Entrevistados sobre las dimensiones del daño causado por la crisis económica y sanitaria, empresarios de restaurantes, hoteles y servicios turísticos en la Ciudad de México señalan que además de sus cuantiosas pérdidas por la pandemia de coronavirus, ya se esfumaron más de un millón 200 mil empleos formales y 200 mil pequeñas empresas están quebradas o en riesgo. En cuanto a los apoyos gubernamentales destinados a paliar la situación, consideran que son insuficientes y todavía no se cuenta con un plan de reactivación económica.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– “Jorge” llevaba ocho meses de operar su pequeño restaurante en la alcaldía Cuauhtémoc, en el que invirtió sus ahorros. Apenas comenzaba a tomar buen rumbo cuando la pandemia de covid-19 lo obligó a cerrar a finales de marzo. No pensó que la cortina estaría más de 30 días abajo. Tres meses después vive con la incertidumbre: si el rojo del semáforo epidemiológico se prolonga más allá del lunes 15 y el gobierno capitalino pone tantas restricciones sanitarias, quizá ya no pueda reabrir.
Además, sus dos trabajadores formarían parte de los más de un millón 400 mil empleos en riesgo y su establecimiento estaría entre las más de 200 mil pequeñas empresas que, según la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo en Pequeño de la Ciudad de México (Canacope), están al borde de la quiebra por la crisis económica que ahoga a la capital y al país. Según el organismo, en estos sectores ya se registra la pérdida de unos 112 mil millones de pesos en lo que va de la pandemia.
Ante la presión de los sectores económicos, el gobierno de Claudia Sheinbaum se ha quedado corto. Los programas de apoyo son “insuficientes” aun con la ayuda del gobierno federal y la administración capitalina no tiene fecha para presentar un plan de reactivación económica, aunque la capital se mantenga como el epicentro de los contagios y muertes del país por covid-19.
En entrevista, “Jorge” pide no revelar su nombre y relata que al comienzo de la emergencia sanitaria calculó que no podría sostener su negocio con servicio para llevar o a domicilio. Sus dos jóvenes trabajadores le dijeron que no se preocupara por sus sueldos; aun así, él siguió aportando sus cuotas al IMSS y negoció el pago de la renta con el dueño del local.
Dice que con las condiciones sanitarias que impuso el gobierno capitalino para reabrir, tendría que invertir dinero que ya no tiene. Intentó obtener uno de los créditos ofrecidos por la alcaldía, pero no lo aceptaron: “No estoy inscrito en su padrón de programas sociales”. Considera que trabajar a 30% de capacidad –según el Plan Gradual hacia la Nueva Normalidad del gobierno local– implicaría simplificar el menú y el concepto de su restaurante. “Estoy a la expectativa. La idea sí es abrir. El tema es que no tengo lana. Si el gobierno dice el 15 de junio que el semáforo rojo no se mueve, ¡ya me fregué!”