ADELANTO DE LIBROS: "Tu párvula boca", de Ignacio Trejo Fuentes

martes, 21 de octubre de 2003 · 01:00
México, D F, (apro)- Ignacio Trejo Fuentes es un reconocido crítico literario, asiduo no sólo en sus ensayos librescos sino en los diarios, revistas y suplementos culturales Pero ahora nos entrega un breve volumen de relatos "entre la ficción y la autobiografía, entre el cuento y la crónica, relatos de personajes en el umbral de la demencia, viejos locos en su soledad, sectas secretas, bailarinas de noches Asesinos de sangre fría, muertes inesperadas, amores, desamores y venganzas, poetas de cantina, y mujeres y hombres lacerados o felices por su delirante ?y no por eso poco afortunado-- destino, pueblan las páginas de ?Tu párvula boca??" Es el volumen 15 de la Biblioteca de Cuento "Anís del Mono", que edita Ficticia Y son 10 relatos breves escritos por el licenciado en periodismo por la UNAM y maestro en Literatura por New Mexico State University Autor de "Sergio Galindo: tres tristes tópicos" (1988), "Crónicas romanas" (1990), "Lágrimas y risas, la narrativa de Jorge Ibargüengoitia" (1997) y la novela "Hace un mes que no baila el muñeco" (1999), entre otros, este es el segundo libro de ralatos; el anterior, "Mientras el lobo no está" (2000), cuentos para niños El siguientes es el primer relato del libro: Vestido de Novia Para Marcial y Mónica nunca la soledad se había mostrado de forma tan rotunda: era exactamente el cincuentenario matrimonial cuando aceptaron que su vida había sido un desperdicio: sin hijos, sin parientes, atenidos tan sólo al sueldo miserable de él, apenas por el vestido níveo que alguien le regalara a ella Y sin más, el día de los recuerdos ella fue a su recámara, hurgó en el armario y sacó el antiquísimo vestido que ahora era color perla Se lo puso con el amor de la primera vez, se maquilló de prisa y salió para mostrarse a su esposo, a preguntarle cómo se veía, si recordaba aquellos tiempos de tanto, enfebrecido amor Él la miró, confuso, y comprendió que algo nuevo y turbio se había metido en el alma de su mujer: sus ojos brillaban de otro modo, eran como ascuas sonrientes, despiadadas Lo pudo confirmar: desde ese día su mujer no se volvió a quitar el vestido de novia, andaba por el apartamento absorta, sumida en sabe Dios qué remolinos, se olvidó de los quehaceres cotidianos, de hacer comida, de asear, y se pasaba la jornada entera mirándose al espejo, corrigiendo alguna torcedura de su obscena máscara pintada hasta que la fatiga la vencía Él, que regresaba del trabajo cansado e intranquilo por la salud mental de ella, debía quitarle el ropaje apestoso a vejez y vigilar su sueño intranquilo Al día siguiente, la historia volvía a repetirse: él preparaba el desayuno y se iba a trabajar ?silente y nervioso--, y volvía por la noche para encontrar a su mujer dormida ante el espejo, a quitarle el vestido de novia Hasta que el ángel de la conmiseración le aconsejó ya no volver a trabajar para estar al cuidado absoluto de la anciana vestida como novia que se había vuelto un cadáver viviente de tanto no comer Y el ángel bueno de la muerte dio un aletazo categórico: ella murió, vestida de novia, y qué trabajos pasó él para arrancarle el vestido y amortajarla de la mejor manera Los funerales fueron tétricos: nadie asistió al velorio, y menos al sepelio Nunca la soledad fue tan expresa para él: pasaba noche y día añorando a su esposa, extrañando a sus inexistentes hijos, rogando a Dios que se apiadara de él y muriera Fue convirtiéndose, también, en un fantasma silencioso: ya no comía, y andaba por aquí y por allá, en el apartamento, perdido en quién sabe qué turbulentos remolinos El ángel terrible del insomnio lo hizo una tarde ponerse el vestido de novia de su muerta mujer, maquillarse mirarse al espejo hasta que la fatiga lo venció Día tras día la misma rutina enmarañada: andar de aquí para allá por el apartamento, mirar en el espejo a un anciano vestido de mujer, de novia triste y cadavérica Así lo sorprendió el ángel benigno de la muerte: ojeroso y pintado, con su traje de novia Así lo hallaron los policías convocados por vecinos, llenos de escándalo por el hedor de la putrefacción Así lo echaron a la fosa común: anciano y apestoso y vestido de novia

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