La vuelta de Eliades Ochoa al Metropólitan

viernes, 10 de enero de 2020 · 14:21
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El más joven de los “viejitos” que tocaron “Chan Chan” y “El cuarto de Tula” con Ry Cooder para el filme Buena Vista Social Club (BVSC) y CD galardonado Grammy 1998, Eliades Ochoa, habla sobre su regreso a México: “Como canta el sonero más grande que ha dado Cuba, Beny Moré, México y Cuba son naciones hermanas para reír y bailar. Además, los cubanos admiramos mucho al pueblo mexicano y su música.” Ochoa vuelve para un concierto en el Teatro Metropólitan el 29 de enero presentando un nuevo tema disquero al lado de Pablo Milanés, “Como la nube se impone al sol”, de Agustín Lara. Nació el 22 de junio de 1946 en el seno de una familia de músicos y desde 1978 se integró al Cuarteto Patria, cuya fundación data de los años treinta. “De niño boleaba zapatos, pasaba el sombrero, vendía periódicos y aprendí a tocar la guitarra a los seis años por mis padres Empecé a trabajar en el programa campesino como músico profesional, luego en la difusión cultural pues el estado pagaba a los músicos… Vivo muy a gusto tocando y cantando Vivo bien.” Ha afirmado que “uno de los mayores privilegios de mi vida ha sido dirigir y producir el documental Eliades Ochoa de Cuba y para el mundo. Actualmente se hace acompañar por Marcos Antonio Fernández en el piano, Eglis Ochoa Hidalgo en los coros y maracas, José Ángel Martínez en el bajo, Raony Sánchez y Reinaldo Orestes en las trompetas y Jorge Naturell Romero en las percusiones. Ya desde 1998 dijo a este reportero que no le atraía ningún otro país para radicarse: “No cambiaría Santiago por ninguna ciudad de las que he visitado y mira que tu país me fascina. No cambio ritmos ni patria, soy el mismo guajiro con la misma vena campesina en mi canto y manera de tocar la guitarra No tengo ningún motivo para dejar Cuba.” —¿Cómo ve el futuro latinoamericano en este siglo XXI? —Desde el punto de vista musical no podía estar mejor, porque en el político se mira muy preocupante Es brillante el mañana de la música tradicional y de la música latinoamericana en general; pero la música es música donde se quiera y si a usted le gusta el rocanrol está bien, cada uno tiene su público. Pero si le gusta la música tradicional del son cubano, mejor, pues demuestra que su gusto estético es amplio. “Para la música que hago no existen lejanías, idiomas o fronteras, no hay nada de eso. Yo soy un jíbaro que vive orgulloso pues los teatros me despiden de pie, y eso se lo debo a que nunca he dejado de hacer música tradicional cubana. El son cubano es el plato fuerte de mi restaurante.”
De la trova para el mundo
El trovero abordó en otra visita hace nueve años temáticas afines a su temprano oficio de sonero campesino. “Hay que reconocer que el CD y la película de Wim Wenders Buena Vista Social Club divulgó y promocionó nuestra imagen al mundo, pese a que haya cosas de la cinta que no me gustan, como que haya mostrado calles y casas feísimas de La Habana. Son únicamente un lado de la realidad, porque sabemos que tenemos carencias, pero también muchísimas cosas hermosas en Cuba.” Y su pareja Grisell Sande: “En todas las provincias de la isla se han creado muchas escuelas de arte a las que asisten los niños desde pequeños, y se vinculan a las escuelas normales; por ejemplo, es el caso de nuestra hija Evorita, que aunque estudia ingeniería industrial llevó guitarra cuatro años en una escuela elemental de La Habana.” Por su amor, Eliades ha compuesto varias canciones, como “Muchas gracias”, “Grisell” y “Un bolero para ti”. Historiadora, musicóloga e investigadora egresada de la Universidad de Oriente, ella es quien durante décadas de matrimonio ha coleccionado en su casa de Santiago de Cuba las guitarras, fotos y recuerdos de la carrera del trovador. Juntos presentaron en Madrid las memorias de su autoría: Eliades Ochoa, de la trova para el mundo, una biografía prologada por Silvio Rodríguez que retrata el fruto de 18 años dedicada a estudiar la música cubana y apoyar a su compañero de vida. Reitera el cantor de “El cuarto de Tula” y creador del “Rap de la gallina o el huevo”: “Cuba es una isla musical, en cualquier esquina hay alguien tocando rumba, bailando, o un bohemio interpretando boleros y guarachas. Allá tú sabes que la copa, las guitarras y las mulatas andan unidas.” En Cuba “podemos tener carencias”, tercia Grisell, “pero somos un pueblo educado que está preparado y asimila el conocimiento por su sistema educativo, porque la educación se brinda por igual a todo cubano”.
Con “El león de Camerún”
“La grabación Cubáfrica que hicimos en 1996 el Cuarteto Patria con Manu Dibango y lo que ha estado pasando hoy en día con nuestra fuerza artística sonera, fue gracias al proyecto BVSC, que abrió la puerta a la riqueza y el sabor de la música cubana en el mundo”, afirma Eliades Ochoa. “Yo estaba tocando en el Festival Angouleme de París y alguien mencionó que entre el público había un famoso músico de Camerún, de nombre Manu Dibango, que deseaba tocar su saxofón conmigo en una pieza, y aquello me resultó algo extraño, porque sinceramente yo no le conocía. “Comenté a mi representante español Saúl Presa: ‘Bueno, chico, yo les dije a estas personas que te vieran porque hay ahí un africano que quiere tocar conmigo y tengo miedo de que hagamos el ridículo o vayamos a quedar mal con el público aquí, por él y por mí.’ Me preguntó cómo se llamaba y le respondí: –No sé… Mano o Manú Dibanyo, una cosa así… “Y gritó: ‘¡Muchacho, Manu Dibango es un célebre artista africano y sabe todo sobre la música cubana…!’ “Total, llegó con su sax a mi camerino. Él, muy jocoso, se comunicaba a través de mi representante, porque no habla español, y le pregunté qué canciones sabía de la música cubana. Me sorprendió…” Manu Dibango soltó de inmediato en su instrumento las frases musicales de “El paralítico”, pieza compuesta por Miguel Matamoros. “Me di cuenta de que el hombre tenía amplios conocimientos de la música cubana y que la disfrutaba a cántaros. Me explicó que tenía discos míos en su casa de París, los ponía en su grabadora, y arriba de las canciones él metía sus melodías en el saxofón. A partir de ese momento brotó una gran amistad, una hermandad con Manu Dibango, y enseguida salió la idea de grabar un disco. “Pero, ¿qué pasaba? A mí me quedaban menos de dos semanas en Europa, por lo que teníamos sólo nueve días para ensayar y grabar el CD que llamamos Cubáfrica. Después de eso nos hemos encontrado por distintos escenarios en el mundo y ahora nos entendemos muy bien a todo nivel.” --¿Qué tanta diferencia encuentra entre el son cubano y los géneros afro que hace Cuba? --Yo no pierdo la herencia campesina del son montuno como lo tocaba el Trío Matamoros, viene de que la forma de tocar en el campo es diferente del son que se escucha con la gente culta, porque se cae de la mata de que un jíbaro del campo como yo no toca el son con acordes disonantes ni filigrana de arreglos, es puro son guajiro. “Y hablando de música africana, hay tanta variedad rítmica que algunas formas me resultan más fáciles por la síncopa. De cualquier modo, la influencia cultural de África fue determinante en la música cubana; acuérdate que, además de haber sido una provincia española, los esclavos negros fueron traídos a los molinos de azúcar en Cuba, Haití, el Caribe y hasta México por los europeos.” --¿Qué más anhela usted en la vida como artista? --Me gustaría continuar trabajando mientras tenga fuerza, hacerlo bien y que el día de mañana, cuando ya no pueda mover los dedos, tocar la guitarra o cantar una canción, bueno, que por lo menos queden los recuerdos de algo bien hecho, con respeto, con mucho cariño de hacerlo. “Y anhelo perfeccionar cada día más lo que interpretamos, porque la música tradicional cubana no es un oficio mío, sino una labor colectiva. Por mucho que nosotros hagamos, ese público que nos quiere tanto merece más, más y más.” Eliades y su grupo se presentarán el miércoles 29 de enero en el Teatro Metropólitan de la capital mexicana, a las 20:30 horas. --FIN DE NOTA--

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