Plataneros de Jalisco lamentan golpes de la naturaleza y piden ayuda al gobierno
CIHUATLÁN, Jal. (apro).- Víctimas de recurrentes inundaciones por el desbordamiento del Río Marabasco, que ha derivado en pérdidas totales de sus cosechas, los productores de plátano de esta región denuncian irregularidades en el diseño de las obras hidráulicas de contención y exigen al gobierno federal medidas preventivas para evitar más siniestros en sus plantaciones.
Tan sólo en la última década, los plataneros han sufrido en cinco ocasiones la destrucción de sus huertas: en 2011, con el huracán Jova; en 2013 con la tormenta tropical Manuel; en marzo de 2015, con lluvias atípicas; en octubre de 2015, con el huracán Patricia; y en 2019, con el huracán Lorena.
En septiembre pasado, tras el desbordamiento del Río Marabasco --que marca los límites territoriales entre los municipios de Manzanillo, Colima, y Cihuatlán, Jalisco--, se perdió una superficie de alrededor de 3 mil 500 hectáreas de cultivo de plátano en ambas márgenes.
Luego de realizar junto con el reportero un recorrido por las zonas afectadas, Narciso de Jesús Ramírez Rubio, de la Asociación Municipal de Propietarios Rurales de Cihuatlán, dice en entrevista que, a más de cuatro meses del último desastre agrícola, los productores no han logrado recuperarse de los daños sufridos.
“El asunto es muy grave, pues se requieren hasta 40 mil pesos para rehabilitar cada hectárea, y de esa cantidad el gobierno nos ayuda únicamente con 2 mil 500 pesos, con un límite de hasta 10 hectáreas por productor; además, ni una sola máquina vino para apoyarnos en el arreglo de los caminos sacacosechas”.
En el caso de los productores que tenían contratado algún seguro agrícola, tampoco tienen resuelta su situación, porque “es insuficiente y al arrancón casi te acabas todo; lo primero que hacen es rebajarte el deducible, que es el 10 por ciento”.
Durante el avance por brechas y caminos, entre plantaciones que aún mostraban huellas de destrucción y abandono, Narciso de Jesús Ramírez lamenta: “Después de tantos golpes de la naturaleza no nos podemos acostumbrar; lo único que nos falta es que se nos salgan las lágrimas, han sido 10 años muy duros”.
Como resultado de las insistentes gestiones realizadas en los últimos años por los productores ante los gobiernos federal y estatales de Jalisco y Colima, con el fin de evitar los desbordamientos del Río Marabasco, se colocaron bordos en sus márgenes, primero de arena y, ante su inutilidad, después de piedra, pero estos últimos tampoco han resistido los embates de la corriente y en algunos tramos han colapsado, como ocurrió durante el huracán Lorena en septiembre pasado.
Gonzalo González Nava, pequeño propietario y miembro del Ejido Marabasco, estima que los bordos se encuentran bien construidos para conducir la corriente, pero no para recibir los golpes de agua en los segmentos de curvas de casi 90 grados, donde se han registrado los mayores daños.
“Esos bordos deben ser corregidos, protegiéndolos a base de espigones, de otra manera siempre vamos a estar expuestos a que se destruyan y siga habiendo inundaciones”.
Sin embargo, denuncia que a pesar de la insistencia de los productores ante las instancias gubernamentales para que se tomen medidas en ese sentido, las obras se siguen realizando de la misma manera.
“Ya es tiempo de que se hagan las cosas bien pensadas y no estar tirando el dinero a la basura cada vez que pasa esto, casi con cada ciclón; durante el gobierno de Enrique Peña Nieto mandamos cuatro o cinco cartas y no obtuvimos respuesta, no dieron ninguna explicación, en muchos casos ni siquiera nos dieron acuse de recibido”.
Ante la actitud que han mostrado las autoridades frente a esta situación, González Nava considera que hay tres posibilidades: falta de voluntad de hacer bien las cosas, ignorancia o incapacidad técnica para hacerlas o corrupción.
Recientemente, diversas organizaciones de productores enviaron un escrito al presidente Andrés Manuel López Obrador, solicitándole la atención de la problemática que están viviendo.
Suscrito por la Asociación Local de Productores de Plátano de la Costa Sur de Jalisco A.C., Ejido Río Marabasco, Ejido El Chavarín y la Unión de Ejidos Cihuatlán, entre otros, el documento resalta que hace más de 10 años el gobierno federal puso la primera piedra de lo que sería la presa El Naranjo, que entre otras cosas ayudaría a controlar las avenidas del Río Marabasco y podría evitar las inundaciones, pero hasta la fecha la obra se encuentra detenida por problemas administrativos.
Ante las peticiones de ayuda realizadas por los plataneros al gobierno anterior, éste decidió construir bordos para tratar de evitar los desbordamientos del río con un cauce de 120 metros de ancho.
“Lo grave --apuntan las organizaciones-- es que modificaron dicho cauce inventando curvas que no existían y no protegieron con espigones los bordos, ya que no están construidos para soportar el terrible empuje del agua y siempre se ven dañados”.
Durante el paso del huracán Lorena, añaden, el río se desbordó en la zona del poblado Ejido Marabasco, pues aguas abajo del puente Cihuatlán se abrieron dos grandes ventanas, destruyendo plantaciones de plátanos, empaques y sistemas de riego, además de las afectaciones al poblado El Rebalse, Jalisco.
“Por fortuna, ante la amenaza, los habitantes decidieron dejar sus casas y no hubo desgracias personales”.
De acuerdo con las organizaciones firmantes, el problema de fondo radica en que a lo largo de aproximadamente cinco kilómetros se encuentra obstruida la desembocadura del río hacia el mar, por lo que “por más obras de cualquier tipo que se hagan, incluida la presa, no servirían de mucho si no se le abre la desembocadura”.
En relación con los seguros de obra contratados por el gobierno federal, piden que éstos “se modifiquen, que sean más flexibles cuando haya que reparar los daños que dejan los desbordamientos, porque volver a reparar de la misma forma los daños es asegurar que van a volver a ocurrir por siempre y eso ya no lo podemos aceptar”.
Narciso de Jesús Ramírez afirma que las autoridades no están pensando en una obra a futuro, porque la solución del asunto no era la construcción de bordos, sino el desazolve del río y la ampliación de las partes angostas del cauce, lo que ya se había decidido en una reunión con funcionarios, pero ya no se le dio seguimiento al tema.
Como consecuencia de los siniestros sufridos en sus cultivos, desde la llegada del huracán Patricia en 2015, Gonzalo González decidió suspender la producción de plátano, a la que dedicaba una superficie de 75 hectáreas.
“Ya no tenía dinero, estaba bien endeudado, por eso me retiré. Ahorita mis tierras, que son muy fértiles, las tengo rentadas para ganado. Estoy esperando a ver qué pasa con el río, a ver si mejora la situación, porque si logramos que se abra lo de la desembocadura y los espigones, las tierras vuelven a ser productivas para plátanos”.
Actualmente, añade, “hay gente interesada en rentarme las tierras para cultivar plátano, pero le digo: ‘no te conviene, vamos a perder tú y yo, se va a desbordar el río y quién te va a pagar a ti y a mí’; ahorita tengo las tierras con ganado para tener ingresos, porque de algo tengo que comer”.
Prosigue: “A mí me retiró la naturaleza, me dijo que ya no, y ya no tuve recursos para entrarle; ya estaba yo hasta acá con la Financiera Rural, con cajas populares, con el ISSSTE, soy pensionado; logré ponerme al corriente gracias a los cocos, tengo mil palmas y vendí la producción por dos años, con eso pude pagar, porque ya me había amenazado la Financiera Rural que me iba a quitar parte de las tierras. Logré que me prestaran más de un millón de pesos y con eso me puse a mano en todo”.
El productor Adrián Deniz Ramírez, quien durante tres décadas ha cultivado plátano en esta zona, tuvo pérdidas por alrededor de cuatro millones de pesos tras el paso del huracán Patricia en 2015. “Ya me había recuperado, ya había pagado mis deudas cuando otra vez llegó otro desastre, ahora con Lorena en 2019”.
Sobre una superficie total de 100 hectáreas, distribuidas en plantaciones ubicadas en las dos márgenes del río, Deniz produce plátano de las variedades macho, dominico y enano gigante, que envía a La Barca, Jalisco; León, Guanajuato; y Aguascalientes, Aguascalientes. Un tiempo realizó exportaciones a Corea, pero una entrada del río le bajó la calidad de la fruta y no pudo continuar enviándola al exterior.
Ante las pérdidas actuales, calcula que tendrá que invertir 35 mil pesos por hectárea para recuperarse, pero prefirió no tramitar el apoyo gubernamental de 2 mil 500 pesos. “No metí documentación, no me sirve, no me saca de ningún apuro… ni la vergüenza. Tenía asegurada la mitad de la superficie y con eso voy a salir adelante”.
Mientras tanto, en Cihuatlán y en comunidades de Jalisco y Colima, enclavadas en ambas márgenes del Río Marabasco, se resiente el impacto económico de la pérdida de la cosecha de plátano.
“El viento y el agua tumbaron todo, en las huertas sólo algunas plantas se mantuvieron de pie —cuenta Gonzalo González—; quedas tan jodido que sólo teniendo lana o pidiendo prestado sales adelante, porque para volver a producir tienen que pasar como nueve meses. Mucha gente se está yendo a trabajar a Tecomán o a Cerro de Ortega porque aquí se acabó el trabajo”.
Narciso de Jesús Ramírez indica que ante cada pérdida de las plantaciones de plátano se desquicia la vida económica y social de la región, porque más de un millar de familias se sostiene de esta actividad.
“La economía de Cihuatlán está afectada. Lo recursos del turismo casi no se quedan aquí, por lo que un desastre agrícola impacta inmediatamente, a otro día no hallas ni qué hacer. Yo pude entrar a la huerta a pie después de 10 días y no hasta donde quería”.
Concluye: “Sientes algo tan horrible cuando se te acercan muchachos trabajadores que tú conoces y te dicen ‘patrón, no trae algo que me preste, porque no he trabajado’. En una situación así, a la gente joven quién la jala… la mafia. Si no hay opciones, es más fácil que caigan”.