Amextra, pequeña empresa modelo de apoyo al maíz criollo

jueves, 9 de enero de 2020 · 10:14
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- ¿Dar el pez o enseñar a pescar? En la Asociación Mexicana de Transformación Rural y Urbana, A. C. (Amextra) se tiene muy clara la segunda opción. Por ello, a partir de cinco ejes, entre ellos el de medio ambiente, ha apoyado a comunidades en situaciones vulnerables, reactivando al campo de manera discreta pero eficaz durante 35 años de trabajo. Con un equipo de expertos que ha ido creciendo hasta 60, y una visión de valores universales, ha fomentado básicamente la producción del maíz criollo. Con modestas oficinas al sur de la Ciudad de México, y operaciones concretas en comunidades del Estado de México, Chiapas, Guerrero y Morelos, así como en la propia capital del país, la pequeña empresa que promueve la sustentabilidad está consciente del alto índice de pobreza y marginación en la cual viven 9.4 millones. Desde su fundación hace 35 años, explican Marcela Salas Cassani y Lorena López, directora general y jefa de operaciones, respectivamente, el apoyo ha llegado a cerca de 220 mil personas en 548 comunidades del suroeste, a través de una metodología que han replicado a partir de la experiencia y la colaboración de especialistas (alrededor de 60 personas) en diversas áreas, que van de lo social al medio ambiente y del desarrollo sustentable al ingenieril, incluida la artesanal mediante el proyecto “Pej´Pem Artesanal”. Así lo explica Salas Cassani: “Comenzamos siendo una asociación civil y ahora tenemos dos figuras legales, un área de consultoría (Amextra Consultores) e incluso una Sociedad Financiera Comunitaria que ha crecido a una figura legal, y estamos en proceso de convertinos en una Sociedad Financiera Popular. “Nos hemos tenido que ir reconfigurando con el tiempo debido a los recursos que vamos obteniendo y generando. La parte central de apoyo son donativos de individuos y fundaciones tanto nacionales como internacionales, como Fundacion ADO, Fundación CMR, Fundación Vistahermosa, Fundación Kellog’s, y la Iglesia luterana de Estados Unidos, así como Berlín Project. Amextra tiene una fundación de valores cristianos, que creemos que van más allá al ser en esencia valores humanos, y desde ahí trabajamos.” A lo que añade López: “La clave de los resultados es que trabajamos a partir del valor de las personas, de reconocer sus habilidades y cualidades. Nuestro trabajo es un acompañamiento constante que llega al punto en que esas personas sean autosuficientes, y en algunos momentos nos dan las gracias y las dejamos continuar con sus actividades. De todas esas experiencias aprendemos, alimentamos nuestra metodología, y eso nos permite seguir activos y buscar otros puntos en los que podemos ayudar.” Uno de los casos que más recuerdan es la de una comunidad cafetalera de once familias tzotziles de Nuevo Paraíso, en Ocotzingo, Chiapas, que tras la Matanza de Acteal en 1997 tuvieron que salir y peregrinar por muchos años, hasta que terminaron viviendo a orillas de una carretera en situación precaria. Amextra empezó a trabajar con ellas hace cinco años. Explica López: “Esta comunidad tiene una característica positiva. Prácticamente nos decían ‘enséñame a cultivar y yo aprendo’. Comenzamos con huertos, e incluso ellos pidieron un terreno en préstamo (entre dos y cuatro hectáreas) que se consideraba estéril. Luego de un primer primer proyecto para un pozo y baños ecológicos se logró trabajar la técnica de ‘Milpa intercalada con árboles frutales’. Esto aunado al apoyo en conocimiento sobre nutrición y alimentación con los niños.” Es precisamente a través de la técnica de milpa intercalada con árboles frutales y/o forestales, que han dado al “maíz criollo” su lugar por sobre la siembra del llamado maíz transgénico, pues como explica, este último sólo sirve para la siembra por una única ocasión, y en caso de plaga no suele ser el más resistente. De ahí que apoyen al campo y la siembra de una manera más inteligente: “Tenemos un grupo de agrónomos que han podido experimentar en este tipo de trabajos, muchas han sido experiencias exitosas de familias que han trabajado en parcelas. Lo que nuestros técnicos nos han dicho es que si tienes un monocultivo y llega un insecto y se vuelve plaga, acaba con la siembra, pero si tienes variación y a algun insecto le gusta el producto de una semilla, se comerá ésa, pero no lo demás.” De hecho el logotipo de Amextra es justamente una mazorca, que para sus integrantes representa “la bondad de la creación, siempre presente en la historia y espiritualidad de los pueblos de México”, según se lee en la web www.amextra.org. Asimismo, ejemplifican con el apoyo a familias en Morelos en situación vulnerable a raíz del sismo del 19 de septiembre de 2017, en específico en Jojutla y Tetela del Volcán, donde 70% de la población quedó sin hogar. Amextra intervino en dos etapas: una de atención a necesidades básicas de familias damnificadas, que incluyó 23 viviendas temporales, y otra que reactivó negocios locales y en la cual a la fecha se trabaja en la entrega de 16 viviendas reconstruidas. Sobre la labor que realizan finaliza la directora: “Creo que es importante señalar que los programas paternalistas y asistencialistas que por mucho tiempo han realizado los gobiernos, lejos de ayudar verdaderamente a la gente han hecho daño, pues implementan con proyectos que a veces las comunidades no necesitan, no están adaptados para sus necesidades, y lejos de ser inversión terminan siendo una pérdida y un derroche de dinero. “Deben adecuarse al contexto, la población, la comunidad y las necesidades de las personas para que se terminen apropiando de las aportaciones y las actividades y se haga un ciclo de trabajo.” La violencia es otro tema contra el cual Amextra trabaja. Muestra de ello es el espacio que dedicaron a Liliana Gálvez, una joven de 17 años que se entrenó como ludotecaria en la Montaña Alta de Guerrero, según se lee en el informe anual de 2018 de Amextra. Galvéz y su padre fallecieron a raíz de una emboscada. De hecho, la temática “No Violencia” fue central durante un foro de Amextra realizado en el marco de los 35 años, en donde el equipo compartió experiencias de acuerdo a las diferentes áreas de la asociación. Este texto se publicó el 5 de enero de 2020 en la edición 2253 de la revista Proceso

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