El gran colapso por la pandemia

sábado, 29 de agosto de 2020 · 18:17
La pandemia sanitaria provocó una letal cascada que empezó por desnudar las deficiencias del sector salud, siguió con el prolongado confinamiento y su consecuente colapso macro y microeconómico, que durante semanas ha afectado tanto a industrias como a las familias que sobreviven de sus modestos salarios… Hoy, la enfermedad persiste y faltan trabajos; lo único que hay enfrente es una incertidumbre generalizada. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– El gran confinamiento mundial acabó por hacer trizas a la enferma economía mexicana, que en 2019 cayó -0.1% y que para este año espera un desplome de más del -10%, según diversos analistas, con una recuperación que tardará hasta cinco años en volver a los niveles de crecimiento promedio antes de la pandemia de covid-19. De hecho, en su más reciente Reporte Trimestral de Inflación, el Banco de México ya recortó su previsión de crecimiento hasta -12.8% para 2020, mientras que para 2021 crecería 1.3%, en el peor escenario. Con el riesgo de ser un sexenio perdido en materia de crecimiento económico, con mínimos históricos no vistos desde 1932, y de cara al Segundo Informe de Gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador presumió en un video desde uno de los patios de Palacio Nacional: “Ya estamos levantando la economía popular, porque estamos aplicando un modelo nuevo, ya no es como antes que se rescataba a los banqueros, a los grandes empresarios; ahora se está rescatando al pueblo, por el bien de todos, primeros los pobres”. Pero más allá de los números está la realidad de quienes vieron cortado un porvenir en todos los niveles sociales, como el caso de Verónica Luna, joven de Guerrero que se quedó súbitamente sin sustento. Ella y su papá viven de una pequeña tienda de abarrotes en San Jeronimito, en Petatlán, Guerrero, a unos 30 minutos de Zihuatanejo. Tiene un bebé de 10 meses, así como una deuda del parto que pensaba pagar con recursos de la miscelánea y también con los emolumentos de su trabajo en un comercio que tenía en Acapulco, sólo que el negocio también cerró. “Tengo mi único bebé, tiene 10 meses. La vida antes de la pandemia era más llevadera; ahorita no he ido a trabajar y debo lo de la cesárea. Yo trabajo en Acapulco, y ahí todo depende del turismo, pero cerraron las playas, cerraron todo”, dice a Proceso. Toma una pausa y sigue: “Creo que con todo esto que estamos viviendo no hay opciones. Mucha gente no le va a quedar más que robar, porque no hay trabajo, no hay ingresos. Pensamos que la cosa se va a poner muy complicada, porque tampoco hay apoyo a la gente más necesitada”. El confinamiento afectó a la familia de Verónica, quien relata: “La tiendita de abarrotes ya está a punto de cerrar porque la cuenta de electricidad está llegando muy alto y bajaron mucho las ventas. Subió mucho la canasta básica: el frijol, el huevo, la leche, la tortilla. La gente no tiene dinero y está muy baja la venta”.
Fragmento del reportaje publicado en la edición 2287 de la revista Proceso, ya en circulación.

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