(Segunda y última parte)
México, D F(apro)- La presencia de la cultura cubana en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, para finales de noviembre, nos remite a los poetas que cantaron a su ciudad capital en el siglo XX
En el volumen "Una ciudad del trópico", de 1919, Federico de Ibarzábal le canta a La Habana así:
Esta ciudad picante y loca
Que está engarzada en una roca
Como un diamante colosal,
Llena de luz mi poesía
¡Alucinante pedrería!
¡Extraordinario pedernal!
Eres equívoca y absurda,
Aristócrata y palurda,
Algo moderna y algo cruel
Bajo tu cielo yo he soñado,
Paseando solo y encantado
Tus avenidas de laurel
Y estos otros versos del poema "Sweater rojo", donde la relación con la ciudad se torna erótica:
Yo he visto alguna vez la gracia de tu busto
Surgir de la galante curva de un medallón;
Y tus ancas fastuosas y tu seno robusto
Me evocan una cita dada en el Malecón
"Sinfonía urbana", de 1921, de Rubén Martínez Villena, estuvo integrado por cuatro sonetos: "Crescendo matinal", "Andante meridiano", "Alegro vespertino" y "Morendo nocturno" Aquí el tercero, también con su carga sensual y la constante referencia marítima:
¡Ocasos ciudadanos, tardes maravillosas,
pintoresco desfile de la ciudad contenta,
profusión callejera de mujeres hermosas:
unas que van de compra y otras que van de venta
Tonos crepusculares de nácares y rosas
Sobre el mar intranquilo que se adora y se argenta,
Y la noche avanzando y envolviendo las cosas
En un asalto ciego de oscuridad hambrienta
(Timbretear de tranvías y de cinematógrafos,
música de pianolas y gaguear de fonógrafos)
¡La noche victoriosa despliega su capuz,
y un último reflejo del astro derrotado
defiende en las cornisas, rebelde y obstinado,
la fuga de la tarde, que muere con la luz!
Y en esa línea que identifica a La Habana con una mujer, Alfonso Hernández Catá escribe en prosa poética su "Canto a La Habana":
¿Qué me dijiste al besarme, hechicera, que tu recuerdo se hace en mí lágrima y canción? Con tu brazo moreno que abraza el mar, ¡abrázame! ¡Fúndeme con tu sol! ¡Dame un renuevo joven con tus mañanas rubias! ¡Tiñe la llama de mi espíritu en la infinita irisación de tus crepúsculos! ¡Y en las sedosas noches de tenebroso esplendor, acoge mi cabeza fatigada por el anhelo de creación! ¡Ciudad buena del pan y de la risa fáciles, ciudad-entraña, ciudad-amor!
Pero es Nicolás Guillén (de quien se cumple el centenario de su nacimiento, y que recibirá un homenaje en Guadalajara) quien lleva la relación a una dimensión histórica, en estos insuperables versos (se citan de memoria):
Esta mujer angelical de ojos septentrionales,
Que vive atenta al ritmo de su sangre europea,
Ignora que en lo hondo de ese ritmo golpea
Un negro el parche duro de roncos atabales
Nacido en Camagüey, Guillén, quien llegaría a ser declarado Poeta Nacional, vivió más de dos tercios de su vida en La Habana, y rescató su esencia en versos sencillos que, a su vez, reflejan el ritmo de la música cubana, el son:
Por entre la noche un son
Desemboca en la bahía;
Por entre la noche un son
Los barcos lo ven pasar,
Por entre la noche un son,
Encendiendo el agua fría
Por entre la noche un son
Por entre la noche un son
Por entre la noche un son
Antón Arrufat, nacido en 1935, hacia la época en que Guillén escribió los poemas anteriores, formará parte de la delegación de escritores cubanos a la FIL Podemos verlo, con su cabeza blanca, recitando con su voz desparpajada este canto misterioso, de factura muy contemporánea, al Almendares, el río de su ciudad:
Escombros, árboles que tiemblan,
Mendigos que se mojan los pies, recuerdos
No he dormido escuchando los ecos, palpando
El horror en las orillas, buscando las vidas
Que remueven en tu fondo esos brazos de hierro
Eres el mismo que cantó José Victoriano,
Tus aguas lavaron a los obispos,
A los conquistadores y a mi madre muerta
El poeta católico Eliseo Diego (1920-1994), quien obtuviera el Premio Juan Rulfo de la FIL, dejó memoria de la calle de su infancia en este poema (fragmento inicial):
En la Calzada más bien enorme de Jesús del Monte
Donde la demasiada luz forma otras paredes con el polvo
Cansa mi principal costumbre de recordar un nombre,
Y ya voy figurándome que soy algún portón insomne
Que fijamente mira el ruido suave de las sombras
Alrededor de las columnas distraídas y grandes en su calma
Por supuesto que a La Habana se refirió Alejo Carpentier (1904-1980) en su prosa, pero reproducirlo excede este espacio; y ofrecérselo sin límites a su similar en poesía, José Lezama Lima (1910-1976), sería una ofensa, pero él en sí mismo llenaría un artículo completo Y se quedan fuera Cintio Vitier (Premio Juan Rulfo de este año), Roberto Fernández Retamar, Fayad Jamís, Manuel Barnet, Nancy Morejón, Virgilio Piñeira y Ana María Loynaz (también Premio Juan Rulfo), por el momento Y los poetas de las nuevas generaciones, como Sigfredo Ariel (Premio de Literatura 2002) Para cuando se acerque la FIL Pero se puede cerrar con estos versos de Aitana Alberti, la hija del poeta español Rafael Alberti y María Teresa León, que hace suya la imagen erótica y la convierte en masculina:
Tú te impones a mi canto
Busco en la leve noche
Intimar con la cintura de tu cuerpo