Irracionalidad en debates y clamor de fraude impregnan la campaña presidencial en EU
WASHINGTON (apro).- La irracionalidad del presidente Donald Trump al oponerse a los cambios de reglas en los debates presidenciales y su insistencia en declarar fraudulento al voto anticipado por el servicio postal, son dos factores que impregnan de interrogantes a la última etapa de la contienda presidencial de Estados Unidos.
Luego del caótico debate del pasado martes 29 de septiembre entre Trump y Joe Biden, el candidato presidencial del partido demócrata se ha puesto en duda la viabilidad de los dos debates restantes, a menos que se hagan cambios en el formato y reglas de ese ejercicio democrático.
“El presidente Trump está dispuesto a participar en los dos debates (restantes), pero no está de acuerdo en que se hagan cambios al formato ni a las reglas para llevarlos a cabo”, sentenció este jueves la campaña de Trump, el abanderado presidencial republicano.
La magnitud del fiasco que representó el evento del martes orilló al Comité Presidencial de Debates -que los organiza y define las reglas para llevarlos a cabo- a ponderar la posibilidad de cancelar los otros dos calendarizados para los días 15 y 22 de octubre.
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“El exvicepresidente Biden entiende la necesidad de que se hagan modificaciones a las reglas de los debates, porque de lo contrario se socavaría el proceso democrático del cual los electores deben tomar una decisión”, proclamó, por su parte, la campaña del candidato demócrata.
Sin conocerse todavía los pormenores de los ajustes a las reglas de los debates, la incertidumbre al respecto se agrega a la problemática generada por Trump al sentenciar que la votación anticipada por medio del servicio postal es fraudulenta.
Consciente de que su irreverencia de no respetar las reglas del debate pasado cuando se encimaba a las respuestas de Biden e incumplía con los tiempos de réplica, lo marcaron como el perdedor de la contienda, Trump llamó “monstruos de pantano” a los integrantes del Comité Presidencial de Debates que estudian las modificaciones.
“Creo que es apropiado que cuando se haga una pregunta se dé la oportunidad al debatiente de ofrecer una respuesta completa, porque eso ayuda al constituyente a considerar por quién va a votar este año”, opinó, por su parte, Biden al ser cuestionado sobre los cambios a los debates.
El exvicepresidente matizó que tiene toda la disposición de participar en el segundo debate presidencial del próximo 15 de octubre.
Al mismo tiempo que se define la incertidumbre sobre las avenidas propicias para imponer civilidad a los dos debates pendientes, sobre el horizonte electoral estadunidense está una nube negra creada por el presidente Trump que anticipa que proclamará fraude en las elecciones si es Biden el ganador, ya que sólo puede perder con ilegalidades.
Desde hace unas semanas, todos los días millones de estadunidenses reciben por el servicio postal sus boletas de votación para los comicios presidenciales y generales del próximo martes 3 de noviembre.
Por las restricciones sanitarias derivadas de la propagación de covid-19, millones de estadunidenses optan por sufragar anticipadamente desde la comodidad de sus casas y sin exponerse al riesgo de contagio del virus al asistir personalmente a las casillas para sufragar como desea Trump.
El mandatario se aferra a manipular la mente del electorado con el argumento de que su voto por el servicio postal no es seguro y que es vulnerable a manipulaciones por parte de intereses políticos que el mismo Trump no define, simplemente por ser una falacia lo que dice.
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Mientras la campaña presidencial de Biden sigue alentando a los electores a votar por el servicio postal para aminorar riesgos de contagio del virus, Trump, en contraste, alerta a sus seguidores conservadores y de ultra derecha para protestar por el fraude el día después de los comicios.
Sabedores de una insurrección irracional generada por Trump si pierde la elección, clama fraude y no acepta una transición de poder pacífica y democrática, legisladores republicanos del Congreso federal han empezado a distanciarse del todavía huésped de la Casa Blanca.
El 3 de noviembre estará en juego no sólo la presidencia de los Estados Unidos, también 23 curules del Senado en poder de los republicanos, quienes no quieren ver socavadas sus posibilidades de reelección por la posición antidemocrática del presidente Trump.
Para Mitch McConnell, el líder de la mayoría republicana representativa en el Cámara de Senadores, es más importante mantener la posición que ejerce ahora en el Capitolio, que retener la Casa Blanca por un Turmp necio a desconocer la decisión de los constituyentes que votarán el 3 de noviembre y que elijan a Biden como próximo presidente.