El INBA en el mercado del arte contemporáneo

viernes, 13 de diciembre de 2019 · 17:55
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- ¿Es legal que directores de museos gubernamentales participen en la organización de ferias de arte comerciales? La presencia tan protagónica que ha tenido la directora del Museo Tamayo, Magali Arriola, como curadora de la nueva sección Meridians en la edición 2019 de la afamada feria Art Basel Miami Beach –5 al 8 de diciembre–, y la colaboración que tuvo la directora del Laboratorio Alameda, Lucía Sanromán, como miembro del comité de selección de la Feria de Arte Individual (FAIN) realizada del 29 de noviembre al 1 de diciembre en la Ciudad de México,  detonan cuestionamientos sobre la misión y vocación del INBA y las atribuciones, responsabilidades y sanciones que tienen y deberían tener los directores de sus museos. Si estas funcionarias fueran parte de la nómina de Pemex o de alguna Secretaría de Estado políticamente más importante que la de Cultura, su participación en el mercado de la producción –arte– que administran no sería tan irrelevante, ni para el presidente López Obrador ni para la opinión pública. A diferencia de la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, que se ha concentrado en organizar homenajes a creadores y a mantener tranquilos a los artistas-burócratas sin alterar las becas del Sistema Nacional de Creadores que irresponsablemente otorga el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, la iniciativa privada ha optado por dinamizar el mercado del arte con nuevas estrategias de negocio. Entre ellas, un modelo de feria que, con un tope de precios de 60 mil pesos, tiene como clientes a artistas que después de ser seleccionados por un comité, exhiben sus obras en tres metros lineales con el compromiso de pagar sólo el 30% de las ventas que realicen. Concebida en Colombia bajo el nombre de la Feria del Millón, este modelo de negocio inspiró en 2018 a la Feria de Arte Mexicano Accesible (F-A-M-A) que se realiza en Monterrey. Organizada por los promotores Catalina Escamilla y Rodrigo Odriozola, y la empresa de gestión cultural Monumento, F-A-M-A inspiró a su vez a la Feria de Arte Individual (FAIN) de la CDMX. Organizada por la galería Casa X y la empresa Ache, FAIN, en su primera edición de 2019, optó lamentablemente por un comité de selección institucional en el que participaron, entre otros, el exfuncionario gubernamental Guillermo Santamarina, la funcionaria del INBA Lucía Sanromán, y la coleccionista y miembro del Patronato Arte Contemporáneo y docente en el Museo Tamayo Haydée Robirosa. Integrada por 35 creadores seleccionados de un total de aproximadamente 650 aplicaciones, FAIN se suma a la tribalidad burocrática y convencional del arte contemporáneo que apoyan directa e indirectamente el Instituto Nacional de Bellas Artes y sus aliados. Emplazada en el Recinto Escandón, la feria, con muy pocas excepciones, no fue sobresaliente ni en la calidad ni en la audacia de las propuestas. Y si bien la interesante artista textil Jimena Schlaepfer no presentó lo mejor de su producción, y el sugerente y humorístico pintor Amadeo Morales podía resultar demasiado costoso –34 mil a 69 mil pesos–, la simplista pintora Gina Mier que promueve Casa X no merecía el premio de pintura que otorgó la feria. Entre lo mejor del evento fue el proyecto interdisciplinario El vencedor subvertido del guanajuatense Enrique López Llamas. Dirigido por Lucina Jiménez con el aval de Alejandra Frausto, el INBA ha institucionalizado la participación de funcionarios en el mercado del arte contemporáneo sin definir normas que, al mismo tiempo que inhiban conflictos de interés, potencialicen beneficios para la pluralidad artística del país. Este texto se publicó el 8 de diciembre de 2019 en la edición 2249 de la revista Proceso

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