Puros cuentos

sábado, 1 de junio de 2019 · 11:24
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- Cuando uno ingresa al recién lanzado portal www.pepines.unam.mx, sorprendentemente, lo primero con lo que uno se topa es con una aclaración: “Estimados usuarios, con sorpresa y atención leemos sus comentarios. La Hemeroteca Nacional de México no anunció la digitalización de las historietas que resguarda sino su catalogación y descripción…” Y es que, el domingo anterior, un comunicado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) anunció el lanzamiento de ese sitio en el que se ofrece información sobre unas mil 400 historietas mexicanas del siglo XX, entre ellas Los Agachados, Lágrimas y Risas, Capulina, Rolando el Rabioso, Los Supersabios y muchos clásicos más. Es cierto que el comunicado –replicado ampliamente por los medios en los días siguientes– es claro en señalar que se trata de un catálogo digital sobre el acervo historietístico que resguarda la Hemeroteca Nacional de México y no su escaneo total. Pero también es justo señalar que el tuit de la cuenta Sala de Prensa UNAM alimentaba cierta expectativa al decir “Memín Pinguín, Chanoc, Kalimány Don Catarino, entre otros, se digitalizan en la UNAM”. https://twitter.com/SalaPrensaUNAM/status/1132637739063623680 Con todo, se trata sólo de pecatas minutas que no restan mérito a un esfuerzo que, de entrada, revalora un arte gráfico y popular que no gozó de buena reputación en su época de mayor apogeo. Sólo unos cuantos cuentos –destacadamente La Familia Burrón– alcanzaron cierto estatus de reconocimiento como obra intelectual o crónica ilustrada de su época. Para la gran mayoría –y hablo de lo que me consta, pues durante muchos años atendí un puesto de periódicos y revistas–, estas publicaciones eran una suerte de gusto culposo, pues se les consideraba “subliteratura” y los contenidos de muchos de ellos probablemente serían cuestionados a la luz de los estándares de hoy en materia de inclusión racial o de género. Buena materia de investigación sería conocer en qué momento y por qué razón los cuentos y cuentitos fueron extinguiéndose. Probablemente haya que culpar a la propia era digital, que ha ido cerrando los tradicionales kioskos o puestos conforme los periódicos diarios han migrado a versiones electrónicas. Y también es cierto que prácticamente ninguna historieta mexicana tuvo una adopción exitosa en otro lenguaje mediático como el cine y la televisión, de tal forma que le diera continuidad. Por lo pronto, en la nota aclaratoria inicial del sitio Pepines, que responde a la decepción de muchos cibernautas que esperaban ver ejemplares o colecciones completas de las historietas en versión digitalizada, la Hemeroteca aclara que esto no es posible porque no posee los derechos de las publicaciones. Sin embargo, además de las fichas técnicas respectivas, el catálogo sí incluye algunas páginas de cada título reproducidas con fines de divulgación académica, que por sí solas ameritan varias horas de navegación. Las colecciones están clasificadas en cuatro grandes géneros: aventura, humor, melodrama y didáctica, identificadas por sus respectivas pestañas. Ahí se despliegan los títulos por orden alfabético, ilustrados con alguna carátula o página de interiores. A la hora de consultar aparecen páginas escaneadas o, en algunos casos, fotografías de los volúmenes empastados. Si se hace clic en el título subrayado se llega a la ficha de registro y clasificación de la Hemeroteca, con datos de la publicación, sinopsis, temática y autores. [caption id="attachment_586539" align="alignnone" width="1340"]Foto: dgcs.unam.mx Foto: dgcs.unam.mx[/caption] Con todo y el limitado número de páginas disponibles, el usuario podrá dar rienda suelta a su nostalgia de acuerdo con su edad y los títulos que le hayan correspondido. Si algún significado tiene este dato, el mayor número de registros los tienen los géneros de melodrama (486) y aventura (326). Sorprende un poco que un título futbolero como Chivas Chivas ra ra ra aparezca en el rubro de didáctica, al lado de biografías ilustradas de personajes históricos o religiosos. Pero es de esperarse que un esfuerzo de esta naturaleza se vaya ajustando con la retroalimentación de los lectores. Probablemente el antecedente más parecido a este proyecto, sin ser una página institucional, sea el del sitio estadunidense Digital Comic Museum, mediante el cual es posible consultar y descargar ejemplares de historietas antiguas del dominio público, y que está vivo gracias a los donativos de los fans. Quizá el siguiente paso para redondear el esfuerzo de Pepines es que, aprovechando la información sistematizada, se creen fichas en Wikipedia de las historietas mexicanas que aún no cuenten con su entrada propia. Sería una forma de extender el conocimiento y a la vez dirigir de ahí visitas al propio sitio de Pepines. Y, por supuesto, ojalá en un futuro no muy lejano sea posible contar con una digitalización lo más completa posible de los ejemplares. Nuestros amados cuentos no podrían tener un mejor final feliz.

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