Las Malvinas: Cuentas pendientes

domingo, 25 de marzo de 2007 · 01:00
Veinticinco años después del inicio de la guerra de las Malvinas ?que se conmemora el próximo 2 de abril?, organizaciones de excombatientes argentinos se aprestan a demandar legalmente a quienes fueron sus principales jefes militares La razón: éstos no sólo enviaron a la guerra a jóvenes sin preparación y sin armamento adecuado; también ordenaron "torturas" físicas y psicológicas contra sus propios soldados Desde entonces los suicidios de excombatientes suman 350, es decir, más víctimas que los 260 soldados caídos en batallas terrestres en las islas BUENOS AIRES- La bomba cayó muy cerca del soldado argentino Ernesto Alonso Las esquirlas se estrellaron contra una roca que lo protegía Él se encontraba en su posición de combate en Monte Longdon Era el 11 de junio de 1982, pleno invierno austral en las Islas Malvinas Alonso pensó que todo había terminado, que moriría en medio de la noche con una temperatura de 10 grados centígrados bajo cero Pero sólo estaba aturdido No oía nada Sus compañeros lo trasladaron a un puesto de atención médica ubicado a 500 metros Y eso, posiblemente, le salvó la vida Poco después, cientos de soldados británicos, bien entrenados y equipados con armas modernas, se lanzaron contra las posiciones argentinas, que eran defendidas por soldados inexpertos de entre 18 y 21 años, mal alimentados y peor abrigados, sin armas adecuadas y con escaso entrenamiento militar Algunos de esos soldados habían sufrido torturas físicas y psicológicas de sus superiores, y habían tenido que robar alimentos para sobrevivir en las trincheras En esa colina en la que vivió durante 64 días, Alonso dejó parte de su vida Allí murió Dante Pereira, su gran amigo de la infancia Otro de sus amigos, Jorge Mártire, sobrevivió, pero no pudo superar las secuelas psicológicas de la guerra: 11 años después, en 1993, se pegó un tiro en un bar de su ciudad, La Plata Ernesto Alonso tiene 44 años Tenía 19 cuando la dictadura militar argentina (1976-1983) lo envió a pelear a las Malvinas Hoy es miembro del Centro de Excombatientes de La Plata ?su ciudad natal, ubicada a 60 kilómetros al sur de Buenos Aires?, una organización no gubernamental de la que fue su presidente hace pocos años La cita con Proceso es en un bar del centro de Buenos Aires Alonso trabaja cerca de allí, en las oficinas del Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (INSSJP) Viste en forma elegante y conserva los rasgos de su madre suiza Tiene dos hijos, de 21 y 18 años Rehizo su vida, aprendió a convivir con su pasado, pero nunca dejó de pensar en las Malvinas "Peleamos en medio de dos frentes Los ingleses estaban en un lado, y los oficiales militares argentinos, los mismos que fueron los represores de nuestro pueblo, en el otro Y nosotros, los soldados rasos, en medio, intentando sobrevivir", dice Alonso Hambre, frío y represión A principios de 1982 Alonso hacía su servicio militar obligatorio en el Séptimo Regimiento de Infantería de La Plata Esperaba su baja del ejército cuando, bajo crecientes protestas populares, la dictadura puso en marcha un plan para revertir su caída y perpetuarse en el poder: recuperar la soberanía de las Islas Malvinas que Gran Bretaña había arrebatado a Argentina en 1833 Al estallar el conflicto, el 2 de abril de ese 1982, el regimiento al que pertenecía Alonso fue enviado a las islas Sólo le dieron una pistola 9 milímetros Su misión era la de cargar el "afuste": trípode que mantenía en pie a una ametralladora MAG "Cuando llegamos a Puerto Argentino (la capital de las islas, Puerto Stanley para los británicos) nos enviaron directamente, en una larga caminata, hacia Monte Longdon, a 14 kilómetros de allí Nuestra misión era proteger las colinas", recuerda Al principio la presencia de varios amigos de La Plata hizo más llevadera su tarea Su amigo de la infancia Dante Pereira, alias Poroto (Frijol), estaba siempre junto a él También los acompañaba Jorge Mártire Eran el trío encargado de la ametralladora apostada en la cima de una colina Muy pronto comenzaron los pesares La comida escaseaba y pronto cayó un invierno crudo Sólo recibían un plato de comida al día y su ropa era inapropiada para soportar las temperaturas de hasta 10 grados centígrados bajo cero "Empezamos a organizarnos para robar comida de los depósitos del ejército Debíamos bajar de nuestras posiciones, en grupos de dos, para tomar todo lo que pudiéramos Pero debíamos evitar ser detectados por nuestros superiores", dice Alonso Las primeras cuatro bajas del regimiento se produjeron por la desesperación Cuatro soldados navegaron por un río hacia uno de los depósitos para robar provisiones "Pero al regresar a sus posiciones atracaron el bote sobre una mina Los cuatro murieron", recuerda Alonso bajó varias veces a sustraer comida "Robábamos cualquier cosa, lo que encontráramos: leche, dulces, azúcar Tardábamos un día entero en ir y volver También matamos ovejas para sobrevivir Pero varias veces los oficiales nos atrapaban y las torturas eran terribles" Las prácticas de la represión de la dictadura ?que costó 30 mil víctimas, entre asesinados y desaparecidos? se trasladaron hacia las Malvinas Los soldados eran "estaqueados" (virtualmente crucificados en la tierra) casi sin abrigo bajo un frío glacial Otros ?cuenta Alonso? sufrieron simulacros de fusilamientos "A un soldado del regimiento lo torturaron picándole los labios con una tenaza y a otros les pegaban con ligas en los ojos A otro soldado le obligaron a sacarse las botas y los calcetines y meter los pies en agua helada Los dedos se congelaban Muchos soldados sufrieron amputaciones de sus miembros por congelamiento", denuncia Un año después de la guerra de Las Malvinas, Gabriel García Márquez escribió un texto, que fue publicado en la edición número 335 de Proceso, en el que recogió cartas y testimonios de soldados argentinos sobre las atrocidades que sufrieron El premio Nobel de Literatura contó que uno de ellos "que regresaba de las Islas Malvinas al término de la guerra llamó a su madre por teléfono desde el Regimiento 1 de Palermo, en Buenos Aires, y le pidió autorización para llevar a casa un compañero mutilado, cuya familia vivía en otro lugar Se trataba ?según dijo? de un recluta de 19 años que había perdido una pierna y un brazo en la guerra, y que además estaba ciego La madre, feliz del retorno de su hijo con vida, contestó horrorizada que no sería capaz de soportar la visión del mutilado, y se negó aceptarlo en su casa Entonces, el hijo cortó la comunicación y se pegó un tiro: el supuesto compañero era él mismo, que se había valido de aquella patraña para averiguar cuál sería el estado de ánimo de su madre al verlo llegar despedazado" García Márquez refiere que "numerosos reclutas de 19 años que fueron enviados contra su voluntad y sin entrenamiento a enfrentarse con los profesionales ingleses en las Malvinas, llevaban zapatos tenis y muy escasa protección contra el frío que en algunos momentos era de 30 grados bajo cero A muchos tuvieron que arrancarles la piel gangrenada junto con los zapatos, y 92 tuvieron que ser castrados por congelamiento de los testículos, después de que fueron obligados a permanecer sentados en las trincheras Sólo en el sitio de Santa Lucía, 500 muchachos se quedaron ciegos por falta de anteojos protectores contra el deslumbramiento de la nieve" Un testigo citado por el escritor colombiano, dijo: "Los chicos eran drogados por los oficiales antes de mandarlos al combate (?) Los drogaban primero a través del chocolate y luego con inyecciones, para que no sintieran hambre y se mantuvieran lo más despiertos posible Con todo, el frío a que fueron sometidos era tan intenso que muchos murieron dormidos (?)" Sin embargo, señala García Márquez, "el recuerdo más terrible que conservan los sobrevivientes argentinos es el salvajismo del batallón de gurkhas, los legendarios y feroces decapitadores nepaleses que precedieron a las tropas inglesas en la batalla de Puerto Argentino ?Avanzaban gritando y degollando?, ha escrito un testigo de aquella carnicería despiadada ?La velocidad con que decapitaban a nuestros pobres chicos con sus cimitarras de asesinos era uno de cada siete segundos Por una rara costumbre, la cabeza cortada la sostenían por los pelos y le cortaban las orejas? Los gurkhas afrontaban al enemigo con una determinación tan ciega, que de 700 que desembarcaron sólo sobrevivieron 70 ?Estas bestias estaban tan cebadas ?concluye el testigo? que una vez terminada la batalla de Puerto Argentino, siguieron matando a los propios ingleses; hasta éstos tuvieron que esposar a los últimos para someterlos?" La rendición En la entrevista con Proceso, Alonso señala que los días en Monte Longdon pasaban entre bombardeos enemigos y la rutina de salir a buscar comida "No aguantábamos más Queríamos que pasara algo ya Estábamos mal alimentados, mal abrigados y mal armados Nuestro deterioro físico y psicológico era terrible Hubo soldados que murieron de hambre" La situación se precipitó durante la noche del 11 de junio Paradójicamente, "una bomba me salvó la vida", dice Las fuerzas británicas comenzaron a bombardear la zona y una de las bombas cayó a pocos metros de su posición "Estaba protegido entre dos piedras y eso me salvó Pero quedé muy aturdido, no entendía nada Entonces me llevaron al puesto de atención médica (?) Y poco después empezó la ofensiva terrestre" Alonso recuerda que sólo tenía consigo la pistola 9 milímetros Era la única arma con la que contaba para defenderse Le ordenaron ayudar a los heridos "Los combates eran intensos y llegó un momento en que, en medio de la noche, escuchábamos hablar a los ingleses Estaban a metros de nosotros" La batalla duró entre las nueve de la noche del día 11 hasta las seis de la mañana del 12 de junio En la batalla murieron 36 soldados argentinos y 150 resultaron heridos Los ingleses sufrieron una veintena de bajas Al amanecer del 12 de junio, los oficiales argentinos ordenaron el repliegue hacia Puerto Argentino Allí los soldados que defendían Monte Longdon se toparon con los depósitos de comida del ejército "Saqueamos todo", dice Alonso Dos días después ?14 de junio? capitularon Unas horas más tarde, Mario Benjamín Menéndez, gobernador argentino de las Islas Malvinas, firmó la rendición ante Jeremy Moore, jefe de las tropas británicas Los soldados argentinos fueron hechos prisioneros por los ingleses Alonso afirma: "Sentí molestia, pena, angustia No sabíamos nada Yo buscaba a mi amigo Dante, pero nadie sabía nada de él Nadie lo había visto regresar de las colinas" El día 16 lo embarcaron en el buque inglés Canberra "Pensábamos que si los nuestros nos habían matado de hambre, con los ingleses sería peor Yo entré al barco con un pedazo de queso escondido en el pecho También llevaba escondidos chocolates, leche, azúcar Pero nos hicieron una requisa Cuando los ingleses nos veían cargando tanta comida escondida bajo nuestros uniformes se reían La verdad, nos atendieron muy bien", recuerda Unos días después el buque llegó a Puerto Madryn, en la Patagonia argentina "Recién ahí tomé conciencia de que me había salvado" Alonso y su grupo fueron trasladados a su regimiento y allí les hicieron firmar una declaración en la que los obligaban "a callar" "¡Imagínate!, volvíamos muy calientes (enojados) Somos parte de una juventud que fue arruinada por los milicos", dice "Al llegar ?prosigue? fue todo muy terrible Salíamos del cuartel y afuera estaban todos los familiares de los soldados Ellos no sabían si sus hijos habían sobrevivido, si estaban heridos o habían muerto en las islas Era una carrera desesperada por hallar a sus familiares Al final, el dolor de los padres que se iban quedando solos, frente al cuartel, era terrible" Ese dolor fue vivido en carne propia por la familia de Dante Pereira, el amigo de la infancia de Alonso A él le dijeron que Poroto había desaparecido durante los combates Su cadáver fue recuperado después, pero nunca se supo cómo murió El otro amigo de Alonso, Jorge Mártire, sobrevivió Formó una familia, tuvo tres hijos y estudió arquitectura Cuando le faltaba poco para concluir su carrera le fue mal en un examen "Cayó en una depresión de la que no pudo sobreponerse Estuvo un año bajo tratamiento psiquiátrico Se pegó un tiro en un bar de La Plata en 1993" "Hoy la mayoría de los soldados que pelearon en Malvinas tienen secuelas, sufren un estrés postraumático provocado por la guerra", sostiene Alonso Los suicidios de excombatientes suman 350, según asociaciones de veteranos de guerra El número supera a los 260 soldados caídos en combates terrestres en las islas, aunque el número total de militares argentinos muertos fue de 649 durante 74 días de conflicto armado Buena parte de ellos murieron ahogados cuando los ingleses hundieron el crucero General Belgrano, que navegaba fuera de la zona de exclusión para la navegación de buques argentinos dispuesta por Londres durante el conflicto Ese ataque es juzgado como crimen de guerra por los excombatientes La demanda Después de la guerra, Alonso y cientos de soldados de su regimiento fundaron la Asociación de Excombatientes de La Plata "Nos unió el espanto Nunca reivindicamos la guerra, pero sí la soberanía sobre las islas Luchamos por los derechos de los veteranos de guerra El derecho a la salud, a un trabajo digno, a recibir ayuda psicológica Siempre fuimos sospechosos Incluso, ya en democracia, en los archivos de la inteligencia policial bonaerense había un archivo sobre nosotros bajo las sigas AS (Actividad Subversiva)", señala Después de años de penurias económicas, cada excombatiente bonaerense recibe hoy una pensión de 2 mil 400 pesos (unos 800 dólares), aunque el monto es menor en provincias del norte del país Ahora, 25 años después de la guerra de las Malvinas, los miembros de los centros de excombatientes de La Plata y de la provincia de Corrientes ?en la frontera con Brasil? se aprestan a interponer una demanda legal contra los jefes militares que los enviaron a combatir a las Malvinas, a quienes acusan de autorizar "torturas" y "simulacros de fusilamiento" contra sus propios soldados "Impulsamos un juicio sobre la verdad Son 25 casos que tenemos documentados (?); hay incluso un caso de asesinato", afirma Alonso Comenta que, según testimonios de varios excombatientes, se trató de un soldado de la provincia de Corrientes que pertenecía a la unidad de defensa antiaérea de la infantería de marina Pero se niega a mencionar el nombre y las circunstancias de ese crimen debido a que se comprometió a no revelar detalles hasta que la demanda sea presentada Dice que "todos los acusados tienen nombres y apellidos" De hecho, éstos ya son conocidos por los argentinos: el exteniente de corbeta Alfredo Astiz (actualmente detenido en Argentina y condenado a cadena perpetua en ausencia en Francia por el asesinato de dos monjas francesas); el teniente de navío Antonio Pernías, torturador del centro de detención clandestino de la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma); el general Mario Benjamín Menéndez, gobernador argentino en Malvinas durante la guerra; los jefes de la Armada y de la Fuerza Aérea en esa época, almirante Jorge Isaac Anaya y el brigadier Basilio Lami Dozo, y otros oficiales o suboficiales que participaron en la represión y estuvieron en las islas Anaya y Lami Dozo, así como el exdictador Leopoldo Fortunato Galtieri ?quien falleció en el 2003?, ya fueron objeto de un proceso judicial por la guerra de las Malvinas, pero éste se debió a la manera en que condujeron el conflicto Galtieri y Amaya fueron condenados a 12 años de prisión y Lami Dozo a 10 años Sin embargo, los tres fueron indultados en 1990, durante el gobierno de Carlos Saúl Menem (1989-1999) La demanda legal se presentará este jueves 29 de marzo Además, los excombatientes informarán de ella al presidente Néstor Kirchner y a la ministra de Defensa, Nilda Garré ?

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