Aborto y academia

sábado, 16 de noviembre de 2019 · 10:27
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Si algo ha cambiado recientemente respecto a la lucha por despenalizar el aborto en México y en otros países de América Latina es la irrupción de un movimiento de chicas muy jovencitas. Nombrado Marea Verde por el uso de un pañuelo de ese color, que significa la esperanza y manda la señal de “adelante”, este fenómeno social fue analizado en el XXVI Coloquio Internacional de Estudios de Género de la UNAM. Convocado por el Centro de Investigaciones y Estudios de Género como “La Marea Verde. La despenalización del aborto en América Latina”, el coloquio fue inaugurado por el rector Enrique Graue, Sara Ladrón de Guevara (rectora de la Universidad Veracruzana), Silvia Giorguli (presidenta de El Colegio de México), Nadine Gasman (presidenta del Inmujeres), Belén Sanz (representante de Onumujeres), Alberto Vital (coordinador de Humanidades), Ana Buquet (directora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género) y el anfitrión, el doctor Carlos Amador (director de la Facultad de Química). Aunque todos ellos hablaron, y muy bien, fue muy emocionante la intervención del rector de la UNAM, quien, como médico, recordó que en su tiempo de residente presenció la llegada de mujeres con abortos provocados, algunos de ellos con un desenlace fatal. Seguido de la inauguración se estableció un diálogo entre la doctora Leticia Artiles, de Cuba, y la senadora Constanza Moreira, de Uruguay, cuyos países son la excepción en América Latina, al tener legalizado el aborto: en Cuba es un servicio de salud del Estado desde poco después de la revolución, mientras que en Uruguay lo es desde 2012. Artiles comentó la aceptación –hasta cierto punto naturalización– que existe al respecto, mientras que Moreira señaló que todavía algunas organizaciones de corte religioso siguen dando la batalla para echar para atrás la ley. Ese primer día el coloquio prosiguió con cuatro mesas de ponencias: 1. Estrategias políticas a favor y en contra, 2. Micropolíticas del aborto, 3. Derecho comparado y litigio, y 4. Análisis de los discursos de aliados y adversarios. Al día siguiente el coloquio se inició con una mesa de tres abogadas que trabajan en organizaciones civiles: Natalia Gherardi, de ELA (Argentina); Gabriela Rondón, de Anis (Brasil); y Regina Tamés, de GIRE (México). Gherardi habló del amplio proceso de debate que se suscitó en Argentina y de cómo éste se fue construyendo de manera colectiva y gradual a partir de los Encuentros Nacionales de Mujeres que se han realizado anualmente desde 1986. A ese proceso se sumaron las jovencitas movilizadas desde 2015 con la protesta “Ni una menos” en contra de los asesinatos de mujeres. Ahí se gestó la Marea Verde, un tsunami de jóvenes que también ha sido nombrado como “la revolución de las hijas”, que exige que el acceso al aborto sea legal. Rondón relató cómo en Brasil el fortalecimiento de los grupos católicos y evangélicos obstaculiza la atención sanitaria del aborto luego de que este servicio fue instalado por una alianza entre médicos, movimiento feminista y juristas. Sin embargo, recientemente casos de zika han vuelto a poner en la discusión pública la necesidad de interrumpir un embarazo que puede traer graves consecuencias a la criatura y el litigio ha llegado a la Suprema Corte. En el complejo contexto del gobierno de Bolsonaro, no se puede hablar de “despenalizar”, sino que el reclamo que circula ahora es el de que ninguna mujer quede presa o muera por aborto. Finalmente Regina Tamés, la directora del GIRE, dio una información que me sorprendió, y eso que me precio de estar bien informada sobre lo que ocurre en mi país. De julio de 2018 a la fecha se han presentado 33 iniciativas relativas a despenalizar el aborto tal como está en la CDMX, hasta las 12 semanas. Han sido 14 a nivel federal y 19 a nivel local; en Chihuahua, Coahuila, Guanajuato, Michoacán, Querétaro, Quintana Roo y Tlaxcala se presentó esa iniciativa y en Hidalgo, Edomex, Puebla y San Luis Potosí hubo dos intentos. En Oaxaca fueron cuatro veces, hasta que se logró la despenalización en octubre pasado. Las tres abogadas coincidieron en la necesidad de producir más evidencia empírica para fortalecer el litigio estratégico y en la importancia de dar a conocer que el aborto con medicamento releva al personal médico de hacer la intervención, lo cual disminuye las resistencias de ciertos objetores de conciencia. De ahí lo imperativo de circular más ampliamente lo que implica el procedimiento con la pastilla. Las tres enfatizaron lo relevante que resulta tener vocerías diversas y hacer alianzas entre distintos grupos y sectores sociales, así como también enmarcar la interrupción legal del embarazo dentro del derecho al goce sexual y a la autonomía corporal. Luego siguieron tres mesas más: la 5. El trabajo de las redes regionales e internacionales; la 6. Marea Verde y medios de comunicación, y la 7. Marea Verde y jóvenes, todas con intervenciones interesantes acerca de lo que está pasando en la región. Me impresionó saber que la lucha en Ecuador es apenas para que se permita el aborto por violación. La contribución académica del coloquio tuvo una doble función muy ­valiosa: mapear el estado de la investigación y ofrecer un repertorio de ­información ­estratégica. Este análisis se publicó el 10 de noviembre de 2019 en la edición 2245 de la revista Proceso

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