Abrir la persiana dentro del avión ahora depende del iPad

sábado, 21 de septiembre de 2019 · 11:54
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- “¿Ventanilla o pasillo?” es la pregunta que suelen hacer los vendedores de boletos de avión a los clientes respecto al tipo de asiento en el que preferirán viajar durante su vuelo. Aunque, en un mundo gobernado cada vez más por dispositivos electrónicos portátiles, la pregunta tiende a ser: “¿Luz u oscuridad?”. Así se desprende de un reportaje publicado esta semana en The Wall Street Journal que da cuenta de un nuevo fenómeno entre los viajeros: que cada vez más prefieren viajar a oscuras en vuelos diurnos, bajando la persiana de la ventanilla, para mirar cómodamente su teléfono inteligente o tablet. Y es que la luz exterior, sobre todo cuando rebota en las nubes o en el hielo, causa deslumbramientos que podrían dificultar la visualización de las pantallas por parte de los pasajeros. https://twitter.com/WSJ/status/1174492066870681602?s=20 Así como se cuestiona que dos personas prefieran mirar su celular en lugar de platicar entre sí, el reportaje sugiere que cada vez más personas optan por mirar al smartphone y no por disfrutar el paisaje o tomarle fotos. Y peor aún: ya hay tensiones entre quienes quieren a toda costa estar a oscuras, contra quienes desean ver el cielo, obtener luz de lectura, seguir su reloj biológico o simplemente sentir los rayos del sol. Otra conducta novedosa que se desprende de la nota del WSJ es que esta tendencia favorece el entretenimiento individualizado. Hasta hace poco, proyectar una película en un vuelo implicaba bajar para todo el mundo las persianas de las ventanilllas, de tal suerte que la oscuridad resultante asemejara a la de un cine. Un ritual que se perdió primero con las pantallas colocadas en los respaldos de los asientos, y luego con la moda de los dispositivos móviles. “Muchos vuelos durante el día navegan en la oscuridad de la cabina para evitar el resplandor y permitir el sueño. Algunos viajeros dicen que han cambiado la preferencia de asiento de los asientos del pasillo a los asientos de la ventana para controlar la persiana, ya sea hacia arriba o hacia abajo”, detalla el reportaje. La tensión entre los pasajeros, agrega, se vuelve más evidente cuando la mayoría ha decidido cerrar su ventanilla para sumergirse en su dispositivo. Al final, los pocos rebeldes que la mantienen abierta optan por cerrarla para no tener roces con el resto.

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