Angola: la potentada hija del presidente

lunes, 27 de enero de 2020 · 16:00
LONDRES (apro).- El exclusivo Miami Beach club, ubicado a pocos kilómetros de la capital de Angola, Luanda, es uno de los sitios elegidos por empresarios multimillonarios, celebridades locales y figuras de la política de ese país del sur africano, devastado por una guerra civil que duró más de 20 años, llevando a la pobreza a gran parte de la población. El opulento club sobre la costa del Atlántico sur, en la Ilha de Luanda, cuenta con muchos clientes que se beneficiaron en los últimos años del boom petrolero que generó millones a unos pocos, pero que sin embargo terminó en un colapso de la economía local, llevando a la renuncia de uno de los políticos que más tiempo gobernó un país africano, José Eduardo dos Santos. Fue un periodo en que una pequeña elite de angoleños amasó grandes fortunas, aunque nadie tanto como la hija de Dos Santos, Isabel, con una fortuna personal que Forbes estimó en al menos 2 mil 200 millones de dólares. El Miami Beach club fue de hecho uno de los primeros negocios comerciales de Dos Santos en Angola, convirtiéndola de inmediato en una astuta inversora. Con sólo 25 años y después de regresar a Angola tras estudiar en Londres, Isabel Dos Santos adquirió acciones en el bar, transformando el sitio que por entonces muy pocos conocían en uno de los más selectos de todo el país. La hija del presidente invirtió su dinero astutamente, ya que Ilha de Luanda es actualmente uno de los sitios más de moda y valuados de la costa occidente de África, desde Ciudad del Cabo a Lagos. Gracias a ese emprendimiento, como también a otros en diversos sectores de la economía, Dos Santos, de 46 años, es ahora la mujer más rica de África. Sin embargo, su vasta fortuna, conseguida en uno de los países más pobres del mundo, habría sido amasada a partir de corrupción, nepotismo y sobornos. La hija del presidente es ahora investigada por fiscales angoleños, en una pesquisa criminal iniciada en septiembre pasado que evalúa su participación en la principal compañía petrolera estatal de Angola, Sonangol. A comienzos de este año, la Fiscalía General de ese país anunció además que congelará los bienes de Dos Santos y su marido, Sindika Dokolo, al concluir que los negocios turbios de ambos en Sonangol y en la compañía nacional de explotación de diamantes “empobreció” al Estado angoleño en mil millones de dólares. La multimillonaria pareja niega categóricamente las acusaciones en su contra. De todos modos, la filtración de unos 700 mil documentos secretos a 37 medios de prensa, incluido el periódico The Guardian, dio cuenta de turbias actividades financieras de Isabel Dos Santos y su esposo, como también de negociados en su enorme imperio comercial. La llamada “filtración Luanda” formó parte de una investigación encabezada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación. Dos Santos nació en 1973 en Baku, Azerbaiyán, donde sus padres se habían conocido. Su padre era por entonces funcionario del comunista Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA, en sus siglas en inglés), y había sido enviado a estudiar ingeniería en la por entonces Unión Soviética. Su madre era una campeona de ajedrez, y también estudiaba ingeniería. Dos años más tarde, el régimen colonial portugués colapsó en Angola, y cuatro años más tarde, en 1979, José Eduardo dos Santos, asumió como presidente del naciente país. Junto a su familia, Dos Santos se trasladó al palacio presidencial en Luanda. Pero luego del repentino divorcio de sus padres y cuando el país estaba sumido en una violenta guerra civil, Isabel Dos Santos viajó junto a su madre a Londres, donde estudió en la exclusiva escuela St Paul’s Girls School. Allí, la joven obtuvo las mejores calificaciones en matemáticas y física, que le permitieron estudiar ingeniería eléctrica en la universidad King’s College de la capital británica. Tras graduarse como ingeniera, Dos Santos trabajó por dos años en Coopers & Lybrand, la firma contable conocida actualmente como Pricewaterhouse Coopers (PwC), con la que mantendría más tarde lucrativos lazos comerciales. Luego de su paso por Londres y al finalizar la guerra civil en Angola, Dos Santos regresó a su país donde fundó primero una compañía de transporte, y luego una empresa de tecnología para telefonía celular. Fue justamente con esa compañía de telecomunicaciones que Dos Santos consiguió lucrativos contratos públicos a finales de los años 90, en gran parte gracias a sus conexiones familiares, y el vínculo de su padre con poderosos funcionarios. Unitel es ahora la principal empresa proveedora de teléfonos celulares en Angola. Desde entonces, el imperio comercial de Dos Santos siguió creciendo, como también las acusaciones por nepotismo e influencia de su padre, directa o indirecta, para conseguir contratos públicos, que la ayudaron a amasar una enorme fortuna. Dos Santos es actualmente accionista mayoritaria en gran parte de los sectores de cemento, diamante y financiero de Angola, como también de una cadena de supermercados, de una red de televisión por cable y de una cervecería en ese país. La hija del ex presidente afirma que es víctima de una “caza de brujas” motivada políticamente, y niega acusaciones de corrupción, nepotismo y soborno en su contra. Dos Santos tuvo suerte, ya que su aparición en el pequeño y reservado mundo de los negocios de Angola ocurrió en tiempos en que el país africano estaba en los comienzos de un boom petrolero. El aumento de los precios del crudo y un incremento de la producción elevó los ingresos de Angola de 3 mil millones de dólares en 2002 a 70 mil millones en 2008, aunque muy poco de ese dinero logró llegar a los angoleños de a pie. El país recibió por entonces enormes sumas de dinero en préstamos otorgados por China y otros países, en parte destinados a proyectos de infraestructura, a pesar de que la red vial y ferroviaria del país sigue en ruinas, mientras que le generación de energía es considerada como totalmente inadecuada. Además, reiteradas sequías afectaron al sector agrícola del país, llevando a millones de angoleños a la pobreza absoluta. Según el último informe del Banco Mundial sobre África, dado a conocer a finales de 2019, al menos dos tercios de la población de Angola subsiste con menos de dos dólares al día. A partir de 2008, Dos Santos se convirtió en una de las mujeres más ricas de Angola y de toda África, organizando fiestas y eventos exclusivos como el de 2012 en el que pagó a cientos de amigos para volar en jets privados a la celebración por el décimo aniversario de su casamiento con Dokolo, un empresario y coleccionista de arte congolés. Dokolo colecciona además autos deportivos, y cuenta con un súper-yate, Hayken, que adquirió en Londres del multimillonario empresario del sector de propiedades, Christian Candy. Además, la pareja cuenta con un penthouse en Lisboa con un garage para siete autos, tres mansiones en el exclusivo barrio de Kensington, en Londres, un apartamento en Monte Carlo valuado en más de 50 millones de dólares, y una enorme propiedad de veraneo en el Algarve portugués. La colección de arte africano de Dokolo, que se expone en su fundación, es estimada como una de las mayores del mundo. Su colección de arte moderno, que amasó desde que tenía 15 años, incluye también obras de Andy Warhol y Jean-Michel Basquiat. Actualmente los intereses comerciales de Dos Santos y su marido abarcan dos continentes, Europa y África. En Portugal, la pareja es propietaria de acciones por un valor de 800 millones de euros del grupo energético Galp, es accionista del grupo de telecomunicaciones Nos, del banco Eurobic, donde cuenta con el 42.5% de las acciones, además de tener acciones en bancos de Angola y Cabo Verde. En 2016, Dos Santos fue nombrada presidenta de la compañía petrolera estatal de Angola, Sonangol, pero poco meses después fue despedida cuando João Lourenço, un funcionario del MPLA que había reemplazado a su padre como presidente en 2017, lanzó una campaña anti-corrupción en su país. Los documentos filtrados a The Guardian y analizados por el consorcio de periodistas de investigación, también indicaron que PwC fue el principal auditor, consultor y consejero contable de las compañías controladas por Dos Santos y su marido en Suiza, Malta, Holanda y Angola. En total, PwC trabajó para 20 compañías de Dos Santos, en muchos casos sabiendo que gran parte de las fortunas acumuladas por la pareja provenían de negociados turbios y actos de corrupción. En todo caso, Isabel Dos Santos no es la única integrante de su familia bajo la mira de las autoridades. Su media hermana, Welwitschia dos Santos, fue expulsada del Parlamento angoleño en 2019 por abandono de funciones, luego de trasladarse el Reino Unido, alegando que estaba amenazada por los servicios secretos angoleños. Por su parte, su medio hermano José Filomeno dos Santos, está siendo enjuiciado por delitos de corrupción. Ambos niegan las acusaciones en su contra. El ex presidente José Eduardo dos Santos se encuentra gravemente enfermo en un hospital de Barcelona. “Esta es una caza de brujas políticamente motivada. Estamos bajo un Estado perseguidor y ante magistrados serviles y partisanos. Y yo terminé siendo la mujer elegida como chivo expiatorio”, afirmó Isabel Dos Santos el pasado 10 de enero en una entrevista con la agencia Reuters en Londres, donde reside actualmente. De acuerdo al The Guardian, Dos Santos teme ser apresada en la capital británica por delitos de corrupción y extraditada a su país, y por ende planea escapar a una mansión de máxima seguridad dentro de una comunidad cerrada en la Bahía de Jumeirah, en Dubai. Lo cierto es que por el momento, Dos Santos no tiene plan alguno de regresar a su país. “No he regresado a Angola desde 2018 porque hoy mi país atraviesa una grave situación de inseguridad. Los índices de criminalidad son muy altos, hay muchos robos, muchos asesinatos. No es un lugar seguro”, sostuvo la potentada hija del expresidente angoleño.

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