López Obrador y Trump en su mundo feliz

sábado, 11 de julio de 2020 · 18:08
La visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a Estados Unidos, donde cubrió de halagos a su par, Donald Trump, se convirtió en un torneo de declaraciones de amistad. Pero éstas no coinciden con la verdadera relación bilateral, en la que el gobierno estadunidense le impuso al mexicano, con graves amenazas, su política antimigrante y su silencio ante la construcción del muro. WASHINGTON (Proceso).­– El encuentro en la Casa Blanca entre los presidentes Andrés Manuel López Obrador, de México, y Donald Trump, de Estados Unidos, fue cuidadosamente diseñada por los dos gobiernos como una sesión de declaraciones por encima de la realidad y los hechos. La presencia del presidente mexicano en Washington ocurrió en tiempos electorales desfavorables para su anfitrión, quien no ocultó su regocijo cuando su invitado aseguró: “Como en los mejores tiempos de nuestras relaciones políticas, durante mi mandato como presidente de México, en vez de agravios hacia mi persona y, lo que estimo más importante, hacia mi país, hemos recibido de usted compresión y respeto”. Entre el reducido auditorio de funcionarios y periodistas (entre éstos el corresponsal de Proceso) que atestiguaron los discursos en el Jardín de las Rosas de la mansión presidencial estadunidense, fue inevitable observar las reacciones de sorpresa. Pese al calor insoportable del miércoles 8, la mueca de satisfacción en el rostro de Trump y en el de su yerno, Jared Kushner, contrastó con la incredulidad de los reporteros. “Usted no ha pretendido tratarnos como colonia… por eso estoy aquí, para expresar al pueblo de Estados Unidos que su presidente se ha comportado hacia nosotros con gentileza y respeto”, machacó López Obrador frente a Trump, quien minutos antes parecía desesperado por el calor y por lo largo del mensaje de su invitado. Con esas declaraciones López Obrador borró de la historia reciente de la relación bilateral las acciones ofensivas de Trump hacia México y sus ciudadanos. “La ciudad de Nueva York y Chicago juegan la carta de Ciudad Santuario, donde se protege a los criminales. Tal vez deben empezar a cambiar sus formas (y manera de pensar)”, escribió Trump en su cuenta de Twitter dos días antes de recibir al mandatario mexicano. Horas más tarde tuiteó cuatro fotografías de la construcción de su muro de acero en la frontera. Los halagos de López Obrador a Trump enfurecieron a legisladores estadunidenses de origen mexicano y latino. “Tenía grandes esperanzas para el futuro de México cuando López Obrador ganó la presidencia mexicana, la cual fue bajo una plataforma progresista que buscaba abordar la corrupción, la desigualdad, y rechazar el temario antimexicano y antiinmigrante del presidente Trump. En cambio, se ha convertido en nada más que el colaborador de Trump y ha ejecutado voluntariamente el plan Trump al otro lado de la frontera”, denunció Raúl Grijalba, congresista federal demócrata por Texas de origen mexicano. “Traición a los mexicanos y los latinos”, denunciaron por igual el senador demócrata de origen cubano, Bob Menendez, y el congresista por Illinois Jesús Chuy García tras escuchar al mandatario visitante. Antes de llegar a la Casa Blanca para celebrar junto a Trump la entrada en vigor del TMEC, nombre que el mandatario estadunidense le impuso al acuerdo comercial que su país mantiene con Canadá y México, López Obrador había realizado dos ceremonias simbólicas en Washington. Primero acudió al monumento a Abraham Lincoln y luego al de Benito Juárez para depositar sendas ofrendas florales. Ante el monumento del Benemérito de las Américas, López Obrador fue recibido por unos 150 mexicanos que viajaron desde distintas entidades de Estados Unidos pese a las restricciones por el coronavirus, para verlo de cerca y expresarle su admiración, cariño y respeto. Con pancartas y gritos de “AMLO te queremos” y “AMLO estamos contigo”, los mexicanos que apoyan al presidente opacaron a los 11 manifestantes que se pararon en medio de la calle ante el monumento de Juárez para gritarle todo lo contrario y acusarlo de comunista.
Fragmento del reportaje publicado en la edición 2280 de la revista Proceso, ya en circulación.

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