'Historia de un Crimen: La Búsqueda”: el show del caso Paulette

viernes, 26 de junio de 2020 · 22:08
MONTERREY, NL (apro).- En el caso de la niña Paulette, hallada muerta en su casa, en el Estado de México, hace 10 años, el procurador Alberto Bazbaz queda señalado públicamente como un imbécil, y el subprocurador, Alfredo Castillo, como un rata, sin escrúpulos, que manipuló la información para proteger a los allegados de su jefe, el gobernador Enrique Peña Nieto, futuro presidente de México. La producción de Netflix ‘Historia de un Crimen: La Búsqueda’ (2020), sobre el célebre (supuesto) asesinato tomado de la vida real, destaca por el uso de los nombres de personas reales del México actual, un atrevimiento mayor en tiempos de censura y de cortesía política que impide que se afecten los intereses de la clase encumbrada. Tampoco se guardan al mencionar las marcas como TV Azteca y Televisa para presentar el circo mediático. Por ser una miniserie mexicana de seis capítulos tiene un fuerte olor a telenovela. El elemento de la cursi dramatización está presente en algunos de ellos, aunque quiere escapar con intentos transgresores, como presentar a los políticos, que a diario aparecen en los medios, en su justa dimensión de inútiles o vilipendiándolos al acusarlos de criminales. Sin embargo, en líneas generales la seguidilla de episodios está bien estructurada, con interesantes giros, y al final queda como una inusual historia de humor negro, al parecer involuntario, en medio de una gran tragedia que, como bien lo dicen ahí, se convirtió en un show macabro. En torno a la telenovela de la vida real circulan, como personajes detestables, antagonistas de la sociedad afrentada, los papás Lizette Farah y Mauricio Gebara, permanentemente señalados como homicidas. En la narrativa ella queda como una piruja, que no se dolió de la muerte de su hija, y él como cornudo, que aceptó todas las condiciones que le impusieron para sepultar el caso junto a la niña. Los tres primeros capítulos son lentos y redundantes. Se ciclan en la idea de contextualizar el caso y presentan a los personajes con largos pasajes en los que ocurre muy poco. En el centro de la acción se encuentra Bazbaz, el procurador mexiquense, presentado como un pelele. Darío Yazbek Bernal presenta una caricatura risible y penosa de un tecnócrata tonto que, por más esfuerzos que hace por demostrar carácter, es engullido por los lagartos que lo rondan. Hasta el cuarto episodio la serie toma impulso. Como se sabe, la niña de cuatro años fue encontrada a un lado de la cama en su habitación. La explicación sobre la muerte fue tan estúpida como indignante. Y la serie se encarga de mostrar cómo pudo ser que las influencias políticas de los Gebara pudieron torcer la investigación, y como es que, con cinismo inaudito, esta nueva camada de funcionarios presentó a la opinión pública la teoría mágica del accidente, que nadie nunca se tragó. El quinto episodio machaca en la idea de las componendas que hubo entre Castillo y el matrimonio para aceptar la explicación de la muerte. El subprocurador pasa como un siniestro duendecillo que anduvo por la escena del crimen, ensuciándolo todo, conspirando y obteniendo el resultado favorable para sus jefes y para su propia carrera. Adrián Ladrón, que ya había demostrado su talento en trabajos previos como el de la 4ta Compañía, vuelve a dar otro hit con esta actuación del pillastre que siguió, luego, a Peña Nieto en su gobierno. Regina Blandón, carente de la típica belleza occidental, pero muy convincente como reportera, es como el punto que balancea la historia. La periodista quiere la gran exclusiva y debe luchar con sus jefes para que le permitan dar a conocer la investigación que arma. Sin embargo, en un cierre agridulce del personaje, sucumbe a los encantos de la fama y al siempre seductor dinero. Tan solo por su crítica directa al sistema y la denuncia a quienes lo detentan, ‘Historia de un Crimen: La Búsqueda’ luce como una producción efectiva que roza en el cinismo y que merece toda la atención que ha recibido. Muy bien actuada, e inusualmente irreverente, hace un retrato amargo de cómo la ley es utilizada como papel sanitario por los políticos millonarios, que deciden la suerte de millones de mexicanos manipulándolo todo para enriquecerse junto con sus cómplices gobernantes.

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