Retrato íntimo de Chavela 

jueves, 2 de agosto de 2018 · 14:49
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- De estilo muy propio al cantar letras rancheras tradicionales, una voz áspera, adolorida, y siempre vestida con tradicional gabán, Chavela Vargas (de origen costarricense, pero que residió la mayor parte de su vida en México) es retratada con los obstáculos que venció por ser lesbiana y alcohólica en el documental Chavela Vargas. La  intérprete, la leyenda, de Catherin Gund y Daresha Kyi. El filme obtuvo el Premio del Público en el Festival de Cine de Berlín del 2017; estrenará en México el próximo viernes 3 de agosto con 50 copias, y la estadunidense Kyi expresa a Proceso por teléfono desde California que en 90 minutos, la película “inspira a los jóvenes, a los ancianos, a todo mundo porque Chavela vivió de manera auténtica, eso es difícil en todas las sociedades porque quieren que nos conformemos, y ella no se conformó. “Lo que más me impresionó de ella es que nunca se rindió. Hizo lo que quiso desde el principio. Eso le dio miedo a sus padres, porque desde niña sus deseos eran muy claros; con una personalidad formada, de muy fuerte carácter, quería cantar en los escenarios internacionales, y lo logró.” El documental de Chavela ofrece material inédito. Entrevistas con la polémica figura (nacida el 17 de abril de 1919 y fallecida el 5 de agosto del 2012), opinando sobre ella: los españoles Pedro Almódovar (director de cine) y Miguel Bosé (cantautor); o Eugenia León, Tania Libertad, Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez, así como algunas de las ex parejas de Chavela. Además, se aborda a profundidad su amistad con el cantautor mexicano José Alfredo Jiménez, incluso cómo se acompañaron en las borracheras. La australiana Catherin Gund era quien conocía a Vargas, relata Kyi: “Tuvo la suerte de grabar dos presentaciones de la intérprete, una en (“El Hábito” de) Coyoacán. E igual registró una conversación de ella. Nosotras hablamos de realizar una película, y de repente me dijo que poseía un video, me lo mostró y me enamoré de Chavela inmediatamente. Me encantó su manera de charlar. ¡Me di cuenta que era única! Así que decidí crear el largometraje sobre ella, y empezamos a trabajar.” Ahí se destaca que en la época de la cantante y también actriz no había lugar para una lesbiana, pero que tuvo cuanta mujer bonita quiso. Tania Libertad, para quien Chavela fue quizá la mejor intérprete de José Alfredo, rememora: “Fui a la casa de Frida Kahlo, me invitó un pintor, y fue un deslumbramiento al verle la cara y sus ojos. Pensé que no era un ser de este mundo. Sus cejas juntas era una golondrina en pleno vuelo.” La realizadora exalta que su vida fue como un viaje muy interesante: “Sus padres la rechazaron. No la querían. Fue una forma de abuso, porque sufrió mucho el rechazo de sus progenitores. Creo que un tiempo le dio vergüenza y pena ser lesbiana. Quizá se vuelve alcohólica por ese dolor que traía, esa vergüenza que la lastimaba; pero tuvo un proceso de curarse, de aprender a amarse como mujer, como lesbiana, como cantante. Cantaba lo que le tocaba el corazón y lo que formaba parte de su vida. José Alfredo Jiménez y ella eran muy cuates, no sólo interpretaba sus composiciones, sino que andaban de parranda. Iban al Tenampa en Garibaldi donde se quedaban días y noches bebiendo.” Almódovar la define ante la cámara: “Cuando cantaba era una especie de sacerdotisa. Establecía una comunicación muy profunda de tú a tú.” Vargas relata que al principio de su carrera se vistió de mujer y se maquillaba, pero nadie le hizo caso; y cuando se puso pantalones, que eso a finales de los años cuarenta era mal viso en las mujeres, llamó mucho la atención. Pero por su alcoholismo dejó de presentarse ante el público porque ya no la querían contratar. Muchos años desapareció del escenario. Ya mayor, en España, empezó “una nueva carrera a nivel internacional” de 20 años más. Kyi dice convencida que la cantante contó con dos hombres como amigos de su vida: José Alfredo Jiménez y Pedro Almódovar. “Mucha gente piensa que es Almódovar quien llevó a la artista a España, pero fue una mujer, y en esa nación conoció al creador de Mujeres al borde de un ataque de nervios y Volver, quien se dedicó a ayudarle. Le consiguió lugares para presentarse en España y Francia. ¡Tuvo mucho éxito! Cuando salió de México, se liberó. En México ya había pasado por muchas experiencias y el hecho de regresar a la música públicamente para ella fue muy difícil, pero lo logró. Se dio cuenta que contaba con una segunda vida, que se le presentaba una segunda oportunidad”. El documental aborda su pasión por beber. La misma Chavela, quien popularizó “Macorina” (del español Alfonso Camín a una cubana) expresa: “El alcoholismo es más una enfermedad psíquica, una enfermedad de soledad, de abandono, de estar rodeada de mucha gente y al final, ¡nada!” Kyi destaca que la dipsomanía fue parte sustancial de su trayectoria: “Nosotras no queríamos presentar una historia sólo de asuntos buenos ni exaltarla. La intención era presentar a un ser humano multidimensional. Esta mujer de clase baja, lesbiana, latina, sin educación, alcohólica, al final logró mucho, es ejemplo para las personas más humildes. Luchó para sobrevivir y logró sus sueños. Chavela te ofrece una manera muy real de como tú puedes hacer lo mismo. Fue fiel a su vida, y eso para mí es lo más trascendente.” Este reportaje se publicó el 29 de julio de 2018 en la edición 2178 de la revista Proceso.

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