El despoblamiento irrefrenable de los Balcanes Occidentales

domingo, 24 de noviembre de 2019 · 10:17
Seis naciones balcánicas padecen aún las consecuencias de las guerras intestinas que vivió la zona a fines del siglo pasado. Albania, Bosnia y Herzegovina, Macedonia del Norte, Montenegro, Serbia y Kosovo viven ahora crisis económicas, sociales, culturales y ambientales que hacen huir a su población, especialmente a la más joven, a la egresada de las universidades, que se topa con una realidad que no tiene puertas abiertas para ella… y fija su mirada en los países de la Unión Europea. ROMA (Proceso).- De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística de Macedonia del Norte, este país tiene 2 millones 77 mil 132 habitantes, lo cual es una exageración, según muchos residentes. “Se van los jóvenes todas las semanas, todos los meses. Yo mismo me iré cuando haya conseguido un buen trabajo en Alemania”, dice a la reportera Bojan, habitante de Skopje, capital macedonia, y formado en ingeniería. “Y yo lo seguiré. Peor que esto no puede ser”, le hace eco su amigo, un artista y músico callejero. Macedonia del Norte, en sur de la península balcánica, sucumbe ante la crisis demográfica: los jóvenes emigran, la tasa de natalidad baja y la población envejece. Pero no es un caso aislado. Los expertos estiman que en los últimos 30 años los seis países de los Balcanes Occidentales (Albania, Bosnia y Herzegovina, Macedonia del Norte, Montenegro, Serbia y Kosovo) han perdido alrededor de una décima parte de la población. Y la poca inmigración no compensa el fenómeno ni lo hará a corto plazo. La región, insisten los observadores, se enfrenta a una nueva ola de despoblación. Incluso entre los que no se han ido, la tentación de seguir ese camino es fuerte. Según un reciente sondeo de Gallup, casi la mitad (46%) de los jóvenes de entre 15 y 29 años, habitantes de Serbia, desean emigrar, algunos de ellos de manera permanente. Y esa tendencia es aún más alta en Kosovo (48%). Esto que no afecta sólo a los más desfavorecidos sino también a los mejor formados, cuya educación ha sido pagada por los Estados locales. El centro macedonio Institute for Strategic Research divulgó en 2017 un estudio según el cual 69% de sus profesores, asistentes e investigadores había considerado irse del país. El resultado es el avance del envejecimiento. Ya en la actualidad 15% de la población de la región tiene más de 65 años. Y se estima que la cifra crezca unos 11 puntos a mitad de este siglo (hasta 26%), según una investigación demográfica del Berlin Institute. Ninguna de estas tendencias, además, se revertirá en un plazo corto, según los observadores. Un reflejo es el de Bosnia y Herzegovina, donde la tasa de fertilidad es de 1.26, una de los más bajas del mundo, así como Serbia, donde el promedio de edad es de 43 años, un dato más alto que la media de la Unión Europea, equivalente a 42.6 años. “De acuerdo a información no oficial, desde 1996 hasta la fecha Bosnia ha perdido más de 150 mil jóvenes”, explicó recientemente Adnan Husic, funcionario del ministerio de Asuntos Civiles bosnio, en declaraciones al diario digital Balkan Insight. “En 2018, 4 mil 474 personas renunciaron a la nacionalidad bosnia, de los cuales mil 385 son de entre 18 y 25 años”, añadió. Causas múltiples Algunas causas de la crisis demográfica de los países balcánicos tienen que ver con las violentas guerras fratricidas de los noventa –fruto del desmoronamiento de la Yugoslavia socialista–, las emigraciones masivas de aquellos años y de las consecuencias de las soluciones que se hallaron para poner fin a esos conflictos armados; otras causas encajan mayormente en los problemas globales, como la crisis climática y la contaminación atmosférica. La extendida corrupción, el exceso de burocracia y la falta de una regeneración satisfactoria de los tejidos industriales de la mayoría de los países balcánicos forman parte del primer grupo. El resultado de ello son economías que crecen de una manera insuficiente y que, por tanto, han dejado a buena parte de la población de la región en una situación de precariedad e inestabilidad laboral. La evidencia está en las estadísticas que produce la región. De acuerdo con la Unidad de Inteligencia de The Economist, “en 2012 el PIB en los Balcanes Occidentales se encontraba todavía 10% por debajo de su nivel de 1989”, cuando cayó el Muro de Berlín y se inició el desmoronamiento de los viejos regímenes comunistas y socialistas de Europa del Este. Esta situación no ha mejorado sustancialmente en los últimos años. Según el último informe del Banco Mundial, en el que se analiza la situación en los seis países mencionados, se prevé que el PIB de la región crezca 3.2% este año, 0.7% menos que en 2018, lo que indica que serían necesarias seis décadas para alcanzar el promedio de ingreso de los países de la Unión Europea. Como resultado, en la actualidad sólo menos de la mitad (44%) de la población en edad laboral en los Balcanes Occidentales tiene empleo. Entre los países que peor están figuran Bosnia y Herzegovina y Kosovo, donde apenas 34% y 30%, respectivamente, de esta franja de la población está empleada. Aunque también hay razones más complejas detrás de la emigración de las poblaciones balcánicas. Un reciente sondeo del Index Croacia señaló que los croatas también están emigrando por la corrupción, el fundamentalismo religioso y el nacionalismo. “Macedonia es un país pobre con una gran tradición de clientelismo, que también fue golpeada por las recientes crisis económicas; y Europa está geográficamente cerca”, explica en conversación con esta periodista Simonida Kacarska, fundadora del Instituto para las Políticas Europeas de Skopje. Otro factor incipiente es la contaminación atmosférica y sus efectos sobre la salud, dice la abogada Alida Vracic, directora ejecutiva del centro de estudios Popular de Sarajevo y quien, en los últimos dos años, ha dedicado numerosas investigaciones a la crisis demográfica balcánica. “Recientemente Sarajevo y Belgrado registraron niveles de contaminación peores que los de Nueva Delhi, que solía ser una referencia como uno de los peores ejemplos mundiales, por la mala calidad de su aire”, explica Vracic, al señalar la circulación de automóviles viejos y el uso de deterioradas infraestructuras como principales culpables de esta tendencia en los Balcanes Occidentales. “Esto se está convirtiendo en una fuerte motivo de emigración para las personas. Si tu hijo se enferma y tienes la oportunidad de irte, la decisión es muy fácil”, añade. La circunstancia no es ningún secreto para los ecologistas. En la región hay 16 plantas térmicas que son responsables de unas 3 mil 900 muertes prematuras al año, así como de 8 mil 500 casos de bronquitis en niños y otras enfermedades crónicas, con un daño económico estimado de 11 mil 535 millones de euros, según estimaciones de un informe presentado en febrero por la ONG Health and Environment Alliance. Y la inmigración de ciudadanos de terceros países tampoco es un freno. Porque, si bien es cierto que en los últimos años por la ruta de los Balcanes han pasado miles de solicitantes de asilo y migrantes, muy pocos se han quedado en la región. Un ejemplo muy evidente es el de 2014 y 2015, cuando por la región pasaron más de un millón de personas y la gran mayoría terminó su viaje en Alemania, Austria u otros países del norte de Europa. Oídos sordos Frente a esta realidad, los Estados nacionales y la vecina Unión Europa apenas han tomado medidas para frenar la crisis demográfica, con la excepción de Serbia. En julio pasado su primera ministra, Ana Brnabic, anunció una nueva agencia cuya misión sería incentivar la migración circular, es decir aquella de los nacionales que emigran y luego quieren regresar. “Sin embargo, aún no sabemos cómo (esta agencia) funcionará y cómo se relacionará con universidades, ministerios, asociaciones de expatriados, así como los gremios de médicos, académicos y científicos”, matiza Vracic. “Se puede afirmar que todavía hay escaso compromiso de parte de los gobiernos de toda la región cuando hablamos de cualquier avance serio a este respecto”, concluye. “La Unión Europea tampoco está haciendo mucho”, añade Isabelle Ioannides, investigadora de Institute for European Studies de la Universidad Libre de Bruselas y asesora de la Dirección de Investigación del Parlamento Europeo. “Y francamente creo que sería importante que la Unión Europea invirtiese en infraestructura en los Balcanes. Eso podría hacer una gran diferencia (…) más aún después de la decepción provocada por los obstáculos de las negociaciones para que estos países accedan a la UE”, añade. Este es otro asunto, dicen los especialistas, pues la circunstancia ha provocado más frustración en la poblaciones locales, dándoles una nueva razón para emigrar. Algo que tampoco parece que tendrá una solución a corto plazo, más aún después de que Francia pusiera en octubre su veto a la apertura de las negociaciones de Albania y de Macedonia del Norte. País, este último, que hace un año incluso cambió su nombre (agregó ‘del Norte’) para poner fin a décadas de disputa con Grecia y desbloquear así su candidatura de acceso a la UE y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte. El escenario, sin embargo, es que pronto la despoblación será un desafío político de primer orden. Algunas señales ya se han producido: el pasado septiembre la escasez de médicos puso en jaque a la ciudad bosnia de Zenica, donde las autoridades se vieron forzadas a emitir un comunicado público para anunciar que, en esta urbe de más de 100 mil habitantes, ya no hay atención médica para pacientes neuropediátricos. Similar es el caso de Albania. Según un estudio de las fundaciones Life y Friedrich Ebert, alrededor de 78% de los médicos se quieren ir del país. Y de estos, 24% lo quiere hacer inmediatamente. Sus motivaciones son escasez de infraestructura moderna, condiciones laborales precarias y retribuciones bajas, así como la posibilidad de tener acceso a mercados como el alemán, con sueldos más altos y mejores condiciones de vida. La situación podría empeorar. La región corre el riesgo de perder hasta 9.9 millones de habitantes en 2060 –55% de su población en 2015–, como vaticinó la Comisión Europea en un informe de 2018. El organismo calculó que en el peor escenario, el desplome poblacional podría llegar a 73% en Bosnia y Herzegovina y 59% en Albania. Este reportaje se publicó el 17 de noviembre de 2019 en la edición 2246 de la revista Proceso

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