Académico de la UNAM pide mayor investigación sobre daños estructurales ante sismos

miércoles, 16 de octubre de 2019 · 15:14
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Los cinco grandes terremotos registrados en México de 1990 a la fecha han servido para incrementar la investigación, mejorar la normatividad y fomentar el diseño sísmico de los edificios, aunque falta incrementar la investigación sobre los daños estructurales en los inmuebles, afirmó el investigador emérito del Instituto de Ingeniería (FI) y doctor honoris causa por la UNAM, Roberto Meli Piralla. En la conferencia magistral “Efectos de los sismos del último siglo en la Ciudad de México”, realizada en el auditorio Javier Barros Sierra de la Facultad de Ingeniería, el experto recordó que los movimientos telúricos que ocasionaron mayores daños son los que ocurrieron en los años de 1911, 1957, 1979, 1985 y 2017. El sismo de 1911 causó la muerte de 35 personas. En ese entonces, dijo, no se contaba con las herramientas legales en materia de seguridad sísmica en la normatividad vigente. Meli Piralla comentó que el siguiente sismo sobrevino en 1957, cuando cayó la emblemática columna de la Independencia. Ese temblor dejó pérdidas estimadas en 160 millones de dólares y causó más de 50 muertes. La capital del país, prosiguió, resultó más afectada que el estado de Guerrero, donde se detectó el epicentro. En esa época, agregó, el reglamento de construcciones de 1940 incluía “reglas simplistas” que no consideraban los efectos sísmicos en las edificaciones. Recordó que fue en 1960 cuando se dieron los primeros pasos encaminados a reforzar los sistemas de construcción. Apareció un folleto para la comprensión de la norma y el comportamiento dinámico de las estructuras y un año después, en 1961, se creó la Sociedad Mexicana de Ingeniería Sísmica, organismo que contribuyó a la divulgación de una normativa más racional y estricta, correspondiente al reglamento de 1978. El siguiente temblor ocurrió en 1979. Meli lo llamó el sismo de la Ibero, pues en ese entonces colapsaron algunos de los edificios de la Universidad Iberoamericana en Taxqueña y dejó severas afectaciones en casas de adobe de Acapulco, Zihuatanejo, Ixtapa y Lázaro Cárdenas. Pero el siguiente sismo, el de 1985, a juicio del investigador, ha sido el más violento. Las cifras oficiales indicaron que perdieron la vida 4 mil 500 personas, pero versiones extraoficiales dieron cuenta de al menos 20 mil fallecidos. Meli Piralla consideró que, la falta de experiencia ante desastres colosales provocó la tardía reacción de los cuerpos de emergencia para el rescate víctimas y la revisión de habitabilidad de los inmuebles dañados, así como la reinstalación de los servicios indispensables como el agua y las telecomunicaciones. Y sobre el sismo de 2017 dijo que fue un evento de falla normal y que, aunque los movimientos telúricos de este tipo son frecuentes en la zona de Puebla, Morelos y Guerrero, ha sido el primero que causó severos daños en la Ciudad de México. La mayoría de las estructuras colapsadas y dañadas fueron las que se construyeron antes de 1985, y no se contaba en ese momento con normativas adecuadas. La mitad de las estructuras, dijo, mostraron problemas de suelo o cimentación, mientras que los daños graves se presentaron en fachadas y columnas de concreto.

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