Roberto Limón y la guitarra de concierto en América Latina

sábado, 9 de noviembre de 2019 · 10:49
Roberto Limón (DF, 1956) y su guitarra Hermann Hauser III brillan al centro del álbum Milonga feroz, con las composiciones del argentino Alberto Núñez Palacio, el puertorriqueño Ernesto Cordero, el chileno Javier Farías y el mexicano Gerardo Tamez. Acompañan esta aventura colectiva, previa al catálogo que ya integra el guitarrista (nominado al Grammy en 2001 por Tango mata danzón): César Olguín al bandoneón, las cuerdas del Cuarteto Latinoamericano, el oboe de Carmen Thierry, las flautas de Asako Arai y Rafael Urrusti, Omar Firestone al violonchelo, la rítmica de Leah Bowden, y Carmina Cannavino en la voz. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Durante dos años fue cociendo, “a fuego lento”, su más reciente plato láser,   Milonga feroz, grabación impecable del guitarrista mexicano Roberto Limón con siete temas contemporáneos para música latinoamericana de cámara, que ha visto ya la luz en plataformas musicales de Red vía Fonarte Latino. Roberto Limón, con la excelencia, la ductilidad y el sonido que lo caracterizan, nos sumerge en pasajes sonoros y estilísticos diversos, que forman parte del ADN de Latinoamérica… Este CD lo produjo Limón Flores (D.F., febrero 1 de 1956) junto al compositor argentino radicado en nuestro país desde 1981, Alberto Núñez Palacio, autor del primer corte que brinda título a Milonga feroz y quien prosigue en las líneas del librito acompañante, así: El relato sonoro comienza en el punto más austral (Argentina y Chile), aborda la magia rítmica o afrocaribeña de Puerto Rico y culmina en México, el punto más septentrional de la Patria Grande. Y haciendo honor a nuestra cultura latinoamericana, el álbum incluye dos referencias literarias: un homenaje a Octavio Paz y un poema de Jorge Luis Borges. Nominado al Grammy 2001 por Tango mata danzón mata tango (“música latinoamericana para guitarra y orquesta de cámara”), Limón Flores es “un guitarrista de excelencia” según The New York Times. Y explica, de visita por la plana cultural de la revista Proceso, que Milonga feroz contiene música de cuatro compositores: Alberto Núñez Palacio, de Argentina (“Milonga feroz”, dedicada por entero a Limón; “1964”, poema de Borges, y la lunfarda “Gotán”); Gerardo Tamez, de México (“Canto y son”, “Quinteson”); Javier Farías, de Chile (“Homenaje a Octavio Paz”) y Ernesto Cordero, de Puerto Rico (“Dinga y Mandinga”): “Son obras que han escrito para mí y a otros de mis colegas, como el Cuarteto Carlos Chávez, el Cuarteto Latinoamericano, Atril 5, Carmen Thierry (Medalla sor Juana Inés de la Cruz, UNAM), Cherrie Hughes y Rafael Urrusti (miembro fundador de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México)”. –¿Puede un guitarrista vivir sin los compositores? –Yo personalmente veo las obras que me han escrito a mí y a mis amigos músicos como una suerte de capas geológicas, han marcado un itinerario de los compañeros y colegas que he tenido a lo largo de mi vida profesional y afectiva. “Entonces, hace dos años pensé en cómo se fueron generando. Me di cuenta de que ya contaba con alrededor de 90 obras que me habían escrito y de las cuales yo no había ni siquiera estrenado una tercera parte. Sentí y pienso que estoy en deuda con todos mis compositores, pues han generado un material musical verdaderamente maravilloso. Y me propuse hacer un catálogo. Pero previamente, hacer el registro fonográfico de este material que hoy en día es lo que más me motiva.” En el caso de Ernesto Cordero (1946), la obra Dinga y Mandiga la escribió el portorriqueño hacia 1985, “si bien el gran guitarrista brasileño Carlos Barbosa-Lima la había grabado hace un par de años, y yo la estrené en los noventas con mi amiga japonesa la doctora Asako Arai, del Quinteto de Alientos de la Ciudad de México, pero sin grabarla, hasta ahora que lo hice con ella, Omar Firestone, estadunidense fundador de la Orquesta de Baja California al violonchelo, y en los bongós la baterista Leah Bowden”. –¿Qué nos dice de Leah, oriunda de la Bahía de San Francisco? –Leah fue sorprendente, pues la obra de Ernesto Cordero lleva un solo de bongós y yo deseaba un sonido netamente portorriqueño. Busqué en California a bongoseros cubanos y portorriqueños pero no hallé quien me diera ese toque que anhelaba. Curiosamente llegó esta chica californiana y fue increíble, porque le di la partitura dos días antes de la grabación, hicimos un solo ensayo de 45 minutos y grabamos la obra prácticamente de corrido al día siguiente con Asako y el también californiano Firestone, con el que tengo décadas trabajando. Igual fluyó la sincronía al toparse con el compositor de “Homenaje a Octavio Paz” en Estados Unidos (ver https://www.proceso.com.mx/383872): “En 2014 fui a dar un concierto a Washington, al que asistió Javier Farías, quien radica allá, persona muy agradable y sencilla al grado que al otro día que nos vimos pensé que no podía ser un buen compositor por su carácter tan generoso. ¡Y es extraordinario, de los grandes compositores chilenos! A partir de esa plática él ya traía un proyecto que se llama Seis miradas por América Latina, con música inspirada en los seis escritores Premio Nobel latinoamericanos. Andaba él dándole vueltas a escribir una obra de alguno y le recomendé a Octavio Paz. Después me preguntó el libro y le sugerí Ladera este. Muy disciplinado, él ya tenía en mente un cuarteto, fue a mi concierto y me invitó a su proyecto. Así grabamos con el Cuarteto Latinoamericano, que yo ya conocía desde 1981.” Tres movimientos inspirados en distintos poemas de cuando Paz fue embajador en la India (“El tiempo se acaba”, “Cantar la palabra”, “In the lights of India”), “una música realmente sensacional, me siento dichoso por esta labor colectiva que se dio de muchas maneras y casi casualmente” (ver https://bit.ly/MilongaFeroz y www.fonartelatino.com). Nacido el 17 de septiembre de 1973 en Santiago de Chile, Farías lleva cuatro años radicando en Estados Unidos. Desde Maryland, Farías detalla: “El disco Milonga feroz me parece un gran aporte para el repertorio de la guitarra, creo que lo que más se necesita hoy en día es que los compositores latinoamericanos estemos aportando nuevas obras para que la guitarra siga creciendo, y se siga instalando como un instrumento preponderante en la escena de la música clásica actual y relevante de la cultura latinoamericana.” Melodías del arrabal Sobre el maestro Alberto Núñez Palacio, destaca Limón: “Es un increíble compositor y arreglista argentino radicado en México, ya habíamos hecho colaboraciones pues creó varias obras que salieron nominadas al Grammy Latino 2001 con mi disco Tango mata danzón. Él tenía el deseo de escribir una obra para viola y guitarra y la grabamos, pero en ese momento no estaba convencido y después, ya analizando, me dijo: ‘Me doy cuenta que no es la viola el sonido que quiero, la voy a escribir para bandoneón’. Así que César Olguín tocó el bandoneón, y realmente es un cambio extraordinario. Es un bandoneonista buenísimo. Quedó fenomenal y yo me decidí en bautizar al disco Milonga feroz; la obra es de ocho minutos, no puedo dejar de escucharla. Para el proyecto del catálogo Alberto la escribió ya para guitarra, bandoneón y orquesta sinfónica.” Por su parte, César Olguín, nacido el 14 de marzo de 1954 en Justo Daract, ciudad de la provincia de San Luis, Argentina, y quien lleva cuatro décadas en México, comenta: “Conocí a Roberto Limón desde hace más de una década, cuando él era solista de la Orquesta de Baja California, así que fue doblemente satisfactorio el colaborar con él y con mi maestro Alberto Núñez Palacio en Milonga feroz. Roberto Limón es uno de los más grandes guitarristas del mundo, su labor es un signo de calidad permanente. En los últimos años el amor de la juventud mexicana, proveniente tanto de diferentes tendencias en la música popular y la clásica, se ha acercado al tango sin duda llevada de la mano de Piazzola; por ello creo que es fundamental para el enriquecimiento del quehacer musical la labor de compositores de la estirpe de Núñez Palacio o de grandes músicos ejecutantes, como el maestro Roberto Limón con ‘Milonga feroz’ y los otros temas de un disco tan sublime.” Otra pieza de Alberto Núñez Palacio proviene del poema “1964” de Jorge Luis Borges. Primero hizo una versión para la soprano Cherrie Hughes, y después fue en pos de una voz más popular. “Escribió una segunda versión para mezzo con Carmina Cannavino, una voz increíble del Perú, llamada la Alondra del sur y la Voz de los poetas, radicada en México desde 1985. Fue muy interesante todo lo que iba ocurriendo en el inter de la grabación: Milonga feroz tiene invitaciones a colegas y amigos míos como Carmen Thierry, oboísta magnífica en la composición de Gerardo Tamez ‘Canto y son’; o el noble flautista Rafael Urrusti, en ‘Gotán’, ambos colegas del grupo de concertistas del Instituto Nacional de Bellas Artes en la Coordinación Nacional de Música y Ópera.” Guitarra, guitarra mía… Roberto Limón derrocha algarabía: “Yo soy ahorita antisistema, quise hacer un disco con absoluta libertad sin pedirle becas al Fonca. No quería tener tiempos límite, porque he obtenido becas y he estado como jurado en varias ocasiones del Fonca, pero para mí siempre me representaban una especie de camisa de fuerza… “Y Milonga feroz es un disco que se fue cocinando a fuego lento, nos llevó más de dos años hacerlo. Se grabó en cuatro diferentes estudios, tres en la Ciudad de México y uno en Tijuana. Finalmente tuvimos que ir al Estudio 19 de la capital para que nos masterizaran, se unificara el sonido, y el ingeniero Fernando Roldán logró una mezcla y masterización estupenda. Hubo una colaboración amplia entre músicos e ingenieros de sonido como Joaquín López, chileno, quien hizo una labor magistral en Tijuana.” –Milonga feroz es además un homenaje a su guitarra, ¿cierto? –No lo menciono directamente en el CD, aunque hago una alusión, porque en el disco viene una foto de la roseta de la guitarra Herman Hausser III. Y es que Herman Hausser es toda una institución de la guitarra a nivel mundial. Herman Hausser primero y segundo fueron las guitarras que hizo Andrés Segovia en su mejor época, de joven, cuando realizó sus grabaciones excelsas antes de usar la española Ramírez. Di con ella gracias a Ángel Romero, con quien colaboré un par de años tocando en su cuarteto. Es una historia algo larga; pero el asunto es que yo tenía un instrumento con el que estaba tocando la segunda guitarra del Concierto andaluz, en Corea, con la Filarmónica de Seúl. Nos dejamos de ver y un día me llama y me dice: ‘Roberto, ¿todavía te gustaría tener esa Hausser? Ven por ella, dame la que tú tienes y te la llevas’. “Así me hice de esta Hausser III, una guitarra extraordinaria, se construyó en 1989. Muchos lauderos o constructores, como el norteamericano Thomas Humprey me la quisieron comprar. Es un instrumento que pertenece a la tradición antigua, fundamentada en la guitarra Torres, que es el modelo sobre el cual se construye la guitarra de concierto.” –Hoy día ya existen otros sistemas de construcción, ¿verdad? –Sí, con doble tapa, doble fondo; ya introduciendo la fibra de carbono además de la madera, que desde mi punto de vista sí tienen más proyección de sonido, pero no las notables cualidades de la Hausser. Y por lo tanto, yo quise, desde el principio que se grababa este disco, destacarla, y les explicaba a los músicos que quería darle una mayor presencia. “Me doy cuenta que cuando la toco en el escenario, como que el escucha no percibe la articulación del sonido, balance de acordes, la delicadeza, la belleza sonora. Milonga feroz es un disco que hice con toda esa intención y causa polémica, pues obviamente rompí el balance natural que siempre se busca entre los instrumentos al grabar.” –Pareciera que en esta grabación la guitarra está de tú a tú con el bandoneón de César Olguín en “Milonga feroz”… –¡Pero la versión es muy bella! Se escucha la guitarra de modo que si no tuviera tal presencia, no se podrían enfatizar las cualidades de mi Hausser. Yo soy admirador de la construcción antigua y creo que hoy en día, aún Herman Hausser III la sigue construyendo; y su hija, quien es una laudera ya muy reconocida, sería ya Hausser IV. Hay un constructor que me maravilla y el año pasado lo fui a visitar para pedirle una guitarra: Paco Marín, de Granada. Lo que importa destacar es que México cuenta con grandes en laudería. Inmediatamente me vienen a la mente Abel García y Fructuoso Lapa Luna, lauderos de quinta generación con formación en Europa. Yo he tenido guitarras de ellos. Abel es ferviente admirador de la Hausser y, sobre todo, de la Torres. El único ‘pero’ sería el siguiente…” Limón concluye: “Recuerdo cuando fui hace años a visitar al diseñador Thomas Humprey con Jaime Márquez, porque nos íbamos de gira por Rusia y luego a tocar con la Orquesta de Leningrado, y deseábamos las mismas guitarras. Humprey vivía en Nueva York enfrente de Central Park, y aún rechina en mi mente el bullicio cultural alrededor de su taller, la cantidad de músicos, escritores, pintores… Es el único ‘pero’ que le pondría a los lauderos que están construyendo en Paracho, allá en Michoacán. Son extraordinarios, pero… siento que están aislados, necesitan interconexiones con otros músicos y artistas. Porque de que hay buen nivel en Paracho, ni hablar.” Este texto se publicó el 3 de noviembre de 2019 en la edición 2244 de la revista Proceso

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