Caballero y la dirección ausente del MAM

viernes, 7 de junio de 2019 · 12:03
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Sin la presencia de la directora, con un público muy escaso y en medio de un desagradable olor a comida, se realizó el pasado sábado 25 de mayo, en el Museo de Arte Moderno (MAM) de la Ciudad de México, una plática en torno a la exposición Antonio Caballero. Fotografía 1953 a 1985. Considerado por el museo como “actividad destacada”, el evento en el que participaron el fotógrafo, el curador Iñaqui Herranz y el crítico de televisión Álvaro Cueva, evidenció la contradicción que existe entre el discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador y la gestión de Lucina Jiménez como directora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL): los funcionarios del Instituto pueden realizar turismo político (Proceso, 2220), ausentarse los sábados aun cuando no debiera, servir de manera deficiente a los ciudadanos, y permitir transacciones comerciales cuestionables. Presente a finales de abril en la ciudad francesa de Lille para inaugurar la exposición Intenso Mexicano que no gestionó, la actual directora del MAM, Natalia Pollak, además de no participar en una actividad destacada realizada en día sábado, tampoco controla el pésimo servicio que ofrecen sus custodias al gritarle al público en la exposición mencionada y, en lo que respecta a la venta del catálogo de la muestra de Caballero, aprueba que en la tienda del museo sólo se comercialice a cambio de dinero en efectivo y sin otorgar recibos o facturas que comprueben la transacción. ¿Qué atributos encuentran el presidente y la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, para mantener a Lucina Jiménez al frente del INBAL? Con el grado de licenciatura en historia del arte por la universidad privada Iberoamericana y nuera del exfuncionario priísta Miguel Limón Rojas, Natalia Pollak, directora del MAM desde febrero de este año, no ha iniciado bien su gestión como servidora pública del gobierno Lopezobradorista. Aprobada y gestionada por Sylvia Navarrete bajo su gestión como directora del MAM de 2013 a 2018, la muestra de Antonio Caballero es un acertado ejercicio curatorial de Iñaqui Herranz que tiene el objetivo de ubicar la propuesta creativa del fotógrafo en el contexto de su propia trayectoria. Reconocido tanto por la famosa imagen de Marilyn Monroe que al cruzar la pierna deja al descubierto su pubis desnudo (1962) –imagen de procedencia desconocida hasta que el periodista Roberto Ponce ubicó la autoría el 3 de agosto de 1996 en la revista Proceso–, como por su intenso y pionero trabajo en la producción de fotonovelas, Antonio Caballero, bajo la mirada de Herranz, es en esencia un retratista que reinterpretó el género desde el periodismo político y de espectáculo, hasta la puesta en escena en narrativas gráficas. Al margen de los numerosos retratos de actores y actrices mexicanos que sobresalieron en los años sesenta, la exposición muestra a un fotógrafo que se caracterizó por una mirada machistamente masculina. Interesado –como él mismo mencionó en la plática– en realizar imágenes que le gustaran al público, Caballero desarrolló un lenguaje en el que abundan tomas lascivas que hoy en día, lejos de agradar, se perciben de una absoluta vulgaridad. Evidentes, planas, frontales y con numerosas tomas en las que la mujer se percibe como un simple trozo de carne carente de cerebro, los retratos de Antonio Caballero sobresalen por los entornos paisajísticos en los que colocaba a sus personajes. Instalados en una Ciudad de México que crecía y se transformaba bajo los parámetros de la modernidad arquitectónica, sus personajes, ya sea en escenarios urbanos o en interiores típicos de las casas funcionalistas del Pedregal de San Ángel, dejan el testimonio de un deseo sexual y de lujo que no puede ocultar la maniquea perversidad de su estética kitsch.

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