Una exposición con verdaderos tesoros

martes, 17 de julio de 2018 · 11:56
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Espléndida en su contenido, narrativa y procedencia, la muestra Tesoros de la Hispanic Society of America que presenta el Museo del Palacio de Bellas Artes (MPBA) en la Ciudad de México, es una excelente oportunidad para disfrutar de verdaderas joyas artísticas, decorativas, artesanales y bibliográficas de la cultura hispánica: en su mayoría de la Península Ibérica, pero con algunos ejemplos de países latinoamericanos como México, Ecuador y Perú. Desde su origen el acervo es muy sugerente, ya que es producto de la pasión del filántropo norteamericano Archer Milton Huntington (1870-1955) por una cultura que conoció, por primera vez, durante un viaje que hizo a México con sus padres cuando tenía 19 años. Dos años después, en 1892, viajó a España e inició actividades literarias y de investigación que derivaron en un intenso coleccionismo bibliográfico que se expandió hacia objetos arqueológicos y artísticos. Interesado en crear un museo que condensara el significado del alma de España a través de obras “de la mano y del espíritu”, en 1904 fundó la Hispanic Society of America (Sociedad Hispánica de América), y en 1908 inauguró el museo y la biblioteca de la Sociedad en el barrio de Harlem, en Nueva York. Sorprendente no sólo por la exquisita calidad y diversidad cultural de los objetos que conforman la colección, sino también por esa amabilidad de su personal, el museo está actualmente en renovación, y su colección en una dinámica itinerancia que se inició el año pasado en el Museo del Prado, en Madrid. Como bien se mencionaba en el título madrileño, la exposición plantea distintas “Visiones del mundo hispánico”. Para la versión del MPBA, el curador de la muestra y presidente de la Sociedad, Mitchell Codding, además de presentar verdaderos tesoros de la colección, incluyó piezas significativas para los mexicanos. Diseñada curatorialmente con base en períodos históricos en los que se exhiben distintas disciplinas creativas –pintura, escultura, joyería, herrería, manuscritos, mapas, cerámica, textiles– sin plantear jerarquías estéticas, la exposición plantea un recorrido a través de la antigüedad hispana celta y romana, el medioevo visigodo y musulmán, los siglos de oro (XVI, XVII), el antiguo régimen, y la España moderna.  Y si bien cada pieza merecería una mención especial, en el conjunto sobresalen pinturas magistrales de los siglos de oro realizadas por Luis Morales El Divino –especialmente interesante por las atmósferas perturbadoras y dramáticas que rodean e invaden a los personajes–, el Greco, Diego Velázquez, Zurbarán y Murillo. De la época moderna, el imponente retrato de la duquesa de Alba pintado por Francisco de Goya en 1796-97 y sus irónicos dibujos románticos de principios del siglo XIX, alternan con Zuloaga y tres luminosas pinturas de Joaquín de Sorolla (1908-1911). Un artista, este último, que colaboró muy de cerca con Huntington produciendo para una sala de su museo la famosa serie de 14 pinturas monumentales denominada Visión de España (1912-1919).   De México, entre otras piezas, destacan el conjunto artesanal de pequeñas esculturas en barro negro con delicados relieves y textura muy opaca de 1650, el retrato en óleo de un costeño de José Agustín Arrieta (1843), un manuscrito de exámenes de estudiantes artistas y teólogos de 1644, un escrito con villancicos de sor Juana Inés de la Cruz, una vista de la Catedral Metropolitana en papel recortado sobre seda de 1810. Y de Ecuador, las almas en el infierno, el purgatorio y el cielo en madera policromada de Caspicara.  Esta reseña se publicó el 15 de julio de 2018 en la edición 2176 de la revista Proceso.

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