Yamileth Mercado:  la vida por los puños

domingo, 5 de enero de 2020 · 07:47
A diferencia de la mayoría de los boxeadores, el hambre no la subió al ring. Hija de unos comerciantes de Chihuahua, Yamileth Mercado es la actual campeona mundial supergallo. En entrevista, la pugilista cuenta su historia de vida y deportiva y Proceso relata en 10 rounds desde que llegó a una escuela de verano donde enseñaban box a los niños, hasta su viaje a África para contender por el cinturón que ahora posee. “Los niños ya no querían hacer sparring conmigo. Pensé que no iba a poder ser boxeadora porque no había nadie de mi edad con quién entrenar”. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Round 1. Noquear al sobrepeso… La niña que entró al gimnasio de Alejandro Villalón era una gordita de 10 años y de cara muy linda. Iba acompañada de Eduardo, su hermano mayor. Era 2008.  El municipio había abierto una escuelita de verano de boxeo para niños. Sus papás le dieron a cada uno los 10 pesos semanales que cobraban y los mandaron a inscribirse. Eduardo sí quería incursionar en el boxeo. Luego ya no le gustó que le pegaran. A Yamileth le dijeron que fuera para ver si entrenando se sacudía algunos de los 60 kilos que pesaba por culpa de sus papás que la hicieron comer a fuerza porque antes estaba muy flaca. Parecía un alfiler de esos con bolitas de colores, una cabezota y cuerpo de palito. No se podía levantar de la mesa si no se acababa lo que ya no le cabía, y ya que estaba gordita no entendía por qué ahora querían que enflacara. Por eso le chocaba saltar la cuerda, hacer sombra y estar a brinco y brinco en el gimnasio. Le estorbaba la barriga. Peor le caía que Villalón la estuviera arreando y la regañara porque era una floja. A Yamileth no le gustaba moverse. “La mugrosa” preparación física le costaba trabajo. Lloró de coraje hasta que casi al final del verano le enguantaron las manos, le pusieron una careta y le ordenaron intercambiar golpes con los niños. Ella era la única mujer. La primera vez que se subió a un ring un niño que se llamaba Iván la agarró como costal. Villalón lo regañó porque le pegó bien feo. Cómo le iba pegar así a una mujer que, además, era más chica que él. “Cómo serás abusivo, Iván, si pesas 10 kilos más”. Yamileth, toda golpeada, ni se asustó. Después de esa primera sesión de sparring ya no hubo quién pudiera con ella. Tundía a cualquier chamaco que Villalón le pusiera. Algunos ya ni querían volver. Le tenían miedo a la niña esa. Cuando se acabó la escuelita de verano Villalón se animó a invitarla a entrenar con los adultos en las clases de las noches. “No sé si puedas venir”, le dijo con cara de ojalá. Pero la niña sí fue porque se sentía bien poderosa cuando agarraba a golpes a los chamacos. Tan bien golpea que ya es campeona mundial, la primera chihuahuense en lograrlo. Yamileth Mercado es, desde noviembre último, la dueña del cinturón verde del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) de los pesos supergallo.

Round 2. Sesiones de sparring

Yamileth Mercado nació para boxear. No es que fuera peleonera, ni en la escuela ni en su colonia. Valiente sí porque no había más remedio que entrenar con puros hombres. Aprender la técnica del boxeo se le dio de manera natural. Villalón no la sobreprotegió. Solía decir a los varones que le pegaran más fuerte. La escuincla no se rajaba. En las sesiones de sparring parecía que un título estaba en juego. Como el día en que con un golpe seco un muchachito que también entrenaba físicoconstructivismo le tiró un diente. La canija lo escupió y siguió boxeando con la boca ensangrentada. “Fue muy gracioso porque tenía dos colmillos. Me tiró el de enfrente y me ahorró la ida al dentista”, recuerda la pugilista entre carcajadas. “Los niños ya no querían hacer sparring conmigo. Pensé que no iba a poder ser boxeadora porque no había nadie de mi edad con quién entrenar”. Tampoco le dio por huir del box cuando Daniel Méndez, un boxeador de experiencia, le conectó un gancho en las costillas y una de éstas se le encajó en un pulmón. Sintió que no podía respirar y se desvaneció en la lona. En ambulancia llegó al hospital. “Se hizo un edema grande, el pulmón se inflamó y batallaba para respirar. Duré con sedantes como medio mes en lo que pasaba el dolor en las costillas. Estuve en reposo absoluto, sin hacer esfuerzos y esperando a ver a qué hora me curaba para irme a entrenar. De hecho, me fui al gimnasio una semana antes de lo que me dijo el doctor. Se excedió al golpearme, pero también fue mi culpa por subirme con él sabiendo que a veces era muy abusivo con los niños. El entrenador se descuidó en esa ocasión y cuando llegó yo ya estaba en el piso.”

Round 3. Primera victoria

En el gimnasio Palomares de la capital del estado de Chihuahua, Yamileth Mercado hizo su primera pelea amateur con 11 años ante una muchacha llamada Rosario. Las dos pesaban 60 kilos. A su papá le hicieron firmar una carta de que si le pasaba algo a su hija sería sólo culpa de ellos. Había como 70 personas en la arena. Su primer atuendo fue una playera Cleto Reyes de color azul rey, pantaloncillo igual con cinto y vivos blancos que le regaló su papá. Sus guantes, unos rosas de la marca Everlast. Rosario le aguantó dos de los cuatro rounds y tiró la toalla. Lo que más le gustó no fue la paliza que le puso ni que ganó su primera pelea por nocaut técnico, sino que los organizadores le pidieron a su papá que la premiara, y le entregó un guantecito hecho de plata. “Mi papá ha sido muy importante porque siempre está donde yo voy a pelear”, dice con los ojos rebosantes de amor. Dale que dale entrenando, a Yamileth se le iban las horas en el gimnasio. En la escuela, la secundaria técnica número 69 de Ciudad Cuauhtémoc, era alumna del cuadro de honor. Bien portada y de puros dieces. En las noches tenía fuerza para darle a grandes y chicos, como el día que le pegó a una de 17 años, Diana, la sobrina del entrenador Villalón, quien se estaba preparando para ir a una competencia nacional. “No sé por qué me estaba riendo y me regañó. Me dijo que me subiera con Diana. Estaba mucho más alta que yo. A ella le decía que me pegara fuerte y ella no quería porque yo estaba chiquita. Me dijo: ‘Pues, pégale tú’. Le pegué bien fuerte, ella se quiso desquitar y como no hallaba cómo pegarme, se desesperó. “Le metí un recto que le hizo la cabeza hasta atrás y le lastimé la columna. Me odió para siempre. El tío todavía me lo recuerda porque ella estaba empezando su carrera y la retiré. Ahí Villalón dijo: ‘Esta sí sirve para el box’.”

Round 4. Hambre de triunfo

Hija de unos comerciantes chihuahuenses, a Yamileth Mercado el hambre no la empujó a ser boxeadora, sino la ambición de ser campeona mundial.  Lo quiso ser desde el 30 de julio de 2011. Tenía 13 años cuando en la televisión vio a Jackie Nava y Ana María Torres disputar el cinturón Diamante del CMB. Desde que le gustó pegarles a los niños anheló ser boxeadora profesional, pero ese cinturón verde del CMB la embrujó. Sólo quienes son considerados los mejores pugilistas del mundo tienen derecho a disputarlo. Yamileth no sabía nada del boxeo femenil, nada más tenía claro que ella era muy buena en eso y que entrenando podía mejorar. Un año atrás, en el primer pleito en el que se midieron Nava y Torres, las había visto empatar en 10 rounds, pero cuando vio a Torres ceñirse el cinturón, supo que quería ser la mejor campeona mundial mexicana. “Verlas me causó querer ser como ellas”, dice.

Round 5. Pelea en las ferias

En aquel tiempo no tenía ni la edad para andar peleando. Le tomó dos años llegar a su segundo torneo. La primera eliminatoria fue contra la campeona nacional Kiara Luján. “Todos me decían, ‘te va a pegar bien feo’. Y yo decía ‘no me importa, quiero pelear’. Y le gané”. Después por decisión le ganó a una tal Tere Leoz. Para no desaprovechar los entrenamientos mientras encontraba dónde y con quién boxear, hacía peleas de exhibición en ranchitos alrededor de Ciudad Cuauhtémoc, donde enfrentaba a niños. Siempre ganaba. A veces la ponían con un chamaquito al que apodaban El Gomi, al que todos se sonaban en el gimnasio. Villalón la obligaba a pegarle. Si no lo hacía, la amenazaba con bajarla del ring. Para ahorrarse la vergüenza le daba con todo. “Era un clásico esa pelea. Todos los viernes nos juntábamos en el gimnasio para hacer sparring y ya sabían que habría pelea Yeime contra El Gomi. Pobrecito. Era un niño gordito, gordito, unos dos años mayor que yo.” Ahora que ya está grande, le pregunta: “¿Te acuerdas cuando me pegabas?”.

Round 6. Debut profesional

La trayectoria amateur de Yamileth Mercado se le acabó a los 14 años. En 2012 participó en los Juegos Nacionales Populares donde obtuvo una medalla de oro. Después se enteró de que en México una peleadora no puede competir en una categoría olímpica hasta cumplir 21 años. Se olvidó del boxeo amateur y entrenó para convertirse en profesional. El 19 de julio de 2014, con 16 años, debutó ante Yoatzin Meraz en Nuevo Casas Grandes, Chihuahua. Le ganó por decisión unánime. Después vinieron Susana Uribe, Karla Valenzuela, Estefanía Talamantes, Lesly Morales y Diana Gutiérrez, seis triunfos, tres por nocaut. Cobraba 500 pesos, a veces mil por round, que le pagaba la promotora Paquime de Franco Gabaldón, con quien Alejandro Villalón tenía años trabajando.

Round 7. La transa

“Con Franco Gabaldón terminé muy mal. Antes de hacer la octava pelea me quiso obligar a firmarle un contrato que me forzaba a estar 10 años con él. Me negué. Dejó de darme peleas. Luego me convenció para pelear por el título vacante de la Fecombox, sin contrato de por medio, ante Jéssica Muñoz. Yo sabía que ahí ya estaba todo mal, pero mi papá y el entrenador me obligaron a cumplir con ese compromiso. Yo tenía siete peleas y ella 17, es mucha diferencia. “Descubrí que la tenía firmada a ella y que su intención era hacerme perder. Fue muy injusto porque yo era peso pluma y una semana antes de la pelea salió con que pelearíamos en supergallo. Batallé para dar el peso, llegué super deshidratada, en las peores condiciones. Sin embargo, di una muy buena pelea y los jueces no me dieron ningún round. “Mi entrenador les reclamó, les dijo rateros. Ya no quise seguir peleando con Franco. Él convenció a mi entrenador de que me corriera del gimnasio. Alejandro me corrió. Con la pena que tengamos ocho años de conocernos, prefiero no pelear a hacerlo con Franco. Entrenaba en mi casa. “Me preparaba para las peleas y Franco le pagaba lo doble a las rivales para que no se presentaran al pesaje y me dejaran tirada la pelea o en la comisión de box no les daban salida. Me hizo eso tres veces y no quise seguir entrenando. Así estuve ocho meses.”

Round 8. Nuevo proyecto

En septiembre de 2017, en un restaurante de la capital de Chihuahua, Eduardo Mercado conoció a Rafael Soto, quien se encontraba ahí porque se había realizado la pelea entre Antonio Margarito y Carson Jones, la última en la carrera del mexicano. Le contó la situación de su hermana, quien, retirada en ese momento, estudiaba enfermería en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Le pidió una oportunidad para ella. Soto, un viejo conocido en el boxeo mexicano, tenía ganas de manejar a una boxeadora y la integró a su equipo. Después, ambos conocieron al empresario chihuahuense Mauricio Madero, dueño de unas franquicias de los restaurantes Buffalo Wild Wings, quien se sumó al proyecto. Ninguno de los tres había tenido oportunidades importantes en el boxeo. Madero, amigo cercano de Fernando Beltrán, dueño de la Promotora Zanfer, le pidió ayuda y con la venia del presidente del CMB, Mauricio Sulaimán, se amarró la pelea de título mundial ante la keniana Fatuma Zarika. Mercado se mudó a Hermosillo, donde comenzó a trabajar con Alfredo Caballero, entrenador de los campeones mundiales Juan Francisco El Gallo Estrada y Miguel El Alacrán Berchelt. Como estaba rankeada en el lugar 22 de las supergallo, hizo una pelea clasificatoria ante Marisol Corona. Como ganó, quedó en posición para disputar el título mundial. “Todos los chiquitos nos juntamos para hacer algo grande –rememora Mauricio Madero–. Ella es una persona muy completa, dentro y fuera del ring. Es muy responsable y estudiosa. Queríamos romper el estereotipo del boxeador que salió del barrio, que se agarraba a madrazos en la esquina. Se puede ser campeón mundial sólo con tener hambre de triunfo.”

Round 9. Lo imposible

El 8 de septiembre de 2018 en el Kenyatta International Conference Centre, en Nairobi, Mercado enfrentó a la veterana de entonces 33 años, Fatuma Zarika, una musculosa peleadora con 30 triunfos y 12 derrotas. Alfredo Caballero mandó a la esquina a sus entrenadores asistentes, los hermanos Germán y Alfredo León, que dejaron morir sola a Yamileth impactados por el físico y la experiencia de la keniana. La chihuahuense llegó dos días antes de la pelea, no tuvo ni tiempo de aclimatarse. En la lujosa carpa donde se realizó la pelea todo el público vitoreaba a la respetada y querida Zarika. Yamileth terminó morada de la cara, sin cortes, pero molida a golpes. “Los primeros rounds sí me dolía y pensaba que me podía noquear. Después del tercero de tan entumida que estaba ya ni sentía los golpes. Mi esquina estaba asustada y no sabían ni darme indicaciones. Me acordé de los consejos que me había dado Alfredo y eso hice. Aunque pierda le voy a dar, que se acuerde de mí.” Perdió por decisión dividida. Salió en medio de una lluvia de aplausos. Los kenianos le reconocieron el esfuerzo. Lo que más agradeció fue que los entrenadores de Zarika se acercaron y le dijeron que le daban menos de un año para ser campeona del mundo, que pensaban que “esa cara bonita se le iba caer en cuatro rounds”.

Round 10. La gloria

La revancha llegó el 16 de noviembre último en el Polyforum de Ciudad ­Cuauhtémoc. Fueron meses de negociaciones y conseguirle 60 mil dólares a Fatuma Zarika para que aceptara venir a México. A Yamileth le tocaron 7 mil dólares. Para ser profeta en su tierra, Mercado hizo una preparación de más de 70 días con El Alacrán Berchelt. Pulió su cruzado de izquierda y el recto de derecha, sus mejores golpes. Si en la primera pelea se fajó atacando, en la segunda la estrategia fue el contragolpe. Aprendió a bloquear el recto de derecha de Zarika que en Nairobi le entró toda la noche. Por decisión unánime, Yamileth Mercado se convirtió en la nueva campeona mundial de las supergallo. “En las únicas dos peleas que he perdido no traía mi moño. En África no me dejó la comisión y en la de Jessica Muñoz se me olvidó. Siempre me pongo un moñote en la cabeza, grande y llamativo. No siempre es el mismo, tiene que combinar con el uniforme. ¿Qué por qué se me ocurrió pelear con un moño? Pues porque no soy tan niño como parezco”. Esta entrevista se publicó el 29 de diciembre de 2019 en la edición 2252 de la revista Proceso

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