'Un asunto de familia”: drama cocinado a fuego lento

miércoles, 20 de febrero de 2019 · 21:49
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Un adulto y un niño de casi 10 años entran en un supermercado, podemos pensar que son padre e hijo. No dicen nada, se ponen de acuerdo con la mirada, cada quien se va a un pasillo distinto. El pequeño junta las manos y juega con sus dedos a manera de un ritual sagrado. Segundos después el espectador se da cuenta de que se estaban preparando para robar. Así comienza el drama de Hirokazu Koreeda, Un asunto de familia (Manbiki kazoku/Shoplifters–Japón, 2018). El fuerte vínculo entre padre e hijo --Osamu (Lily Franky) y Shota (Jyo Kairi), respectivamente--, es innegable, el cariño por el hijo es indiscutible. El corazón bondadoso del Osamu queda más al descubierto cuando, en el camino a casa, decida llevarse a una niña llamada Yuri (Miyu Sasaki) que se encuentra en cierto estado de abandono. Lo que hace es ilegal pero la niña padece frío y hambre. A Osamu lo esperan en casa: su abuela Hatsue (Kirin Kiki), su esposa Nobuyo (Sakura Ando) y su otra hija Aki (Mayu Matsuoka). Todos parecen ser buenas y amorosas personas. Son pobres y apenas si ganan para subsistir, por eso la costumbre de entrar a las tiendas a robar. La llegada de Yuri servirá como catalizador para un cambio importante en la estructura familiar, un cambio que revelará muchos secretos. Hirokazu Koreeda nos presenta, primero, una imagen políticamente correcta de una familia pobre que debe robar por necesidad, a la cual no podríamos culpar del todo pues seguro es el sistema el que la ha orillado; pero poco a poco vemos que no es una cinta de comentario social, sino algo más cercano a lo existencial: Debajo de esa bondad existe un caleidoscopio con una rica escala de grises que oscilan entre el amor, el egoísmo, la ambición y la necesidad de afecto. A pesar de sus vicios de carácter, los integrantes de la familia no son propiamente malas personas, pero sí buscan vivir de los demás; tienen necesidad de robar, aunque tampoco podemos decir que son trabajadores muy entusiastas. Hirokazu Koreeda se toma su tiempo para deconstruir esa primera imagen familiar, y de esta manera desmenuzar los vínculos existentes en cada miembro de la familia a través de su día a día. Para cuando llegamos al final, la imagen inicial se ha transformado por completo y es entonces que apenas conocemos de verdad a cada uno de los personajes de la historia, con los que pasamos casi dos horas y media. Sorprende la claridad y paciencia con que Hirokazu Koreeda nos devela la verdad. Todo es a fuego lento, así que, de la misma manera, el director nos demanda también cierta paciencia, la cual será recompensada al final de la historia. Un asunto de familia está nominada a Mejor película extranjera para los premios Óscar.

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