GAMA virtual y el mercado del arte

domingo, 24 de mayo de 2020 · 17:30
Ante la crisis económica provocada por la covid-19, uno de los principales galeristas a nivel global inició en abril en Nueva York el salón virtual Platform, donde acogió a 13 galerías emergentes, que ya se extiende a Londres y Los Ángeles. Aquí arrancó el proyecto Plataforma 2020 desarrollado por Gama (Galería de Artes Asociadas), posible semilla de una asociación para fortalecer el valor y el sistema comercial de nuestro arte contemporáneo. En este panorama que despliega la crítica de arte de Proceso, el camino para incrementar y democratizar su consumo es crucial. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- ¿Qué será del arte contemporáneo después de la emergencia sanitaria y económica que ha provocado la pandemia de covid-19? ¿Seremos capaces de reinventar sus valores, redefinir su identidad y humanizar –o democratizar– su comercialización? Con base en la importancia que tiene en la definición y construcción del arte, en la manutención de los artistas y en la economía creativa de una ciudad, el mercado es un tema prioritario. Constituido por diferentes segmentos que satisfacen distintos gustos, necesidades y posibilidades económicas, el mercado del arte o, más bien, los mercados del arte, deberían ser un tema de primera importancia en la discusión cultural de nuestro país. Si en México tuviéramos mercados plurales, competitivos, transparentes, dinámicos y locales, los artistas visuales no necesitarían depender de programas de gobierno y paternalistas, como las becas del extinto Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca). Constituido por agentes independientes, galerías con diferentes potenciales económicos, emprendedurías diversas –desde muy pequeñas y efímeras hasta el emblemático y despreciado Jardín del Arte–, una casa subastadora que conjuga mercado secundario y primario –Morton–, y dos ferias internacionales de prestigio global –ZsONAMACO y Material Art Fair–, el mercado del arte contemporáneo en México es un territorio que merece mayor atención y apoyo, tanto social como gubernamental. Integrado no sólo por comerciantes, sino también por compradores que pueden ser esporádicos o coleccionistas, este mercado nacional, lejos de considerarse como un mercado de lujo –que sí lo es-, debería visualizarse como una economía creativa y turística que debe fortalecerse con apoyos fiscales y campañas de difusión para promover la democratización del consumo artístico. Otorgar beneficios fiscales a los compradores de arte y promover el mecenazgo de arte público, podría beneficiar, inclusive, a la transformación de la imagen de marca de nuestro país. Lejos de ser un enemigo gubernamental, el mercado del arte puede ser un aliado para la proyección positiva de México a nivel internacional. Como ciudadanos, las becas que les otorgamos a los creadores visuales son autoritarias y socialmente inútiles. Sustituir las becas con programas gubernamentales de apoyo al mercado sería un acierto con prospectivas positivas. En el contexto del mainstream, del canon establecido, la necesidad de reestructurar este mercado es un tema recurrente. Acotado en modelos feriales, su revisión se concentra en el impacto negativo que han generado las ferias en las galerías y su entorno: el debilitamiento de las galerías medianas y emergentes por el predominio de las galerías blue-chip, la sobrecotización de las firmas que provocan los costos de estos eventos, el aniquilamiento de los mercados locales. En suma, el agotamiento de las ferias. Una de las voces más relevantes en la crítica del sistema ferial es la del galerista neoyorquino David Zwirner (Colonia, Alemania, 1964). Sobresaliente por su actitud solidaria con aquello que critica, se ha convertido en un extraño mecenas de galeristas medianos y emergentes. Hijo del relevante cofundador de la primera feria de arte que, bajo el título de Art Cologne, se inauguró en 1967 en la ciudad hermana de Colonia, el músico y jazzista de formación David Zwirner inició su trayectoria como galerista en 1993 en el barrio del Soho, en Nueva York. Interesado en promover a artistas contemporáneos internacionales que destacan por la audacia y originalidad de sus propuestas –entre los que se encuentran numerosos pintores, como Neo Rauch, Tomma Abts, Sigmar Polke, Chris Ofili, Wolfgang Tillmans, Luc Tuymans–, el exitoso galerista cuenta actualmente con sedes en Hong Kong, Londres y París. Vinculado desde los atentados de 2011 en NY con actividades filantrópicas que se sustentan en el arte contemporáneo, David Zwirner no sólo ha denunciado el daño que provocan las grandes galerías a las medianas y emergentes en el contexto ferial, sino que también ha apoyado a estas últimas para evitar que colapse el funcionamiento del mercado artístico. Visionario en la creación de un viewing room (sala de visualización) en línea desde 2017, David Zwirner, ante la crisis económica provocada por la covid-19, inició en los primeros días de abril un proyecto que, bajo el título de Platform (Plataforma), acogió en ese viewing room aproximadamente a 13 galerías emergentes de Nueva York, y posteriormente de Londres y en Los Ángeles. También con el nombre de Plataforma, en la Ciudad de México, la emergencia económica que ha ocasionado el covid-19 aceleró un proyecto de galerías que desde hace mucho es necesario en nuestro país. Integrada por nueve galerías feriales que desde hace varios años participan en ZsONAMACO, Plataforma 2020 es una “iniciativa colectiva de estímulo económico” que promueve la venta de arte en precios cotizados en dólares, con un descuento de 20% y un tipo de cambio de un dólar por 20 pesos. Desafortunada por asumir el mismo título en español que el proyecto de la Galería David Zwirner, Plataforma 2020 es especialmente interesante por la proyección que podría alcanzar. Integrada por las galerías Arroniz, Arte Mexicano, Enrique Guerrero, Hilario Galguera, Karen Huber, Le Laboratoire, Licenciado, Patricia Conde y Proyecto Paralelo, Plataforma 2020 se presenta en un portal que se identifica como una asociación de galerías: GAMA (Galerías de Arte Mexicanas Asociadas). Con un modelo de negocio que asigna 50% de la venta al artista, 10% a iniciativas que trabajen en el mismo sentido que Plataforma y 40% como una ganancia repartida entre todas las galerías, el proyecto se percibe como la semilla de una asociación que podría ser muy conveniente para la escena comercial del arte contemporáneo en México. Pertenecientes a un segmento artístico de primer nivel, las galerías, si logran instituirse como una organización, podrían convertirse en un frente capaz de gestionar acuerdos con instancias tanto públicas como privadas. Entre las primeras, beneficios fiscales, y, entre las segundas, negociaciones sobre precios de transporte de obras o gestiones aduanales. Centradas en la oferta comercial, las galerías de Plataforma 2020 promueven la venta de firmas de trayectoria media y joven. Con una presencia mayoritaria de autores mexicanos –aun cuando galerías como Hilario Galguera, Licenciado y Karen Huber le apuestan en su mayoría a firmas extranjeras–, la propuesta de Plataforma integra un universo equilibrado de distintas disciplinas. Divididas en cotizaciones que oscilan entre mil 200 dólares (32 mil pesos) –fotografía de Sofía Ayarzagoitia en la Galería Patricia Conde– y 30 mil 400 dólares (608 mil pesos) –pintura del alemán Martin Eder y escultura del belga Peter Buggenhout en la Hilario Galguera–, las obras, al margen de su calidad artística, cuestionan la pertinencia de sus precios: ¿qué valores por encima de todos los otros artistas tienen Eder (1968) y Buggenhout (1963) para que sus obras tengan un precio de 30 mil 400 dólares (608 mil pesos)? ¿Por qué si el mexicano Gilberto Aceves Navarro gozó de una beca de Creador Emérito desde 2001 –hasta su fallecimiento en 2019–, su obra sólo alcanza un precio de 6 mil 800 dólares (136 mil pesos)? Y en el mismo contexto, ¿por qué una litografía de Francisco Toledo (1940-2019), Creador Emérito desde 1993 y artista nacional emblemático, tiene un costo de sólo 2 mil 400 dólares (48 mil pesos) en la Galería de Arte Mexicano? Al comparar precios y autorías, es evidente que el arte contemporáneo mexicano no cuenta con una construcción de alto valor. Por lo mismo, si la administración gubernamental de la cultura no ha logrado posicionar el arte mexicano en un alto nivel comercial en la escena global, podría apoyar al mercado del arte para que incremente su cotización. A pesar de la influencia que podrían tener en México las asociaciones galerísticas, su creación y permanencia no ha sido afortunada. La incapacidad de constituirse como un conjunto de intereses comunes en su diversidad, se evidencia, lamentablemente, en GAMA y su Plataforma. En un contraste evidente en la calidad de información sobre cada artista, destaca la falta de profesionalismo de las galerías de Arte Mexicano y Proyecto Paralelo. Sin embargo, aun así, Plataforma plantea una circunstancia muy positiva para el mercado: la transparencia de las cotizaciones. Opaco y arbitrario, nuestro mercado carece de una confiabilidad que le permita crecer y fortalecerse. Transparentar los precios, como lo hace la Plataforma de GAMA, puede ser el inicio de una reestructuración del funcionamiento del ecosistema del arte contemporáneo en nuestro país. Este texto forma parte del número 2272 de la edición impresa de Proceso, publicado el 17 de mayo de 2020 y cuya versión digitalizada puedes adquirir aquí

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