La pandemia se ensaña con el comercio informal

sábado, 21 de marzo de 2020 · 18:38
El coronavirus encuentra una víctima propicia en el sector informal de la economía, el cual da empleo a la mitad de la población ocupada. A diferencia del sector formal, carece de protección social, de estímulos fiscales y de apoyos gubernamentales. Se trata de la población que se encuentra “en los márgenes del sistema” y que no podrá confinarse, pues para ellos dejar de trabajar es dejar de comer. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– El “Barrio Bravo” está en crisis: los locales exhiben las últimas camisetas clones de equipos de la Champions League –ya suspendida por la pandemia de coronavirus–, playeras polo multicolores de 120 pesos, perfumes de estilo francés, juguetes y tecnología chinas. Nada de eso encuentra clientes. En épocas del Covid-19 Tepito resiste. En las calles no se ve el acostumbrado bullicio ni se oye el efectivo de la compraventa de mercancía pirata. Pero entre la salsa, la cumbia sonidera y el acordeón se abre paso la voz de Marco Polo, que desde su negocio de micheladas dice a Proceso: “Hay crisis porque no hay mercancía para vender. El coronavirus no lo tomábamos tan en serio, pero llegando a México se está haciendo una psicosis social. No pensamos que iba a ser una cosa global. Hemos visto las ventas muy bajas aquí en Tepito, porque la gente no viene y no hay mercancía. No habiendo mercancía, no compras lo novedoso, y no habiendo de eso, la gente compra poquito de lo que hay”. Marco Polo no quiso revelar su nombre, pero tiene 13 años de viajar a China tres veces por año. Hasta ahora lleva unos 40 viajes a la ciudad de comercio abierto de Yiwu para encontrar la mercadería de moda para revenderla en uno de los principales tianguis del mundo: Tepito. Si bien China fue un punto neurálgico en la llamada Ruta de la Seda desde el siglo I Antes de Cristo, en la actualidad compite ferozmente con Estados Unidos por ser la mayor potencia económica mundial. Sin embargo, el coronavirus, surgido en el país asiático, ha mermado las estimaciones de crecimiento de la economía mundial, incluyendo la de México, que se prevé que caerá hasta en 4.5% en 2020. En un mundo que seguramente caerá en recesión este año, no sólo el comercio formal está deprimido; también el informal, que no está regulado por el gobierno, no paga impuestos ni derechos de propiedad intelectual, pero funciona como válvula de escape para quienes no encontraron una fuente de ingresos en la formalidad. En México esa población es grande. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), al cierre de 2019 todas las modalidades de empleo informal sumaron 31.3 millones de personas –un aumento de 2% respecto al mismo lapso de 2018–, equivalente al 56.2% de la población ocupada. La medición ampliada de informalidad añade a la definición de trabajo informal las siguientes categorías: el trabajo no protegido en la actividad agropecuaria, el servicio doméstico remunerado de los hogares, así como los trabajadores subordinados que, aunque trabajan para unidades económicas formales, lo hacen bajo modalidades en las que se elude el registro ante la seguridad social, según los parámetros del Inegi. Sin embargo, el año pasado 15.3 millones de mexicanos se ocuparon en el sector informal, lo que significó un alza de 2.8% a tasa anual y constituyó 27.4% de la población ocupada. Marco Polo aclara que su mote no es un lujo, sino tiene relación con su ocupación de comerciante y viajero. “Al fin de cuentas, tú buscas cómo mantenerte a ti mismo y a tu familia. Si el gobierno no te ayuda, tienes que buscar la forma de mantenerte porque comes diario”, dice al tiempo que guarda y saca dinero en su bolsa cruzada para dar cambio a sus cinco empleados que despachan las micheladas. Agrega, mientras fuma: “Aquí en Tepito yo he visto chavos que han empezado vendiendo pepitas, ahora ya tienen un puesto… han ido creciendo poco a poco. La gente va experimentando todo lo que es el negocio”. El comercio informal y ambulante dan el sustento diario a cientos de familias, por lo que advierte Marco Polo: “Una cuarentena es difícil para la gente informal. Hay gente que vive al día, en este tipo de negocio se vive muchas veces así. Sí hay gente que te compra bien, pero hay gente que de plano no se persigna y ahorita entrar en cuarentena, y que cierren los comercios, no nos conviene. Los gastos no paran: agua, colegiatura, gente que pide prestado a un banco, no porque haya coronavirus le van a perdonar los intereses, ese sigue porque te prestaron. La situación está bien dura”.
Fragmento del texto publicado en la edición 2264 de la revista Proceso, ya en circulación.

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