa vez. Fue una sensación que no había experimentado. Terminamos uno a uno contra una potencia mundial del futbol”. Pendientes mexicanos La jugadora mexicana reside cerca del campus De Herdgang, en una vivienda que le proporciona el PSV. Comenta que, como es habitual en Holanda, usa la bicicleta para ir a entrenar. Ha formado un grupo de amigas con sus compañeras extranjeras: las estadunidenses Kaycie Tillman y Chelsea Burns, la jamaiquina Dominique Flasza o la española Eli Sarasola. Reconoce que está disfrutando el alto nivel de vida holandés. Se quedará en este país al menos los próximos dos años que dura su contrato. “Por ahora”, dice, “quiero marcar mi historia en el PSV”. Confiesa que después buscará seguir en un equipo europeo. Le gustaría jugar en la liga inglesa, la alemana o francesa “que está creciendo muchísimo”, comenta. Quizás en una década o más se convierta en entrenadora para que las niñas, dice, “aprendan algo de lo que yo he aprendido”. Santiago forma parte de una de las mejores generaciones de jugadoras que haya tenido el seleccionado femenil. Actualmente, sin embargo, el tricolor trata de salir de una crisis que provocó su temprana eliminación en el Premundial de la Concacaf y su imposibilidad de jugar en el mundial de Francia, en junio pasado. El director técnico, Roberto Medina, se había apoyado en las jugadoras de exportación y sólo había convocado a ocho de la liga mexicana. En enero pasado Medina fue reemplazado por Christopher Cuéllar, hijo de Leonardo Cuéllar, entrenador nacional femenil hasta abril de 2016 y quien se ha manifestado a favor de un “cambio generacional y de proyecto” que se sostenga en jugadoras de la liga MX. Santiago ha vivido la evolución del futbol femenil mexicano en la última década. “En México”, opina, “apenas vamos creciendo. Se les tiene que dar el mismo valor a las jugadoras, ya que nos ha costado el mismo esfuerzo desarrollarnos. El problema es que todavía no hay ese apoyo económico que se debería dar. “Los equipos deben darse cuenta de que tienen que invertir más en las jugadoras, para que estén concentradas en lo que les gusta, que es jugar futbol.” Desde su punto de vista, el crecimiento del balompié de nuestro país “depende del apoyo que los equipos brinden en cuestión económica, de patrocinios y de mercadotecnia. “Te aseguro”, dice después de una pausa, “que hay gente que ni siquiera sabe que hay una liga femenil porque no se anuncia en televisión. Todavía falta muchísimo trabajo para ser una de las mejores ligas del mundo. Hay que aceptar, por ejemplo, que el futbol no es solamente para hombres. Eso quedó en el pasado.” El corresponsal le comenta que el futbol femenil ha abierto un espacio muy interesante de reivindicación de derechos de las mujeres y de activismo contra la discriminación sexual. Menciona que Megan Rapinoe, la capitana del seleccionado estadunidense que ganó el mundial de Francia, se ha convertido en un símbolo internacional de ese combate. –¿Crees que es algo positivo o que el futbol debe mantenerse al margen de esas expresiones? –se le pregunta. –Si ayuda a crear un impacto en la sociedad, a tomar conciencia, aceptar que ya son otros tiempos y empujar otro tipo de mentalidad más abierta, obviamente vamos a apoyar. Por mi parte, considero que lo dicho por la capitana (Rapinoe) es necesario tanto para las mujeres como para la sociedad. Aunque entiendo la postura de no manchar el juego (me parece que), el futbol y hablar fuera de la cancha son cosas muy diferentes. –¿Qué opinas de las recientes manifestaciones feministas en México, motivadas por los casos de agresiones sexuales presuntamente cometidas por policías? ¿El futbol también puede apoyar esas causas? –Claro. El futbol femenil es un apoyo para que las mujeres salgan a hacer lo que les gusta. Es muy difícil alzar la voz y pararnos en esta sociedad tan machista; me he sentido muy insegura en la calle sólo por ser mujer. Entiendo esa postura de exigir más seguridad o por lo menos que no nos griten en la calle cosas obscenas. No es algo exagerado. Ojalá el futbol pueda ayudar a abrirle los ojos a la gente. Este texto se publicó el 6 de octubre de 2019 en la edición 2240 de la revista Proceso

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