Carrington y las "fake news" del MAM (I)

lunes, 30 de abril de 2018 · 10:55
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Ni la excelencia de las piezas de Leonora Carrington logra disimular el deterioro profesional con el que operan los museos  de Arte Moderno (MAM) y del Palacio de Bellas Artes (MPBA) en la Ciudad de México.   Organizada por ambos recintos y exhibida en el primero, la muestra Leonora Carrington. Cuentos mágicos, no cumple con lo que se ofrece ni en la información oficial del MAM –boletín de prensa– ni en el catálogo de la exposición que se vende por 120 pesos en el museo: no es la primera exposición que explora las facetas de la artista en una perspectiva transdiciplinaria, no es la primera retrospectiva posterior a la de 1994 que se presentó en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, y la curaduría no revela a una Leonora Carrington “vista desde otras perspectivas”. Exhibida no sólo entre fake news sino, también, en el entorno de una experiencia museística sumamente incómoda por la oscuridad del efectismo museográfico y el nerviosismo de los custodios –sobre todo el día domingo–, la muestra desperdicia la posibilidad de profundizar en la creación de una artista que ha sido opacada por la narración de su propia vida.  De familia adinerada y vinculada con la aristocracia inglesa, Leonora Carrington nació en 1917 en el condado de Lancashire, al norte de Inglaterra y, a partir de 1920, vivió en un castillo neogótico en donde su imaginario infantil se conformó entre imaginarios romántico-tardíos, y mitologías irlandesas y celtas. En su proceso formativo como dama de sociedad, a los 14 años conoció en Florencia la pintura renacentista temprana y, a los 19, inició sus estudios de pintura con el purista modernista Amedée Ozenfant. En esa época, alrededor de 1936, conoció a los artistas surrealistas del entorno de Breton y vivió una relación de cuatro años con Max Ernst que, si bien fue muy significativa en su vida personal, no se manifiesta –como tanto se ha escrito– en su propuesta creativa. En 1941 emigra a la Ciudad de México, en donde desarrolla su obra y, tras algunas ausencias, vive en la Colonia Roma hasta su muerte en 2011. Excelente dibujante y sobre todo fascinante pintora de sutiles y sin embargo potentes poéticas cromáticas, Carrington destacó también como escritora, y en sus vínculos con el grupo de intelectuales y artistas europeos que emigraron a México en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, incursionó en prácticas teatrales y cinematográficas. Estereotipada por la historiografía del arte mexicano como pintora surrealista, fue reinterpretada en 2003 por la curadora Ingrid Suckaer quien, a través de la muestra Leonora Carrington: la vocación y sus reflejos, cuestionó su identidad surrealista, abordó su pensamiento feminista y profundizó en las dimensiones espirituales de sus poéticas con énfasis en el estudio de la Cábala. Exhibida en el Museo de Arte de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) de la Ciudad de México, la muestra destacó por la incorporación de distintas disciplinas: pintura, grabado, literatura, dibujo, escultura.  Sin embargo, no sólo esta exposición antecede en su carácter transdisciplinario a la del MAM.  En abril de 2017, para recordar los 100 años que cumpliría la artista en el mes de abril, la Universidad Autónoma Metropolitana inauguró la muestra Leonora Carrington en su centenario, imaginación delirante. Curada por el artista objetual y subdirector del Museo de Arte de la SHCP, Rafael Pérez y Pérez, el proyecto integró pintura, ilustración, distintas técnicas sobre papel, escultura, objetos y una sección biblio-hemerográfica. En su narrativa curatorial, abordó los imaginarios míticos, religiosos y jungnianos de la creadora.   Este texto se publicó el 29 de abril de 2018 en la edición 2165 de la revista Proceso.

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