Los LeBarón se instalan y pernoctan en el Zócalo de la CDMX

sábado, 25 de enero de 2020 · 23:00
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- Para muchos de los LeBarón, particularmente los más chicos, la Caminata por la Verdad, la Justicia y la Paz representa “la primera vez que salen de su lugar de origen”, así que no sólo protestan y “exigen justicia”, también “perdemos el miedo” y, por qué no, se hace turismo de aventura. La última acción de este sábado fue instalar un campamento con una veintena de tiendas de campaña en la plancha del Zócalo de la Capital del país, donde pernoctan esta noche. Frente a Palacio Nacional, custodiados por elementos de la Guardia Nacional, los niños y jóvenes son los más entusiastas. Julián LeBarón explica que es una acción política, para hacerse presentes de una buena vez. El campamento se levantará mañana domingo muy temprano. Los LeBarón se sumarán, como desde el inicio, al último día de la Caminata. De la Estela de Luz al Palacio Nacional, la marcha se desplazará en silencio. [caption id="attachment_615712" align="aligncenter" width="885"] Foto: Germán Canseco[/caption] Mientras los padres sacan y transportan las maletas de los autobuses a la plancha, los niños y jóvenes arman las carpas y luego juguetean por la plaza. Adrián LeBarón, mientras tanto, dialoga con uno de sus familiares, quien le insiste en que tiene que revisar un texto que han preparado para que lo lea en la plaza. Lo revisa cuidadosamente y luego empieza a hacer llamadas: “No me entendieron, hay que revisar varias cosas”, dice. Luego, un “agente” de Gobernación, se pone a sus órdenes y le pregunta por Javier Sicilia: “Es que se nos perdió”, dice el “oreja”. Adrián levanta los hombros y dice “no sé”. Han sido muchas horas bajo el sol, pero eso no evita que Julián le quite la guitarra a uno de sus chamacos. Sentado en una maleta, el activista le regala a los fotógrafos y camarógrafos varios acordes sueltos en medios de los flashes y los reflectores. Se da tiempo para bromear con los suyos. [caption id="attachment_615711" align="aligncenter" width="856"] Foto: Germán Canseco[/caption] Poco a poco, los niños y los jóvenes comienzan a desaparecer, se han ido perdiendo en sus respectivas tiendas. La mayoría de las mujeres también. Sólo quedan algunos de los mayores que siguen discutiendo posturas y debatiendo acciones. Están casi listos para ir a dormitar en la fría plancha de lo que varios han llamado “el corazón de la patria”. Además de los “orejas” y los agentes de la Guardia Nacional, y uno que otro vendedor trasnochado, los únicos testigos silenciosos, al parecer, del campamento son la Catedral, el Palacio Nacional, el del Ayuntamiento y la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Casi nada, esta noche duermen entre las sedes de algunos de los poderes constitucionales y fácticos.

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