Los días contados: testimonio de un corresponsal de Notimex

jueves, 11 de junio de 2020 · 07:24
CARACAS.- (proceso).- Mi nombre es Rodolfo Rivera Vázquez, soy mexicano, tengo 77 años y trabajé como corresponsal en Venezuela de la Agencia de Noticias del Estado Mexicano, Notimex, durante 19 años consecutivos, entre 1999 y 2018. Tengo la enfermedad de parkinson y mi expectativa de vida es muy corta, pero eso no es lo importante. Lo que busco es que el presidente Andrés Manuel López Obrador deje de ignorar el cúmulo de irregularidades que tienen en la ruina periodística a Notimex. Al igual que todos los corresponsales de Notimex en el extranjero, mi relación con la agencia es de carácter laboral, de subordinación jerárquica a mis superiores. Pero por un asunto normativo atribuible a la Secretaría de Hacienda nuestros salarios se contabilizaban como honorarios. Durante 19 años Notimex me pagó por mi trabajo un salario mensual y cada año recibía mi aguinaldo y otras prestaciones contempladas en la Ley Federal del Trabajo de México, la cual regula la relación de los corresponsales internacionales con la agencia. De manera sorpresiva, en diciembre de 2018, el primer mes de gobierno del presidente López Obrador, Notimex redujo unilateralmente nuestros salarios y a partir de enero de 2019 dejó de pagarnos. Lo que ocurrió en los hechos es que, en los albores de la administración de López Obrador, la agencia Notimex puso fin a la relación laboral con sus corresponsales en el extranjero de manera unilateral e ilegal pues en ningún momento procedió de acuerdo con la Ley Federal del Trabajo. Bajo las directrices de la directora general designada por López Obrador, Sanjuana Martínez, la agencia simplemente nos dejó botados en el extranjero. Esta situación fue doblemente desconcertante. Primero, por la violación a los derechos laborales. Segundo, porque uno no espera que ello ocurra cuando llega al poder un político como López Obrador, que ha enarbolado las banderas de la rectitud, el apego a la legalidad y la justicia social durante toda su carrera pública. En mi caso, tengo una esposa venezolana, radico desde hace muchos años en Caracas y vivimos en un departamento de la familia de mi esposa con una hermana de ella. Pero muchos otros compañeros corresponsales de Notimex, algunos hasta con 35 años de antigüedad, quedaron virtualmente “tirados” con sus familias en varios países. No es que apele a la solidaridad humana, ni siquiera al “humanismo” que frecuentemente invoca el presidente López Obrador. Simplemente apelo a que el jefe del Estado mexicano haga respetar la ley. También a que su gobierno y las diferentes instituciones del Estado (el Congreso, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la Secretaría de Gobernación, la Coordinación General de Comunicación Social de la Presidencia, el Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano) intervengan para buscar una solución a un problema que la actual administración de la Agencia de Noticias del Estado Mexicano ha dejado crecer de manera innecesaria. Estoy hablando de un diálogo no únicamente con los corresponsales internacionales de Notimex. También, con las decenas de trabajadores y extrabajadores de la agencia cuyos derechos laborales han sido violentados. Los corresponsales internacionales iniciamos un litigio laboral contra Notimex que, sin duda, vamos a ganar. Nuestra relación de trabajo con la agencia está plenamente acreditada. Pero a mí no me alcanza la vida para esperar al desenlace de un litigio que puede durar muchos años. Sé que tengo los días contados. En 2012 me diagnosticaron parkinson, una enfermedad degenerativa y crónica que afecta el sistema nervioso central, causa temblores, rigidez muscular y termina por afectar la vida entera. Cada día tengo menos movimiento, soy incapaz de realizar en forma autónoma actividades básicas, como bañarme, caminar o acostarme, y toda mi existencia transcurre entre mi habitación, el comedor y la sala del apartamento que comparto con mi esposa Noe en Caracas. Ella, una pedagoga jubilada, también es una persona con padecimientos múltiples que, sin embargo, hace lo que puede por ayudarme. Este texto, por ejemplo, se lo estoy dictando y ella lo escribe. Yo no tengo la movilidad y la fuerza necesarias para escribir. Mi esposa ha padecido dos infartos cardiacos y ha sido sometida a varias cirugías en las que le han implantado tres bypass y un stent. Sufre, además, hipertensión pulmonar. Un seguro privado de salud que tenemos desde hace muchos años nos ha permitido, hasta ahora, sortear nuestras enfermedades. Con ese seguro pude someterme en 2017 en Colombia a una neurocirugía para el parkinson, pero un par de meses después de regresar a Caracas sufrí una caída al ir al baño y recibí una contusión en la cabeza. Quedé en una situación más lamentable que antes de la cirugía. En noviembre de 2018, un mes antes de que Alejandro Ramos concluyera su gestión como director de Notimex, viajé a México en compañía de mi esposa, quien hace las veces de mi intérprete pues yo casi no puedo hablar, para solicitarle a Ramos un arreglo laboral que me permitiera retirarme. La directora de noticias internacionales de Notimex, Olga Ojeda Lajud, nos recibió tres minutos a mi esposa y a mí y nos dijo que Alejandro Ramos estaba fuera del país. Luego nos enteramos de que ese mismo día Ramos ofreció una comida a sus colaboradores en el Hipódromo de las Américas. La problemática en Notimex no es nueva ni comenzó en este sexenio, pero nunca esperamos que durante el gobierno de López Obrador se presentara este deterioro en el que se han acumulado abusos laborales, campañas de difamación, ataques contra periodistas independientes y veraces, como Carmen Aristegui y Álvaro Delgado, y una política editorial sesgada que viola la ley que transformó a Notimex, en 2006, en la Agencia de Noticias del Estado Mexicano. Notimex, por esa ley aprobada por el Congreso de la Unión luego de que el entonces presidente Vicente Fox quiso desaparecerla, es una agencia de Estado, no de gobierno. El Artículo 6 de esa ley señala que toda información que genere o transmita la agencia deberá realizarse “con absoluta independencia editorial” y “bajo los principios de veracidad, imparcialidad, objetividad, pluralidad, equidad y responsabilidad”. No fuimos pocos los que creímos dentro de Notimex que ese principio rector comenzaría a ser respetado en el sexenio de López Obrador. Soy un hombre más allá que pa’cá. Me quedan menos de 800 dólares en mi cuenta bancaria y los estamos haciendo rendir lo más posible. La pensión de mi esposa equivale a tres dólares mensuales y no tenemos dinero para comprar ni todas las medicinas ni todos los alimentos que necesitamos. Hemos recibido ayudas de familiares que viven en el extranjero, de organizaciones gremiales y de algunos colegas y amigos, pero aspiramos a vivir austera y dignamente lo que nos quede de vida, y eso pasa porque Notimex cumpla con la ley laboral. Estoy muy limitado físicamente pero tengo el espíritu suficiente para seguir luchando por que se haga justicia. Me siento libre dentro de mi estado de postración y no tengo nada que perder. Este texto se publicó el 7 de junio en la edición 2275 del semanario Proceso, en circulación  Nota relacionada: Notimex, la vocería de los caprichos

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