La crisis económica y laboral en la seguridad de los museos

miércoles, 1 de enero de 2020 · 20:17
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El robo que la noche del viernes 27 de diciembre se cometió contra el Museo Fuerte de Guadalupe (MFG), ubicado en la ciudad de Puebla, hizo evocar --sin duda-- el de la madrugada del 25 de diciembre de 1985, cuando dos jóvenes estudiantes de veterinaria sustrajeron 140 valiosas piezas arqueológicas del Museo Nacional de Antropología (MNA). Según el relato de hechos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en el hurto al Fuerte de Guadalupe (justo el lugar donde se llevó a cabo la histórica Batalla del 5 de Mayo de 1862, en la cual el Ejército de Oriente, encabezado por el general Ignacio Zaragoza, derrotó a su similar francés), participaron también dos personas. Las escenas descritas se antojan como una película (de hecho, el atraco al MNA inspiró la de Museo, de Alfonso Ruizpalacios): Cuenta el INAH que eran las 21:55 de la noche del 27 cuando dos personas armadas con el rostro cubierto, ingresaron al recinto y amagaron al custodio en turno “para extraer ilegalmente objetos históricos de las vitrinas de exhibición”. Este nada pudo hacer, logró librarse hasta que los asaltantes salieron del recinto. Entonces se comunicó al Centro INAH Puebla, cuyo personal del Departamento de Resguardo de Bienes Culturales llegó al museo a las 00:25 del sábado 28, acompañado de policías estatales y municipales. Dicho personal pudo constatar, de acuerdo al cotejo del inventario de las colecciones, la falta de tres sables y alrededor de 36 monedas y medallas históricas, más el equipo de vigilancia electrónico (el DVE y el monitor de circuito cerrado). Ambos atracos enfilaron a una coincidencia: Se efectuaron la última semana del año en horas de la madrugada. Vale la pena recordar, sin embargo, que un par de años después de lo sucedido en Antropología se perpetraron otros atracos, uno al Museo de la Cultura Huasteca, en Ciudad Madero, Tamaulipas, y el otro a la Zona Arqueológica de Teotihuacán, en el Estado de México. En el primero saquearon piezas arqueológicas, y en el segundo dinero en efectivo. Cuando se revisan los debates realizados por los especialistas después de los acontecimientos (recogidos por la revista Proceso el 2 de mayo de 1987), las conclusiones resultan absolutamente vigentes: Hizo crisis la seguridad y vigilancia de los recintos culturales. En el Museo del Fuerte había un custodio. Lo cual trae a cuento lo que en aquel momento señaló el museólogo Miguel Alfonso Madrid Jaime, respecto a la capacitación y estímulos al personal responsable de la seguridad, pues consideró fundamental el elemento humano: “Se puede tener el mejor sistema de monitoreo por televisión y el más sofisticado sistema de alarmas, pero ambos necesitan ser supervisados por un vigilante. ¿Cuántas horas puede estar atento observando esos sistemas?, ¿ocho horas, que es la duración de su turno?”. Y agregó: “Es imposible que un vigilante esté alerta durante siete u ocho horas seguidas. Sería necesario cambiar de turnos por lo menos cada dos horas y eso resultaría costosísimo…”. Y se refirió a otro elemento que, visto en la actualidad, involucra la forma en la cual está contratado mucho del personal de los museos que no ha obtenido una plaza, y está por honorarios o por el capítulo 3000, con sueldos muy bajos y pocas o nulas prestaciones laborales. Dijo el especialista que el problema se enmarcaba en la necesidad de capacitar, dar apoyo y buenos salarios a los vigilantes: “Se necesita responsabilizarlos de la importancia de su trabajo, porque el elemento humano es el eslabón clave en cualquier sistema técnico de seguridad. Hay que mantenerlos despiertos, que realicen sus rondines y que entiendan que están cumpliendo una tarea muy importante, de lo contrario sucede lo que en el Museo Nacional de Antropología.” En una nota titulada “Sin recursos ante el pillaje”, los reporteros del semanario Óscar Hinojosa, Sonia Morales y Armando Ponce consignaron en diciembre de 1985, días después del robo, que el hecho “dio cuenta de la pobreza de recursos para cuidar el patrimonio que alojan los museos en todo el país, tanto económico como de decisión de las autoridades para hacer frente al problema, que ya había sido denunciado en el seno del mismo INAH”. En aquel entonces los directores de los museos de Antropología, del Virreinato, de las Culturas, de las Intervenciones y de Historia (todos del INAH) alertaron en un informe sobre la necesidad de aumentar la vigilancia en ellos, pues en algunos, como el Virreinato, “sólo contaba con tres veladores (no policías) sin armas”. Para nadie es secreto que los recortes presupuestales a las instituciones culturales están mermando no sólo la situación económica de los creadores, sino también de las actividades en general, y del patrimonio. Se han denunciado hechos como la falta de mantenimiento al propio MNA, que se hizo visible cuando su director Antonio Saborit habló a los medios de las goteras que por años no se habían atendido. Y así… El reciente asalto enciende de nuevo alarmas. Se presentó ya la denuncia ante la Fiscalía General de la República (FGR), que encabeza el abogado y político Alejandro Gertz Manero, quien no es ajeno a los problemas del INAH, pues fue su secretario general en los años setenta, y justo el director Jurídico del MNA en 1985. A través de un comunicado el instituto condena “este tipo de actividades delincuenciales que atentan contra el legado histórico de nuestro país” y asegura que solicitará “mayor colaboración y apoyo de las autoridades municipales y estatales” para reforzar las medidas de seguridad en los museos y recintos culturales. Tendría que retomar también la idea de mejorar los recursos a los recintos y los salarios y el respeto a los trabajadores.

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