Raúl Jiménez, de la amargura a la fiesta

domingo, 29 de marzo de 2020 · 17:14
Raúl Jiménez vive los mejores momentos de su carrera futbolística en el Wolverhampton, el equipo de la Liga Premier que lo fichó hace dos años. No obstante, su paso por el balompié europeo ha tenido episodios difíciles, como cuando se enroló en el Atlético de Madrid. Con los colchoneros pasó sin pena ni gloria en los planes del entrenador argentino Diego Simeone. Fue un “herido dejado en la carretera del equipo rojiblanco”, reconoce Miguel Ángel Gil, delegado del conjunto español.  CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Al comienzo de la primavera de 2016 Josep Guardiola se encontraba preocupado por el esquema que utilizaría su Bayern de Múnich ante el Benfica, en los cuartos de final de la Champions League. Tuvo que hacer el viaje para consolar a la familia de su entrañable maestro y amigo Johan Cruyff, muerto el 24 de marzo, quien fue determinante en la transformación del Barcelona, como jugador y como técnico.  El 16 de abril Guardiola platicó con Martí Perarnau, autor de Herr Pep y luego de Pep Guardiola, la metamorfosis. Habló sobre el equipo portugués y lo calificó como un equipo de Sacchi. La observación del técnico del Bayern llevaba malicia y admiración.  Arrigo había dado vida a una de las más grandes versiones del Milán, al que hizo un cuadro de época. Había una forma de triángulo grandioso en la sentencia. Sin Sacchi y sin Cruyff, Guardiola no hubiera dado vida hace una década al barroquismo exquisito de la escuadra culé, con la que ganó todos los torneos posibles.  “Lo digo en serio: el Benfica es un equipo de Sacchi. Una bestia parda. La mejor organización defensiva que hay en Europa ahora mismo. Pero no es un equipo defensivo, sino todo lo contrario. Mete la línea defensiva muy arriba y te aprieta sin parar. No deja espacios entre líneas, no cabe el pelo de una gamba entre dos líneas de atrás.  “Y tiene delanteros rápidos y esos chicos jóvenes... La gente no ve la liga portuguesa, ni aquí en Alemania ni en España ni en Inglaterra, y por eso nadie le da valor al Benfica, pero te digo que es un equipo digno de Sacchi.” [caption id="attachment_391446" align="alignleft" width="335"] Con el Atlético, pocos minutos[/caption] Perarnau cuenta que durante 12 días Guardiola desmenuzó 10 partidos del Benfica, uno de ellos ante el Atlético de Madrid. El trabajo lo dejó exhausto. Uno de los muchachos a los que se refería el entrenador del club bávaro era Raúl Alonso Jiménez, quien había llegado a Portugal procedente de la escuadra colchonera en agosto de 2015 por un contrato de cinco años.  Jiménez había encontrado problemas en la alineación de Diego Simeone, poco dada a la alegría y a la libertad. Madrid no fue una fiesta. No, al menos, la que el Atlético y él esperaban.  Ante los problemas de idioma en los entrenamientos previos a los partidos, Guardiola prefiere que sus jugadores miren videos de los juegos de sus rivales. En Portugal no tenían idea de lo que preocupaba el Benfica a uno de los equipos más poderosos de Europa. No inquietaba su organización defensiva; su ataque estaba lleno de asombro. Y así se lo hizo ver a su plantilla.  Jiménez –quien con un golazo dio el triunfo al Wolverhampton de visita ante el Tottenham la semana pasada en la Liga Premier– entró al césped en el minuto 70 de aquella ida a Múnich, que terminó 1-0 (gol de Vidal en el minuto dos) en favor del Bayern: un marcador que no convencía a nadie, menos a la exigente tribuna bávara. Había razón en el pronóstico de Pep, el rival tenía percha y valentía. No miraba para arriba la historia del contrario alemán.  En la vuelta a Lisboa quedaron más que justificadas las preocupaciones de Guardiola. El 13 de abril, Jiménez abrió el marcador en el minuto 27. El equipo de Pinho da Vitória empataba en ese momento la serie de los cuartos.  Con goles de Vidal y Müller, éste ya en el segundo tiempo, Bayern se montó en el marcador. Pero en el 76, Talisca dejó en claro que el Benfica tenía orgullo y que, en efecto, jugaba a lo Sacchi. El Bayern ganó la serie tan solo por un gol de diferencia, pero en mayo fue eliminado por un estrecho y tacaño Real Madrid en las semifinales. 

La marca

Jiménez nació en 1991 –cuando el Barsa se encaminaba a ganar su primera Liga de Campeones ante la Sampdoria, con Cruyff como jefe de banquillo– en Tepeji del Río, un polo industrial del estado de Hidalgo, localizado a 80 kilómetros del entonces Distrito Federal. Fue miembro del equipo olímpico mexicano que ganó la medalla de oro, ante Brasil (con Neymar en la alineación), en Wembley.  Antes de ser transferido al Atlético fue campeón de la liga mexicana en el Apertura 2014. En julio de 2016 fue comprado por el Benfica por 22 millones de euros, el fichaje más caro para un futbolista mexicano. Hace dos años llegó al Wolverhampton, de la Premier, donde se ha convertido en una figura de sobrada relevancia.  Con los Lobos rompió el récord de goles anotados por un mexicano en una de las ligas más dinámicas del mundo. Javier Hernández, del Manchester United, logró 20 goles; Raúl ya cuenta con 23.  A diferencia del Manchester, que representa a una de las ciudades inglesas más poderosas –en lo económico y en lo cultural (en el rock ha producido grandes bandas tan grandes como The Smiths, The Stone Roses y Oasis), el Wolverhampton (en donde nació Liam James Payne, integrante de One Direction) representa a la modesta media tabla de la Premier. Ha logrado tres ligas y dos copas; ha pasado más ratos malos que buenos en la máxima categoría del balompié británico. También es un polo industrial de la Midland inglesa. 

Adaptación

Es sobresaliente el proceso de adaptación del mexicano en las canchas europeas. Cuenta Alex Ferguson en su libro Liderazgo que la llegada de jugadores extranjeros –después del Caso Bosman, que abrió las puertas a no nacionales en las principales ligas del continente– cambió el semblante de los clubes.  “Planteó nuevos desafíos. Los habían catapultado a un país en el que todo era diferente: la comida, el tiempo y el idioma”. El Manchester United, que después fue imitado por otros equipos dentro y fuera de Inglaterra, hizo todo lo posible para que se adaptaran, les compró casa y les dio colegios.  También procuró que tomaran sus comidas favoritas. Todo eso sucedió en los años en los que Javier Hernández militó en las filas del Manchester. Hay un detalle interesante en la contribución de los jugadores “extranjeros” a la calidad del juego y que a muchos parece poco relevante.  Dice Ferguson que dieron ejemplo de profesionalismo. “Para empezar solían mantenerse alejados del alcohol. Algunos lo hacían por motivos religiosos, pero principalmente se debía a que habían crecido en lugares en los que no era habitual emborracharse los viernes y los sábados. Tampoco se sentían obligados a comprobar la cantidad de alcohol que soportaba su cuerpo en las fiestas navideñas o después de ganar un trofeo”. [caption id="attachment_309585" align="aligncenter" width="810"] Guardiola. Autoridad en la banca[/caption] El exentrenador del Manchester United desvela otra clave en el aspecto físico de los jugadores no británicos. Sus articulaciones solían estar más sanas. Sus rodillas y caderas no mostraban los signos de artritis prematura que suelen verse en los locales, que han crecido en un clima húmedo y frío.  “También eran más prudentes con sus cuerpos. A diferencia de los británicos, no intentaban jugar cuando estaban lesionados, para no correr el riesgo de que un mal golpe se agravara de forma periódica. Simplemente no intentaban demostrar que eran insensibles al dolor.” Hoy la Liga Premier es una Babel. Ya casi nadie en la isla se incomoda por la enorme cantidad de no británicos en los registros de los clubes. Después de la resolución del Caso Bosman (1996) fueron las escuadras inglesas las que más asimilaron a los futbolistas comunitarios y extranjeros.  Pero todavía en 1990 el Aston Villa presumía sólo un fichaje continental, el del checoslovaco Josef Venglos, quien no pasó mucho tiempo en el club. Paradójicamente, el golpe de contratos ha afectado más a los entrenadores escoceses: en 2015, por primera vez desde 1984, no hubo un técnico de esa nacionalidad en la primera división profesional.  No ha sido fácil el camino de Raúl Alonso Jiménez en Europa. El delegado del Atlético de Madrid, Miguel Ángel Gil, reconoció que el mexicano fue un “herido” dejado en la carretera del equipo rojiblanco. “Me parece –dijo– un tipo espectacular y lo que demuestra ahora es lo que pensábamos que nos podía aportar cuando lo contratamos. Había un nivel de excelencia muy alto”. Delantero nato, el mexicano ha tenido que esforzarse para adecuarse a los esquemas de ligas muy distintas entre sí. Si el futbol mexicano es consecuente hasta el cansancio con la posesión de la pelota (los jugadores llegan a tocarla más de cuatro veces en una ofensiva habitual), en Europa se empeñan en recibir y pasarla. Dos toques.  La liga inglesa es peculiar por su dinamismo. Rara vez sale el esférico del campo. La escuela de Cruyff se ha refrescado con la llegada de los promotores del “futbol líquido”, como llaman a la escuela promovida por Guardiola en el Manchester City o por Mauricio Pochettino en su paso por el Tottenham. 

Aprendizaje

En 1901, el capitán del Sheffield United, Ernest Neddham, escribió un libro (Association Football) que ilustra con asombrosa actualidad el ambiente en el que se mueve Raúl Jiménez en estos días: “Me gustaría hacer hincapié en esto: la combinación entre defensas y los medios es una buena decisión. Cuando el defensa puede dar la pelota a su medio en una buena posición para avanzar por el campo, debe pasarla sin dudarlo en vez de lanzar el balón lejos de una patada. Este tipo de juego es más exitoso que el estilo habitual. Demasiados defensas, cuando tienen la ocasión, lanzan un patadón enorme, pensando que es toda una hazaña, olvidando que nueve de cada diez veces la pelota pasará por encima de sus delanteros y acabará a los pies del equipo contrario, que no tendrá dificultad para devolverla”. El proceso de adaptación de un jugador en una liga extranjera ha sido sumamente estudiado por los metodólogos de los principales clubes de Europa. Saben que la integración es, antes que todo, un choque cultural. Jiménez ha pasado con buenas calificaciones esos exámenes.  Paco Seirul, entrevistado por Martín Pararnau para el libro Guardiola, la metamorfosis, detalla cómo fue que el FC Barcelona logró convertirse en un equipo de referencia internacional: al principio los futbolistas pueden tener problemas, pero a la larga siempre es positivo ese proceso porque añaden elementos de interacción distintos a los que ya tenían, sin saberlo.  “Poseemos las neuronas-espejo mediante las que somos capaces de hacer lo que hace el otro, y en función de lo que hace el otro yo me comporto de una manera u otra… Si ves que tus compañeros dan un patadón hacia arriba, pensarás que el futbol es un mandar el balón hacia arriba mediante patadones.  “Pero si ves que tus compañeros se giran y conducen el balón y dan dos toques y se pasan la pelota entre ellos, entonces pensarás que no hay que dar patadas hacia arriba, que hay que conducir dos o tres metros y pasarla a uno que tenga la camiseta del mismo color que la tuya.” Raúl Alonso, el muchacho que llegó hace ocho años a Londres para ser campeón olímpico, pasa por un proceso de aprendizaje y ha cumplido con los deberes de disciplina y esmero.  Ferguson recomienda la práctica de dos verbos para triunfar en el futbol: escuchar y observar. “Sé que somos productos de otros agentes. Somos víctimas accidentales del ADN de nuestros padres; nuestra formación depende de la suerte, de las circunstancias en las que crecemos y de la educación que recibimos. Pero todos tenemos un par de herramientas muy poderosas y que podemos controlar plenamente: los ojos y los oídos”.  El 6 de octubre de 2019 el Wolverhampton llegó a la casa del Manchester City, que ya era dirigido por Guardiola, en la lucha por la Premier. La última vez que el modesto club ganó en ese domicilio, en la primera división profesional, fue en 1979. En aquel partido triunfaron 2-3. El City llegó al encuentro con una racha impresionante: solamente se habían quedado sin anotar en casa en uno de sus 44 partidos de liga.  Con una gran actuación de Jiménez, quien salió de titular, el Wolverhampton ganó 0-2. Por la memoria de Guardiola pasaron aquellos encuentros contra el Benfica de 2016, cuando Jiménez era uno de aquellos muchachos de la delantera asombrosa. Con dos goles de Adama en el minuto 80 y en el 94, los Lobos desbarataron la geometría analítica del alumno de Sacchi y de Cruyff. Jiménez vive el mejor minuto de su carrera.

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