Andy Ruiz cayó ante Anthony Joshua por decisión unánime

sábado, 7 de diciembre de 2019 · 18:28
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- A Andy Ruiz se le acabó el sueño de ser campeón mundial de los pesos pesados. Lo despertó una bofetada, la realidad que se le paró enfrente en forma de Anthony Joshua, boxeador británico de músculos trabajados y pulidos a base de entrenamiento y sacrificio, y con una estrategia que la lógica permitía adivinar. Joshua traía encajada desde junio pasado la vergüenza de haber perdido los tres títulos mundiales de la AMB,OMB y FIB. El pugilista de 30 años se puso a hacer la tarea desde el día. Perdió unas libras, se preparó físicamente para pelear a la distancia, para no permitir, otra vez, que su rival mexico-estadunidense le conectara en el terreno corto esas combinaciones letales que lo mandaron a lo lona en el séptimo round. Joshua le bailó la noche entera a Andy Ruiz en Arabia Saudita. En la pelea de revancha,celebrada la tarde de este sábado, tiempo de México, Joshua le metió un recto de derecha que le cortó la ceja izquierda a Andy Ruiz en el primer round. Fue el sonido de un despertador que le anunciaba que el sueño estaba por terminar. Con 21 kilos más que Joshua, Andy Ruiz lució lento. Los pies clavados en la lona. Su prominente barriga le estorbaba para atacar. Los 12 rounds sintió como el jab de Joshua le entraba directo al rostro, no lo hacía tambalear, pero era un repiquetear constante que lo sacaba de la inconsciencia, que lentamente le abría los ojos y lo traía de vuelta a la realidad. En la somnolencia, AndyRuiz, con su carita de niño inocente y el hilillo de sangre que le escurrió todo el pleito de la ceja izquierda, no podía acercarse a Joshua. No es que no quisiera, porque sí lo intentaba, pero las piernas y el físico no le alcanzaron.Quería cazarlo para meterle un par de volados que lo pusieran a dormir, como hace seis meses, cuando lo vio de rodillas en la lona del Madison Square Garden. Pero la realidad se le paró de enfrente. En el boxeo las ganas y el corazón ya no alcanzan. Joshua, escurridizo, corría y corría, con jab de por medio en la cara de Andy, y Ruiz, agotado, sin aire, víctima de su propia condición física, se animaba a soltarle golpes como el volado de izquierda que le clavó en la cabeza a su oponente al final del cuarto episodio. Por fin en el séptimo round, un intercambio de golpes. Andy a cuestas ya con la  conciencia de que esa pelea no era de él, que sulentitud y mesura lo estaban matando, que las piernas de Joshua por todo elcuadrilátero lo tenían desesperado. Andy Ruiz sin recursos boxísticos, cansado,soltaba unos golpes de conejo a ver si acaso le hacían tantita mella al rival. En el noveno, un dejavu de la primera pelea con un derechazo que le cimbró la cabeza a Anthony Joshua. A Andy Ruiz se le acabó el combustible, fundido salió a cumplir con el décimo y undécimo asalto. Frustrado y desesperado todavía arengó a Joshua a que fuera por él, que se atreviera a acercarse, y Joshua, como toda la noche, caminó ya pausado hacia su esquina al oír la campanada con la certeza de haber recuperado los títulos que nunca debió perder. Andy Ruiz ya despertó. El sueño de ser campeón de los pesos pesados se extinguió con el anuncio de las tarjetas en voz de Michael Buffer: 119-109, 118-110 y 118-110. Adiós cinturones. Por decisión unánime, el sueño de Andy Ruiz se volvió pesadilla. “Flor de un día”, lo describió Julio César Chávez.

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