León-Portilla: Voz de un mundo devastado

sábado, 12 de agosto de 2017 · 09:28
La legendaria argumentación de que España trajo a América la cultura (y que negaba el poeta Carlos Pellicer diciendo que había traído solamente “su cultura”), no fue el discurso de los académicos de la Universidad de Sevilla al entregar al historiador Miguel León-Portilla el doctorado Honoris Causa en la UNAM el miércoles 2. Por el contario, exaltaron el mundo prehispánico en la voz que le ha otorgado a lo largo de más de 60 años el autor de Visión de los vencidos. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Investido de manera formal como doctor Honoris Causa por la Universidad de Sevilla, en un acto protocolario en la Universidad Nacional Autónoma de México el miércoles 2, la figura y aportaciones del doctor y especialista en náhuatl Miguel León-Portilla fue exaltada como “voz del mundo indígena”, por Ramón María Serrera Contreras, catedrático de Historia de América de la Universidad de Sevilla. El laureado recibió el Libro de la Ciencia, una medalla, birrete, anillo y los guantes propios de ese grado, de manos de Miguel Ángel Castro Arroyo, rector de esa universidad española. En ceremonia en el Teatro Juan Ruíz de Alarcón, a la que acudió el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Enrique Graue Wiechers, quien consideró a León-Portilla leyenda y creador de una nueva forma de literatura que parte de la poesía, lenguas e historia indígena. Para el autor de Visión de los vencidos (1959), Sevilla “cambió su vida”, pues además de recordar que fue allá donde conoció a su esposa Ascensión en 1964, durante un congreso internacional de americanistas, dirigió su discurso a la obra de tres personajes sevillanos relacionados con el Nuevo Mundo: Nicolás Monardes desde la farmacología, Bartolomé de las Casas con la defensa de los indígenas, y Antonio de Lebrija con sus estudios sobre la gramática de la lengua castellana. En el acto el rector sevillano dijo: “Celebramos más que la investidura del admirable filólogo y antropólogo mexicano: la alianza de dos grandes universidades alrededor de su gran figura. Hoy nos aliamos para trabajar por un mundo más sabio, justo y respetuoso. Un espacio en el que todas las lenguas y sensibilidades tengan su sitio”, expresó el rector en el Teatro Juan Ruíz de Alarcón de la UNAM, recinto hasta el cual viajó a otorgar el Honoris Causa. Las palabras de los académicos andaluces resonaron en contraste a las pronunciadas en abril pasado por el dirigente de Radio y Televisión Española (RTVE), José Antonio Sánchez, quien durante una conferencia en la Casa de América de Madrid, con motivo de un convenio con el patronato de esa entidad para el intercambio de conocimientos, equiparó la caída del imperio azteca con la derrota nazi: “Lamentar la desaparición del imperio azteca es más o menos como sentir pesar por la derrota de los nazis en la Segunda Guerra Mundial. La cultura azteca era un totalitarismo sangriento fundado en los sacrificios humanos”, afirmó apoyado en una cita de la historiadora y antropóloga australiana Inga Clendinnen, autora de Los aztecas: una interpretación. Además de asegurar que la “obra de España en América” tuvo una labor “evangelizadora y civilizadora”, destacó “iglesias, escuelas y hospitales, así como el catecismo y la gramática”: “El descubrimiento de América ha sido el acontecimiento más importante de la Historia de la Humanidad, después del nacimiento de Cristo. Y la obra de España ha sido de tal magnitud que durante siglos los enemigos del imperio han dedicado lo mejor de sí para desprestigiarnos.” Sin proponérselo, Serrera Contreras, catedrático de Historia de América de la Universidad de Sevilla, lo desmintió al destacar los aportes y conocimientos de León-Portilla a la causa indígena, mediante una alocución laudatoria videograbada que se transmitió en el acto, debido a que Serrera, impulsor del doctorado, se vio imposibilitado de viajar a México por razones de salud, así como León-Portilla a España. El “laudatio” El siguiente es un fragmento central de su intervención: “El doctor León-Portilla nos ha remitido al estudio de otra cultura de otra sociedad distinta a la europea, que ha sido parte formativa de las sociedades hispanoamericanas, porque ha sido voz sonora en la defensa de los pueblos indígenas durante más de sesenta años. “Si debiéramos buscar una expresión para el proceso que se inicia en Indias a raíz de la conquista, ésta sería la de “choque cultural”, provocando una profunda desarticulación del universo cultural indígena y la ruina de sus civilizaciones. “Castrar al sol, esto es lo que han venido a hacer los extranjeros, expresaba en este sentido la narración indígena del Chilam Balam en el área maya. “El traumatismo de la conquista vino marcado en este campo por una especie de deposición por el hundimiento del universo tradicional en el que las antiguas deidades, estatales y locales, parecían haber perdido su potencia sobrenatural y la vida terrenal perdía todo su sentido. “Así se expresaba el indígena en México en el libro del Coloquio de los doce que tradujera el doctor León-Portilla: “Nosotros sabemos a quién se debe la vida, a quién se debe el nacer, a quién se debe el ser engendrado, a quién se debe el crecer, cómo hay que invocar, rogar, oír ¡señores nuestros! No hagáis algo a vuestro pueblo que le acarree la desgracia que lo haga perecer, déjennos pues ya morir, déjennos ya perecer, puesto que nuestros dioses han muerto. “Son en efecto muy numerosos para el caso de México. Bien ha sabido recoger León-Portilla en su obra sobre la visión de la conquista que nos dejaron los vencidos en su fuente literaria. Él supo estudiar estos fenómenos adentrándose en el universo cultural del vencido y la voz adolorida del indígena que llegó a expresarse después de la conquista en estos sencillos y sobrenaturales versos: Mancillada está la vida, y muere hoy el corazón de las flores. “Hoy día resulta una obsesión entre los historiadores la búsqueda de testimonio de hombres sin voz, de los que pasaron por la historia en las capas sociales más bajas y que no dejaron testimonio escrito de sus mundos, creencias, miedos, aflicciones, alegrías, códigos de valores religiosos, sociales, económicos y culturales, y por eso se ha engrandecido cada vez más la figura colosal y la producción historiográfica de este hombre sencillo y bueno como es don Miguel, quien dedicó toda su vida a buscar, rastrear, traducir y estudiar la historia de los hombres sin voz, la voz de los vencidos, él supo prestar su voz para que hablara el mundo indígena. “Es un orgullo para el doctor León-Portilla –y lo sé porque en su día me lo comentó– haber sido nombrado doctor Honoris Causa por la Universidad de Sevilla, una universidad que nació apenas unos años después que el hombre europeo iniciara su proceso de descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo, y en la que estudiaría años después un personaje muy admirado por don Miguel, el médico y botánico sevillano Nicolás Monardes. “Pero es igualmente cierto que también es un orgullo para la universidad hispalense contar en su claustro de doctores con la figura admirada y querida del doctor León-Portilla; particular satisfacción sentirá por ello el departamento de Historia de América de su prestigiosa Facultad de Geografía e Historia en este acto representada por su decano. Por todo ello y todo lo dicho, solicito con todo respeto al excelentísimo señor rector de la Universidad de Sevilla que proceda, si a bien lo tiene, a investir al doctor León-Portilla como doctor Honoris Causa por nuestra universidad y a entregarle los atributos de su nueva condición honorifica doctoral. ¡Enhorabuena querido don Miguel! En caso de que así se proceda, ya sabe usted que desde hoy tiene usted en España una nueva casa a orillas del Guadalquivir. Muchas gracias.” Esta crónica se publicó en la edición 2127 de la revista Proceso del 6 de agosto de 2017.

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