'Alicia Alonso fue danza”: Alberto Dallal

sábado, 26 de octubre de 2019 · 11:00
Iba a cumplir un siglo de vida, pero desde hace décadas ya era una leyenda. No sólo en su patria, sino en el mundo entero. Primero brilló como bailarina, y luego como impulsora de una compañía sustentada en un método que influyó de manera sólida en varios países de América Latina. Alicia Alonso y su Ballet Nacional de Cuba fueron la joya cultural de la Revolución en su país. El crítico de danza Alberto Dallal recordó su fundación, que se detalla en recuadro, junto a un perfil de la prima ballerina assoluta. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- En Cuba ya se gestaba un gran homenaje nacional para el próximo año, y ahora será póstumo al conocerse el deceso de Alicia Alonso, la prima ballerina assoluta y cofundadora del Ballet Nacional de Cuba (BNC), el “fenómeno de la danza” en palabras del investigador y crítico Alberto Dallal, cuya participación en dicho acto consistirá en la dedicatoria de unos versos. La muerte de la bailarina este jueves 17, cuyo nombre completo era Alicia Ernestina de la Caridad del Cobre Martínez del Hoyo, fue noticia mundial –la misma BBC de Londres se refirió a ella como la “bailarina de ballet más icónica de América Latina”–, al grado que el mandatario de Bolivia, Evo Morales, ministros de cultura de Colombia y El Salvador, así como directores de las principales compañías del mundo lamentaron el fallecimiento ocurrido en La Habana, a dos meses y tres días de que la coreógrafa cumpliera 99 años. Alonso, quien inició su enseñanza en la Escuela de Ballet de la Sociedad Pro-Arte Musical de La Habana, en 1931, llegó a formar parte del Ballet Caravan, el Ballet Theatre de New York, el Ballet de Washington y el Ballet Ruso de Montecarlo. La categoría de prima ballerina assoluta fue en respuesta al dominio de un vasto repertorio de 134 títulos que abarcó las grandes obras de la tradición romántico-clásica y creaciones de coreógrafos contemporáneos, y por la extensísima carrera en la cual recibió 266 premios y distinciones internacionales. Junto a su esposo Fernando Alonso, de quien tomó el apellido, fundó el Ballet Alicia Alonso in 1948, y dos años más tarde la Academia de Ballet Alicia Alonso, hasta que en 1959, tras la llegada de Fidel Castro al poder y un financiamiento de 200 mil dólares iniciaron el Ballet Nacional de Cuba (ver recuadro). La pérdida de la vista, que inició cuando tenía 20 años a consecuencia de un desprendimiento de retina, no fue una barrera para la artista, quien montó coreografías y bailó hasta los 70 años. La eterna Giselle, uno de los diversos protagónicos del repertorio clásico del ballet que ejecutó magistralmente, según la crítica, fue despedida por el BNC con un mensaje oficial en su portal web firmado por Miguel Cabrera, historiador del Ballet Nacional de Cuba, del cual se reproduce este fragmento: “Los que tuvimos el privilegio de estar a su lado, conocimos también el extraordinario ser humano que había en ella, que por su coraje y férrea disciplina no se dejó derrotar nunca por quebrantos físicos, vicisitudes o incomprensiones. “Fue la Alicia nuestra, que aunque bañada de cosmopolitismo añoró oír los cantos de nuestros gallos, gustar el olor al salitre de su Malecón habanero, valorar la mariposa y el coralillo como las flotes más exquisita, o fascinarse con los adelantos científicos y los misterios del cosmos, ‘un ímpetu tenaz, frenético, heroico –disparado contra la enfermedad y contra el tiempo– hacia la perfección incansable’, como acertadamente la definió Juan Marinello.” *   *   * En México, Alberto Dallal comentó: “Sí hay algo que debe quedar claro es que Alicia ya era una estrella cuando Fidel Castro, tras la Revolución Cubana, le preguntó a ella y su marido Fernando Alonso qué querían, y ella pide fundar la gran escuela, vigente hasta estos momentos con el ballet y de ahí un gran festival, un referente de los más grandes de la danza.” Se trata del Festival Internacional de Ballet de La Habana, que se realizó por vez primera en 1960 (un año después de fundarse el BNC), mismo que cumplió su 50 aniversario en 2010, año en que el Ministerio de Cultura de Cuba también lo declaró como el “Año de Alicia Alonso”. –¿Cómo describir la técnica de Alonso, creada especialmente para las bailarinas cubanas, latinas? –Es que está hecha a partir de ejercicios más dibujados o ideados, en ella la preparación del cuerpo se adapta al cuerpo latinoamericano que no tiene nada que ver con el espigado de los europeos y anglosajones, lo que hizo fue rebasar esos límites para que el cuerpo se desenvolviera en cualquier ballet del repertorio clásico. “Y si a eso se añade la naturaleza rítmica que tienen nuestros cuerpos latinoamericanos, que no tienen los anglosajones, ¡pfff! …Cuando se ve a una chica mexicana al caminar, así de espaldas, parece que baila, se mueve de una manera diferente, requiere una técnica diferente. El problema está en que siempre buscamos endiosar lo que viene de fuera, sobre todo a los anglosajones.” Enfático, refirió Dallal: “Si al día de hoy un padre busca impulsar verdaderamente a su hijo en el ballet tiene que ir a la Escuela Nacional de Ballet de Cuba.” El gran homenaje nacional en vida que se planeaba contará ahora con la participación de las grandes figuras de la danza, coreógrafos, bailarines, directivos de compañías, y críticos de todo el mundo, incluido el mismo Dallal, quien adelantó su participación a Proceso con la lectura de unos versos dedicados a la intérprete, escritos a propósito de uno de sus tantos viajes a la isla (La Habana, 2 de diciembre de 1974), sin título: Sobre la cabeza tocada una sombra de estupor, Nadie lo espera: se ciñe la oscuridad, el traje, los gritos y el silencio. (Su cintura se corre al horizonte.) Se escucha a sí misma, Se ennoblece, se desviste, indaga. Entonces salta  con su cara de loba. Se dilata, se pierde. Es la noche, pensamos, que ha roto el espacio. Dallal la despide: “Era una superdotada de la danza, en parte a la naturaleza y características de su cuerpo que se adaptaba a los ejercicios. Alicia Alonso era danza.” Este texto se publicó el 20 de octubre de 2019 en la edición 2242 de la revista Proceso

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