King Diamond arma fiesta macabra en el Palacio de los Deportes
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- Un viaje épico por ensueños fantasmagóricos ofreció anoche en el Palacio de los Deportes el danés King Diamond, en un derroche de música metal y mundos oscuros.
Cercanas las 22:00 horas, emergió sobre el escenario el enigmático vocalista Kim Bendix Petersen, nacido en Copenhague el 14 de junio de 1956 y mejor conocido como King Diamond (Rey Diamante).
Un telón que tenía inscrito su nombre cayó para mostrar un despliegue escénico propio de un cuento de terror de Edgar Allan Poe, con una plataforma que contaba con un par de escalinatas custodiadas por gárgolas y en cada uno de los extremos, unas luminosas cruces invertidas. Diamond salió vistiendo una gabardina negra, con su característico rostro maquillado en blanco y delineados negros, sin faltar su sombrero de copa.
La plancha del Domo de Cobre fue el espacio destinado para el público sin que se ocuparan las butacas, donde disfrutaron al ras de piso momentos de slam y la cercanía cuerpo a cuerpo.
Out from the asylum y Welcome home fueron las rolas que dieron la bienvenida a este escalofriante universo, viéndose a una abuela en silla de ruedas de semblante cadavérico que provoca la furia de la agrupación. Después llegó Halloween, al tiempo que se elevaba hacia atrás un brillante pentagrama esotérico invertido, dibujando claramente a un macho cabrío en alusiones satánicas.
“Halloween, Halloween, Halloween” coreaba el vocalista, acompañado por el mismo cántico que seguían sus fans mexicanos, entre los que se observaban desde los de la vieja guardia metalera, así como algunos duros rockers llevando a sus hijos que levantaban las manos de forma “cornuda”.
Luego de ofrecer un recorrido por memorables temas de su trayectoria, El Rey Diamante escandinavo cumplió la promesa de tocar por completo especialmente para nuestro país su disco Abigail, el cual fue lanzado en 1987. Sin pausa alguna, se escuchó este material conceptual que inicia con Funeral para narrar la historia de Abigail, quien naciera muerta el séptimo día de julio de 1777, abriendo escénicamente los pasajes espectrales que enmarcan cada canción.
Al fondo se montó un enorme lienzo para representar una catedral gótica, mientras King Diamond corría sobre el montaje persiguiendo a una fantasmal mujer, además de que siempre se le observó en su micrófono la cruz hecha con huesos.
The family ghost, The 7th day of July 1777, Omens y The possession, fueron algunos de los cortes compartidos, con un Diamond que hizo gala de su voz chillante y usuales falsetes, que dio a conocer en su banda Mercyful Fate. Así fue como aventó rosas rojas a los presentes e incluso un muñeco a manera de bebé muerto, tras la decoración. Concluyó de esta manera el show con Abigail y Black Horsemen.
King Diamond y sus músicos se despidieron totalmente agradecidos frente al entarimado, en tanto se oía Insanity, que pertenece a The Eye (1989). Sus seguidores simplemente quedaron encantados tras sumirse por más de una hora en un delirante viaje de estruendoso metal y teatralidad macabra. (Crónica solicitada a César Muñoz Valdez)