Juego de Spoilers
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Como muchos, llegué tarde y mal como espectador al fenómeno Game of Thrones, al que supongo que era casi imposible sustraerse dada la incontenible capacidad que tenía cada domingo para monopolizar la conversación en las redes sociales.
La serie de HBO basada en el universo literario creado por George R. R. Martin dividió a las audiencias de las comunidades digitales en dos: los que la veían y los que no la veían, con multitudes jactándose de estar en cualquiera de los dos bandos, y peleando por ello como si fuera prenda de orgullo.
No era difícil pertenecer al segundo de los bandos por el hecho de que Game of Thones fue exclusiva de uno de los canales premium en los servicios de televisión por cable, lo que hizo pensar a muchos si convenía pagarlo exclusivamente para ver un programa.
Por internet sólo se podía ver de manera ilegal, pues ni siquiera estaba a la venta para su descarga. En todo caso, había que esperar a que saliera al mercado la colección de cada temporada en DVD o Blu-ray. Pero ya para entonces no se podía formar parte de la “conversación” en línea.
Fue a partir de la séptima temporada cuando el acceso se democratizó un poco gracias a que la aplicación HBO Go adoptó el modelo de Netflix de un cobro de suscripción mensual sin necesidad de estar suscrito a Sky, Izzi o algún otro servicio de televisión tradicional.
Pese a la dificultad que implicó en ocasiones conectarse para ver el capítulo en su transmisión “en tiempo real” (sobre todo en la séptima temporada), cientos de miles de cibernautas participaron en el principal entretenimiento que seguía después de cada episodio: el juego de spoilers.
Aunque no es nueva, la palabra inglesa “spoiler” ha cobrado un inusitado vigor gracias a internet y particularmente a las redes sociales. Derivada del verbo “spoil”, que significa arruinar o echar a perder, alude a la revelación pública de un elemento clave de la trama de alguna novela, película, obra de teatro o programa de televisión.
Es un neologismo de tan reciente cuño que ni siquiera tiene una traducción al español que le haga justicia. O al menos no existe en nuestro idioma una palabra que exprese totalmente el sentido negativo que lleva implícito “spoiler”.
Porque, aun cuando se asume que en una charla se puedan revelar accidentalmente pasajes que le arruinen la experiencia al futuro espectador de una obra, se sobreentiende que quien incurre en un spoiler en internet lo hace por una intencionada y calculada falta de cortesía. Ganas de molestar puras, pues.
Los matices del significado de “spoiler” fueron rastreados por el periodista Ben Zimmer en una columna publicada el 10 de octubre de 2014 en The Wall Street Journal, la cual recuerda la frase atribuida al cineasta Alfred Hitchcock con la que suplicaba a los espectadores en 1960 que no revelaran el final de Psicosis porque “es el único que tenemos”. Para ese entonces, al “spoiler” aún no se le conocía con esa palabra.
De acuerdo con Zimmer, el pionero en usarla fue el humorista Doug Kenney, quien en el número de abril de 1971 de la revista satírica National Lampoon incluyó una página “de servicio” llamada “Spoilers” en la que contaba los finales de las películas para “ahorrarle tiempo y dinero” a sus potenciales espectadores. Quien quiera explorar en las retorcidas motivaciones de este personaje puede conocerlo en la película de ficción “Un gesto fútil y estúpido”, producida por Netflix.
Justo es esta compañía la que se sintió responsable de haber transformado la experiencia de contemplar una obra mediante su servicio de streaming. Consciente de que soltar todos los capítulos de una temporada –dinámica que inauguró en febrero de 2013 con su drama político House of Cards– creó toda una cultura que amplificó el spoiler a niveles insospechados, en septiembre del año siguiente lanzó un “servicio” quizá inspirado en el de Kenney: que la gente se arruinara el final por sí misma.
Así, lanzó en EU la página “Living with spoilers”, con la certeza de que no todo mundo quería ahorcar al amigo que le contaba el final del chiste, sino que había quienes hallaban placer en adelantarse a sí mismos el desenlace. Ahí uno se podía enterar de las resoluciones de los dramas si es que la ansiedad no lo dejaba vivir, o simplemente por el gusto de conocer la nota antes que nadie.
Y, mientras duró, también fue un paraíso para quienes sienten la insana pulsión de fregar al prójimo. Que no son pocos, como se vio recientemente en la multiplicación de spoilers de la película Avengers: Engame antes de su estreno gracias a una filtración.
Zimmer asegura que científicos del laboratorio de Inteligencia Artificial del Tecnológico de Massachusetts (MIT) crearon la hoy famosa leyenda “alerta de spoiler” cuando en sus ratos libres discutían vía correo electrónico sobre su afición a la saga espacial Star Trek.
Esta muestra de amabilidad tuvo que ser recuperada por Marvel para poder estrenar el más reciente tráiler de la nueva película de Spider-Man, cuya trama comienza justo donde termina la de Avengers-Endgame.
En internet, el actor Tom Holland se encargó de advertirle al espectador que se abstuviera de ver el corto si aún no atestiguaba la última entrega de los Vengadores, que en los cines de plano debió ser programado al final de cada función. Por gestos como éste el arácnido sigue siendo el vecino amigable.