'Músicos y medicina”, del doctor Adolfo Martínez Palomo

domingo, 27 de septiembre de 2020 · 00:41
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).– Al conmemorarse en 1991 el bicentenario del fallecimiento de Wolfang Amadeus Mozart, el médico, científico y académico mexicano Adolfo Martínez Palomo (1941) comenzó la búsqueda bibliográfica, la redacción y presentación en público de los textos que ahora publica El Colegio Nacional en catorce entregas dobles. Esta nueva serie de formato compacto incluye las biografías de: Monteverdi y Vivaldi, Bach y Handel, Haydn y Mozart, Beethoven y Paganini, Rossini y Schubert, Donizetti y Bellini, Berlioz y Mendelssohn, Chopin y Schumann, Liszt y Wagner, Verdi y Gounod, Clara Schumann y Brahms, Borodin y Bizet, Chaikovski y Puccini, Mahler y Shostakóvich. Hoy ofrecemos fragmentos del segundo volumen intitulado Músicos y medicina. Historias clínicas de grandes compositores. Bach y Handel (86 páginas en formato de 12 por 18 centímetros, bibliografía, ilustraciones y créditos iconográficos, www.colnal.mx), escrito por Martínez Palomo quien se ha destacado por sus investigaciones del doloroso virus Herpes Zóster. “Dos colosos de la música clásica Johann Sebastian Bach (1685-1750) y Georg Frideric Handel (1685-1759), nacidos ambos el mismo año en Alemania y sin embargo, no lograron conocerse personalmente. Bach permanece siempre en su país, donde tiene veinte hijos. Handel, en cambio, hace fama y fortuna en Inglaterra, sin llegar a contraer matrimonio. Largas y prolíficas vidas las dos, unidas con un final común: la ceguera, propiciada por la torpe intervención del mismo aprendiz de cirujano ocular.” Creatividad: ¿herencia o aprendizaje? (…) Con perdón de los fanáticos de la teoría hereditaria de la creatividad, quisiera insistir que nada indica en la infancia o la adolescencia temprana de Johann Sebastian la existencia de un genio, más bien, se aprecia, eso sí, un empeño excepcional por aprender de sus mayores. (…) A los quince años, nuestro personaje copia con empeño composiciones de otros, de noche, a una edad en la que otros genios musicales llevan ya un buen tiempo escribiendo música. A esa edad tiene que abandonar la casa de su hermano, que resulta ya insuficiente por el nacimiento de cuatro sobrinos más. Por cierto, uno de los atributos físicos de Johann Sebastian que ha llamado la atención de sus biógrafos ha sido… ¡la fortaleza de sus piernas! Y no es para menos. ¡Cuánto camino tuvo que hacer en su juventud para absorber los conocimientos musicales de los grandes de su época! Nada estaba demasiado lejos, ni había tiempo tan malo que le impidiera hacer a pie viajes en busca de mejores conocimientos. Así, recorría 40 km entre Ohrdeuf y Eisenach y 360 km entre Ohrdruf y Luneburgo. (…) Bach, como hemos dicho, tuvo una salud a toda prueba a lo largo de su vida, hasta bien entrado su periodo de madurez. Un neurólogo ha comentado, al analizar el retrato de Bach, la obvia obesidad del compositor y la presencia de una discreta parálisis facial, debida tal vez a un infarto cerebral. En todo caso, la única debilidad física bien documentada fue su problema ocular. Para los oftalmólogos que han revisado su historia, Bach probablemente tenía miopía, a juzgar por la apariencia de los ojos en el único retrato veraz      que se conserva, realizado a los sesenta y un años [por Elias Gottlob Haussmann, en 1746, reproducido a colores en este libro de Martínez Palomo] el cual muestra al compositor “forzando la vista”. Esta miopía le pudo haber permitido el arduo trabajo de leer y escribir innumerables partituras. (…) Bajo el consejo de sus amigos, el compositor consultó a un oculista inglés, el caballero John Taylor, quien había operado, algunas veces con cierto éxito, a muchas personalidades europeas, incluyendo al contemporáneo Handel. Taylor era realidad un gran charlatán, dominador más del arte de la publicidad que de la ciencia (…) En tiempos de Bach el tratamiento médico habitual para las cataratas variaba desde dietas esotéricas, hasta sangrías y la aplicación de sanguijuelas. El procedimiento quirúrgico era seguido de lavado de ojos con una mezcla de bálsamo del Perú y agua caliente. A continuación, venían cataplasmas adicionadas con pulpa de casia, fomentos alcanforados, vendajes, dieta ligera y medicamentos para evacuar sin esfuerzo. A menos de cuatro meses de la muerte de Bach, la sala de operaciones se instaló en el restorán Tres Cisnes (…) A los tres meses y tres semanas de operado, Bach presentó parálisis cerebral de origen vascular y quedó inconsciente. Desarrolló fiebre, posiblemente neumonía, y falleció en la noche del 28 de julio de 1750 a los sesenta y cinco años de edad, a pesar de los esfuerzos de los mejores médicos de Leipzig. (…)

El querido sajón

HAMBURGO, 5 DE DICIEMBRE DE 1704.- Durante la representación de la ópera Cleopatra de Johann Mattheson, un músico alemán de diecinueve años que dirige a los cantantes desde el clavicordio se niega a dejar que el compositor lo desplace de sus instrumentos: la disputa sube de tono y los dos acalorados músicos deciden dirimirla en un duelo. Para fortuna de la humanidad, la espada que golpeó el pecho del joven intérprete sólo rompió un botón de metal de su casaca, con lo que Handel salvó la vida y con ello quedó para la posteridad la obra de uno de los más grandes y prolíficos compositores de música. (…) Su fama llegó a Italia, donde fue invitado por un príncipe Médici (…) A los veinticinco años Handel volvió por escasas semanas a Alemania, a Hannover. ¿Por qué recibió allí el nombramiento de “maestro de capilla” de la corte, con sueldo altísimo (cincuenta veces mayor al que había percibido como organista) y permiso para ausentarse por un años, cuando en realidad lo que le interesaba a esa corte era enviarlo a Londres? Para algunos, ese nombramiento disfrazó la verdadera tarea asignada al compositor: insertarlo en la corte inglesa y recibir de él información sobre el estado de salud de la reina Anne, ya muy enferma. El interés radicaba en que el sucesor directo al trono de Inglaterra era justamente el príncipe elector de Hannover, Georg Ludwig, por lo que tanto fallecía la enfermiza reina Anne, Hannover necesitaba estar al tanto de los acontecimientos en Londres. (…) Sus contemporáneos lo describieron como impetuoso, brusco y autoritario, pero del todo desprovisto de malicia y perversidad, a pesar de los numerosos enemigos que el éxito le produjo en Londres. De vez en cuando tenía accesos de irritabilidad y rabia no controlados. Por ejemplo, en una ocasión discutió con la célebre cantante italiana Francesa Cuzzoni y le dijo “¡Oh, señora!, yo sé bien que usted es una verdadera diabla, pero le voy a demostrar que yo soy el jefe de todos los diablos”. A continuación, la tomó por la cintura u la llevó hasta la ventana, donde amenazó con tirarla a la calle. Durante buena parte de su vida Handel fue sano físicamente, dotado de una notable capacidad de trabajo. De complexión gruesa como su padre, mostró pronto tendencia franca a la obesidad debida a su irrefrenable entusiasmo por la comida y a su no menos alegre afición al alcohol, sobre todo por los vinos de Oporto y de Madeira. Sus contemporáneos lo llamaban “el Oso” por su corpulencia y caminar descompuesto, pero también por su tenacidad, energía y fuerza. En él se conjuntaron varios factores que bien pudieron producirle en la edad adulta hipertensión arterial y endurecimiento de las arterias: el sobrepeso, el hábito de fumar tabaco (en pipa), la vida sedentaria y las tensiones económicas y de trabajo. La buena salud de Handel empezó a declinar pasados los cincuenta años, justo en una época de grandes tensiones financieras y administrativas por las dificultades de la puesta en escena de sus óperas; dolores de cabeza, irritabilidad, cólicos, dolores reumáticos. En 1737, después de un periodo de gran fatiga y desilusión, “la máquina se rompió”: sufrió parálisis del brazo derecho que afectó sobre todo los dedos de esa mano, y por consiguiente le impidió tocar el clavicordio y el órgano. Junto con la parálisis presentó ciertas alteraciones mentales, “que modificaron sus entendimientos", según un comentario escrito de un contemporáneo, tal vez en referencia a confusión mental o problemas del habla. (…)

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