Fiscalía Militar desestima pruebas y trata como suicidio la muerte de subteniente

miércoles, 18 de marzo de 2020 · 19:02
OAXACA, Oax. (apro).- A más de un año del fallecimiento de la subteniente Susana Sayas García, en la base militar del 37 Batallón de Infantería de Villahermosa, Tabasco, sus familiares siguen esperando justicia. La Fiscalía Militar sostiene que se trató de un suicidio, pero la familia asegura que fue feminicidio, porque el cadáver de Susana tenía un impacto de arma de fuego en la cabeza. Es más, el impacto provino del arma de cargo del capitán Mauro A. S., a quien exoneraron las autoridades castrenses. Otro hecho que hace dudar a los familiares de la víctima es que el vehículo particular que Susana había adquirido horas antes de su muerte fue localizado, sumergido, en las aguas de la laguna "Las Ilusiones", a menos de cinco kilómetros de la base militar, según se señala en el muro de Facebook ‘Voces de la Ausencia Verdad, Justicia y Reparación’. Sin embargo, a un año de distancia, y pese a los peritajes y testimonios, la Fiscalía Militar continúa sin aceptar que se trató de un feminicidio. En su exigencia de justicia, Carmen Pech Calzada, tía de la víctima, pone sobre la mesa algunas preguntas sin respuestas: “¿Qué descubrió Susana Sayas en el campo militar que le llevó a la muerte? ¿Por qué Susana utilizaría el arma del capitán Mauro, si ella también tenía su arma de cargo? ¿Por qué las pruebas de rodizonato que se le realizaron a Susana salieron negativas? ¿Por qué al capitán no se le hizo la prueba de rodizonato? ¿Por qué quisieron desaparecer su vehículo? ¿Acaso el capitán Mauro estaba involucrado en algo turbio?”. De igual manera, recuerda que, días antes de perder la vida, su sobrina le confió que el capitán Mauro A. estaba incurriendo en malos manejos y le hacía la vida imposible. “La obligaba a ir a reuniones sociales con sus jefes, en donde bebían y se embrutecían”. Pese a esos antecedentes, abunda, la justicia castrense concluyó que Susana Sayas se suicidó, que no había crimen que perseguir.
El caso
El 8 de marzo de 2019, a las 04:30 horas, la subteniente Susana Sayas García fue localizada con heridas de muerte, en la base militar del 37 Batallón de Infantería ubicada en Villahermosa, Tabasco. El primer peritaje estableció como negativa la prueba de rodizonato de sodio que le aplicaron. El segundo peritaje, cinco días después, arrojó el mismo resultado. Carmen, tía de Susana, asegura que el capitán afirmó que el día de los hechos salió de viaje, “pero no es cierto, no pudo comprobar que efectivamente estuvo fuera”. “Ella (Susana) manejaba y repartía los recursos en la zona de ahí, esa era su comisión. A las 5 de la mañana iba a salir de Villahermosa a Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, a donde iba a dejar recursos (alimentos e insumos) para la tropa. “Y qué casualidad que a las cuatro y media la mataron, con la pistola de su capitán. Ella había dicho días antes que parecía que el capitán estaba haciendo malos manejos de los recursos”. Carmen Pech confiesa que Susana Sayas García --su sobrina e hija de crianza, nacida en el municipio de Salina Cruz, en la región del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca-- tuvo una vida azarosa: enfrentó abusos sexuales en la infancia, pero logró salir adelante, y cuando tuvo la edad suficiente se enroló en el Ejército Mexicano. Tras concluir su carrera militar fue enviada a la base de Astata, en Villahermosa, Tabasco. “Todo iba bien, estaba feliz”, dice Carmen con tristeza. Cuenta que “a las 4.30 de la mañana (del 8 de marzo de 2019) se sucedió un incidente en la base militar del 37 Batallón de Infantería, ubicado en Villahermosa, Tabasco, y nos avisaron alrededor de las 5 de la mañana que mi sobrina, la subcomandante Susana Sayas García, se dio un balazo en la sien. Todavía estaba viva. La Sedena nos avisa porque todavía estaba viva”. Pese a contar con ambulancia aérea, la Sedena trasladó vía terrestre a la víctima a un hospital de Mérida. “Hasta pareciera que estaban dando tiempo para que ella muriera, eso me queda claro”, recalca la tía. Uno de los primeros comentarios que recibió la familia de Susana fue del médico militar, quien les aseguró que había tratado de un homicidio, no de un suicidio. “Suponemos que lo dijo por la forma de la herida y la trayectoria de la bala, pero también porque a ella (Susana), su capitán la asesinó. Eso dice el médico, el de Mérida, el que la recibe (en el nosocomio)”, suelta Carmen al recordar que eso lo supo otra de sus sobrinas (Martha), quien también es militar y fue la primera en llegar a Mérida y escuchar al médico. Susana –añade-- vivía en la base militar del 37 Batallón de Infantería y compartía con una dentista la habitación, ubicada casi a la entrada del edificio. De la puerta de entrada hacia el interior, después de las habitaciones, se encuentra el comedor y hasta el fondo la habitación del capitán, jefe de Susana, donde ocurrió el crimen. “Dicen (sus victimarios) que ella tomó el camino desde la entrada, caminó todo hasta el fondo, dando varias vueltas para llegar a la habitación del capitán, y ahí tomó el arma 380 de su capitán para suicidarse ahí. “Ahora, lo más lógico era que si quería suicidarse, entrara a su cuarto y tomara su arma, porque ella también tenía su arma de cargo ahí. Había dos armas de cargo ahí: la de la subteniente Verónica y la de ella. “Entonces, ¿cómo es posible que ella diera tantas vueltas cuando en todo caso pudo irse a su habitación y ‘suicidarse’ ahí?”. Después de los hechos, detalla, también hubo irregularidades, ya que “llegó un primer MP (Ministerio Público) militar que no sabía hacer las cosas. Levantó el arma, la cambió de lugar, y eso me genera muchas dudas. “Esa información la obtuve extraoficialmente y fuera del campo militar, para que indagara más”, subraya, pero las personas que le confiaron esos datos le pidieron no involucrarlas. Carmen refiere que antes de ser trasladada a Mérida, a Susana le tomaron muestras para análisis de residuos metálicos --la prueba de rodizonato de sodio--, que salió negativa. Es decir, ella nunca habría accionado un arma antes de caer herida. Aunado a los supuestos errores del Ministerio Público militar se suma una posible negligencia en la atención médica para Susana, pues en lugar de ser trasladada en ambulancia aérea, lo hicieron vía terrestre. “Mi sobrina llega a la ciudad de Mérida hasta el día 9 y la operan hasta la mañana del lunes 11 de marzo y fallece el 13. No permiten la entrada a nadie, pero a la familia no pudieron evitarla, no querían que le hicieran preguntas”. Cuando el caso estaba “fresco”, abunda Carmen, pidió justicia directamente a la titular de la Secretaría de Gobernación (Segob), Olga Sánchez Cordero, pero no fue respaldada. “Hice muchos viajes a la Ciudad de México y en una de esas me fui a la Secretaría de Gobernación a decirle a la secretaria de Gobernación, Cordero, porque desde un principio se vio la mala fe de la Sedena. Le puedo enseñar toda la carpeta de investigación, todo lo que he solicitado. Se hacen… y no me entregan nada. Siento una gran frustración porque no conseguimos justicia. Todas las pruebas apuntan al capitán”, narra con voz entrecortada por la rabia. “Cuando Susana fallece, solicito al gobierno del estado de Yucatán que haga la autopsia a Susana y no los médicos militares. El gobierno la hace y en su dictamen establece que no había residuos metálicos en el cuerpo de Susana. “Dos pruebas con las mismas circunstancias no pueden estar equivocadas. Qué injusticia”, suelta, al tiempo que muestra una copia de los dictámenes. A la fecha las autoridades militares mantienen el argumento de que Susana se suicidó, pero no tienen pruebas. Y, pese a que todo indica que el caso podría cerrarse como suicidio, Carmen Pech mantiene la esperanza de que se haga justicia a su sobrina. No cejará en su empeño de que se reconozca que fue un feminicidio y que el culpable reciba el castigo correspondiente, remata.

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