Críticos de AMLO se lavan las manos de su corresponsabilidad, dice consejero del Papa
ROMA, Italia. (apro). - El uruguayo Guzmán Carriquiry Lecour, uno de los principales consejeros del Papa Francisco en cuestiones latinoamericanas, condenó a aquellos que critican al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, pues, a pesar de que algunas de sus políticas resulten “demagógicas”, sus críticos se lavan las manos de su corresponsabilidad, según un documento al que Proceso tuvo acceso en exclusiva.
“Hace algunos meses, (escribí) que López Obrador tenía la posibilidad de liderar un gran movimiento nacional y popular de regeneración y reconstrucción del país o podía sufrir la amenaza de reducirse poco a poco en una nueva versión del ‘ogro filantrópico’ de la ‘revolución institucionalizada’”, escribió Carriquiry en su texto.
“Arriesgo todavía a dejar abierta esta alternativa, aunque no falten políticas que se demuestran mas bien demagógicas y confusas”, precisó el secretario de la Pontificia Comisión para América Latina del Vaticano.
Por eso, “quienes se apresuran a condenarlo, se lavan las manos demasiado fácilmente de su corresponsabilidad con las situaciones ahora heredadas”, añadió en una reflexión en la que volvió a alertar sobre la situación “imposible” de México, “un país violentado por una criminalidad que parece incontrolable”.
“Los cárteles mexicanos, desde la cúspide hasta las bases, parecen incontrolables, con todo tipo de protecciones en diversas instancias del Estado, en guerra entre ellos por el control de regiones y circuitos, protagonistas de una violencia inaudita, asesina, con muchas decenas de millares de muertes en su haber”, argumentó en otra parte de su texto.
“El narconegocio quiere dominar o neutralizar el Estado a través de diversas formas de complicidad, o quiere destruirlo. No es la mera represión de las fuerzas de seguridad que lograrán acabar con ello”, consideró.
De ahí que, juzgó Carriquiry, “el fracaso de la ‘guerra’ proclamada por la anterior Presidencia mexicana está muy claro”.
“Las operaciones de la DEA no pueden pretender ocultar que la más grande demanda de drogas proviene de los Estados Unidos (y después de Europa Occidental) (...) Tampoco parece solución adecuada la liberalización del comercio de drogas ligeras bajo cierto control estatal”, estimó el intelectual católico.
En esta línea, Carriquiry hizo hincapié en que México tiene una “economía que ve puntas de alta tecnología y productividad con un enorme atraso en zonas rurales”, pero también “una desigualdad social escandalosa entre las más grandes fortunas del mundo y grandísimos bolsones de pobreza, incluso de miseria y exclusión (sobre todo en algunas zonas indígenas).
“Además, tiene que vérselas con la vecindad, por una parte, con el gigante del norte y sus muros y, por otra, con el volcán centroamericano y sus migraciones”, continuó Carriquiry.
Trazando un diagnóstico de la desigual relación entre México y Estados Unidos también denunció “la obsesión de la administración norteamericana por el muro divisorio”, así como “las imágenes caricaturales que se propagan en Estados Unidos sobre los hispanos acusados de ser focos de delincuencia y las discriminaciones, persecuciones y deportaciones que sufren los hispanos en ese país”.