Duchamp y Koons en el Museo Jumex

jueves, 30 de mayo de 2019 · 09:01
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La exposición es espléndida. Y aunque las obras de Jeff Koons se imponen por su seducción visual, las discretas y emblemáticas piezas de Marcel Duchamp convierten la muestra en una joya museística. Concebida especialmente para el Museo Jumex y gestionada por su personal –labor encomiable por la internacional y diversificada procedencia de los objetos–, la muestra Apariencia Desnuda: El deseo y el objeto en la obra de Marcel Duchamp y Jeff Koons aun –adverbio que refiere al no sentido– es una propuesta que incide en el disfrute de ver, sentir y pensar el arte. Curada por Massimiliano Gione, director artístico Edlis Neeson del New Museum de Nueva York– con base en un atrevido concepto que relaciona a dos artistas que abordan el objeto desde imaginarios totalmente opuestos, la muestra es más sobresaliente por las obras que por su narrativa curatorial. Utilizado por Duchamp para presentar y comunicar sus ideas antirretinales y transformado en un potente placer retinal en Jeff Koons, el objeto, en la exposición, es un hilo conductor que se transforma de mercancía a metáfora conceptual, anatomía del deseo y trampa de ojo neo-pop. Museográficamente, es Jeff Koons (Pensilvania, USA, 1955) quien guía la narrativa de la exposición. Sin abordar las pequeñas instalaciones con baratijas inflables de finales de los años setenta, la muestra inicia con su obra ochentera. Representada con carteles publicitarios de galerías en los que la fisonomía del artista se vincula a la provocación de la representación –Koons entre cerdos o entre mujeres semidesnudas en entornos cromáticos considerados de “mal gusto”–, su obra de esos años oscila entre el minimalismo de aparatos electrodomésticos instalados sobre luces neón, el equilibrio de pelotas de basquetbol en peceras, y la apropiación de la imagen de objetos banales de estética kitsch que reinterpretaba con exquisitas y totalmente diferentes manufacturas: un recipiente con flores de migajón producido en madera, un tren de juguete típicamente realizado en madera y reinterpretado en metal, y una mochila deportiva convertida en una escultura en metal de hiperrealismo retinal. Esparcidas entre las obras de Koons, además de una atractiva pintura figurativa de 1910, las reediciones sesenteras de los emblemáticos ready made del padre del arte conceptual, Marcel Duchamp (Francia, 1887-1968), se filtran con una sobriedad que casi las diluye: su rueda de bicicleta sobre banco de cocina de 1913, el escurrebotellas de 1913-1914, el famoso urinario de 1917, el poético recipiente con aire de París de 1919, y la inquietante jaula con falsos terrones de azúcar realizados en mármol que, con el título de ¿Por qué no estornudar, Rose Sélavy?, ensambló en 1921. Admirado por sus reinterpretaciones hiperrealistas de objetos banales en materiales nobles, Koons se ha impuesto en el mercado secundario como el artista vivo de más alta cotización: el pasado miércoles 15 de mayo se subastó una edición de su conocido Conejo en 91 millones de dólares. Inspirados en los inflables ochenteros de brillo metálico y realizado en acero inoxidable, sus conejos se han convertido en una obra emblemática del arte contemporáneo que incluye la muestra del Museo Jumex. Integrada con obras que permiten conocer tanto la sofisticación conceptual de Duchamp como la seducción apropiacionista que ha tenido Koons hasta la actualidad, la exhibición presenta también la polémica escultura monumental inflable que, bajo el título de Bailarina sentada, se presentó afuera del Rockefeller Center de N. Y. en 2017. Basada totalmente en la figura en cerámica de la artista ucraniana Oksana Zhnikrup (1931), la pieza confronta la ambivalencia creativa de los apropiacionismos o facsímiles postmodernos que ahora se definen como arte neo-pop.

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