Difícil coalición contra el Frente Nacional

viernes, 28 de abril de 2017 · 21:52
PARÍS (apro).- 21 de abril de 2002. 20 horas. Resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Dos rostros aparecen en las pantallas de millones de televisores franceses: el de Jacques Chirac, candidato del Reagrupamiento para la República (RPR) de derecha y el de Jean Marie Le Pen, candidato del Frente Nacional, de la ultraderecha. Terremoto, cataclismo, electrochoque… A los políticos, periodistas, editorialistas y simples ciudadanos les faltan metáforas y superlativos para describir “el horror”. Centenares de miles de franceses salen espontáneamente a las calles para gritar su desasosiego. 1 de mayo de 2002. Una auténtica marea humana —medio millón de personas– fluye desde la Plaza de la Bastilla hasta la Plaza de la Nación. Es la movilización parisina más importante desde la celebración de la liberación de la “Ciudad Luz” en agosto de 1944. Los franceses manifiestan en todo el país repudiando el Frente Nacional. Los líderes de todo el espectro político olvidan sus divergencias y llaman a formar un “frente republicano” para impedir que Jean Marie Le Pen llegue al Palacio del Eliseo. En la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, Chirac se impone con 80% de los sufragios. 23 de abril de 2017. 20 horas. Resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales.Misma “ceremonia” televisiva. Se imponen dos rostros: el de Emmanuel Macron, de confusa definición política que aspira a aglutinar “progresistas” de derecha e izquierda, y el de Marine Le Pen, del Frente Nacional, tan de ultraderecha como su padre, a pesar de su pseudo barniz de respetabilidad. 23 de abril de 2017. 21 horas. Unos 500 jóvenes antifa (antifascistas) irrumpen en la Plaza de la Bastilla al grito de “¡Ni Le Pen, Ni Macron!”. Los enfrentamientos con la policía son violentos, pero breves. A las 12 de la noche vuelve la calma en la “Ciudad Luz”. En los días siguientes, alumnos de liceos y colegios se manifiestan en las calles de París y de provincia con el mismo grito de guerra: “¡Ni Le Pen, Ni Macron!”. No son numerosos. Hay choques esporádicos con la policía pero estas pequeñas manifestaciones no pasan a mayores. Es todo, hasta la fecha. Indecisión Peor aún, constituir de nuevo un amplio Frente Republicano contra el Frente Nacional parece difícil. Sin llamar explícitamente a votar en favor de Emmanuel Macron, el buró político de Les Republicains, de derecha, expresa: “La abstención no puede ser una opción ante el Frente Nacional. Llamamos a votar contra Marine Le Pen”. Pero la dirección del partido dista de convencer a los seguidores de su corriente más derechista, atraídos por un voto a favor de Marine Le Pen o por un voto en blanco. La posición del Partido Socialista es un poco más homogénea: “Unidad contra Marine Le Pen”, proclaman tanto François Hollande, como Manuel Valls, quien encabeza a los reformistas del PS, y Benoît Hamon, de la tendencia más izquierdista. Sus electores se notan mucho más indecisos. Basta echar una mirada a las redes sociales y seguir los debates que las sacuden para temer un amplio nivel de abstención de “izquierda” en la segunda vuelta de las presidenciales. Estas discusiones no se limitan a la web, se dan a diario y vuelven eléctricas las conversaciones entre amigos, colegas o familiares. Para muchos resultan tan repulsivos Le Pen como Macron. Es la posición de Jean Luc Mélenchon, que se define como líder de “la izquierda de la izquierda” y advierte a sus siete millones de electores que se rehúsa a escoger entre “la peste y el cólera”. En 2002, el actual líder de La France Insoumise, que aun pertenecía al PS y se desempeñaba como secretario de Educación Profesional de Lionel Jospin, era el más ardiente defensor del frente anti Le Pen. Hoy vitupera tanto contra “el fascismo” de la lideresa del FN como contra “el ultraliberalismo” de Macron. Mélenchon rehúsa justificar ese giro tan drástico. No explica por qué un tecnócrata socioliberal, cuyo programa político es ciertamente ambiguo, le parece tan peligroso como la heredera de un partido extremista, que él mismo califica de fascista. Las iglesias La actitud de la Iglesia Católica es otra de las numerosas diferencias entre 2002 y 2017. Hace 15 años, la Conferencia de los Obispos de Francia (CEF) se pronunció explícitamente contra el Frente Nacional y recordó que sus valores eran incompatibles con la enseñanza de la Iglesia. Hoy el tono es bastante distinto. Si bien la jerarquía católica fue la primera instancia religiosa en expresarse la misma noche del 23 de abril, su llamado fue bastante ambiguo. “La iglesia Católica no llama a votar a favor de uno u otro candidato, solo desea recordar la importancia de lo que está en juego y dar algunos elementos de reflexión para que cada uno tome su decisión”, enfatizó antes de señalar los “puntos capitales” que el electorado católico debe tomar en cuenta: el apoyo a la familia, el respeto de los lazos de filiación, la preocupación por los más pobres, los ancianos, los minusválidos, los desempleados y los refugiados. Salvo la atención a los migrantes, a la que se opone categóricamente el Frente Nacional, Marine Le Pen puede “recuperar” todos los demás puntos y, en particular, los que conciernen la familia y la filiación, caballos de batalla de poderosas organizaciones católicas. Fueron estas organizaciones las que, en 2013, lanzaron a centenares de miles de franceses en la calles en contra de la ley sobre el matrimonio homosexual. Dos de ellas, “Sens Commun” (Sentido Común) y “Manif pour tous” (Manifestacion para todos), ultraconservadoras, llaman a votar contra Macron. Algunos altos prelados empiezan a rebelarse. “¿Qué cédula de votación para el 7 de mayo?”, acaba deescribir en Twitter Marc Stenger, obispo de la ciudad de Troyes –al este de Francia--, antes de contestarse a sí mismo en un segundo mensaje: “No la del miedo, del odio, del rechazo, de la exclusión, de la cerrazón: Todo eso es lo contrario del Evangelio”. Son pocos los disidentes y resulta violento el contraste entre el planteamiento de la Iglesia Católica y el de las demás instituciones religiosas galas. Tanto la Gran Mezquita de París, respetada autoridad musulmana, como La Unión de las Organizaciones Islámicas de Francia (UOIF) y el Consejo Francés del Culto Musulmán (CFCM) llaman explícitamente a votar a favor de Emmanuel Macron. Lo mismo hacen el gran rabino de Francia, Haïm Korisa, máxima autoridad judía gala, y el conjunto de las iglesias protestantes francesas. Los masones del muy influyente Gran Oriente de Francia, así como el importante Comité Laicidad República expresan abiertamente su apoyo al líder de “En Marche!”. ¿Cómo explicar ese cambio de actitud de la Iglesia Católica? Los resultados detallados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales dan pistas de comprensión: 28% de los católicos votaron por François Fillon, 22% a favor de Marine Le Pen y otro 22% por Emmanuel Macron. Gran parte de los electores católicos de Fillon rehúsan votar por Macron en la segunda vuelta. Resulta claro que los obispos no quieren tomar el riesgo de alejar a sus fieles ultraconservadores. Pero ese clientelismo puede resultar sumamente costoso para la democracia francesa, al igual que la banalización del Frente Nacional por un número creciente de electores que, a diferencia de hace 15 años, se niegan a encarar la amenaza que Marine Le Pen representa para la esencia misma de Francia.

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