BUZÓN DE APÓCRIFOS: Progresos

lunes, 10 de noviembre de 2003 · 01:00
México, D F, 10 de noviembre (apro)- “¡No! ¡Animo!, no estamos condenados a la resignación, el porvenir es nuestro…” Estas reconfortantes palabras de Tranquilino Custodio fueron como salvavidas para la rueda de amigos que, reunidos alrededor de una mesa en el ambiente relajado y penumbroso del piano-bar “El túnel del tiempo", no debatíamos angustiados en remolinos de escepticismo, ansiedad y pesimismo generados por los conceptos de progreso, felicidad y pesimismo desatados en una ocasional conversación Considerando que los argumentos con los que seguidamente defendió su poción ante nuestras objeciones, me tomo la libertad de ofrecer una selección resumida de los mismos a los estimados lectores de este Buzón Ustedes sabrán perdonar el atrevimiento Había que valorar, dijo, el progreso alcanzado en la expresión de nuestros sentimientos y deseos, sobre todo en lo referente al sexo Que recordáramos la mojigatería de nuestros tatarabuelos, que se escandalizaron y armaron toda una marimorena por los desnudos femeninos del “Almuerzo en la hierba” o la “Olimpia”, cuadros del francés Eduardo Manet; hoy, nosotros, ese escándalo gazmoño por el encueramiento humano, principalmente el femenino, hemos tenido la virtud de convertirlo en un jugosos recurso de la publicidad, en el medio más socorrido de nuestro entretenimiento cinematográfico y televisivo y hasta en opción para protestas y reclamos sociales ¡Ahí es nada! Que no olvidáramos que una cultura como la española, que se consideraba “reserva espiritual de Occidente”, que por siglos, por gazmoñería beata, únicamente supo producir en las artes plásticas dos desnudos dignos de tenerse en cuenta: “La Venus del espejo”, de Velázquez, y “La maja desnuda”, de Goya, se sirvió del “destape”, al abrir puertas y ventanas al erotismo y hasta la pornografía, como uno de los caminos, y no de los más estrechos, para acceder a la democracia Y a propósito de las mujeres, dijo que había que calibrar los progresos de la tolerancia, ya que por fin, después del dominio machista por milenios, que cerró las puertas al poder político a las féminas, por fin se las ha abierto para que pudieran demostrar que eran capaces de ejercerlo tan bien o tan mal, según el punto de vista de cada quien, como los hombres, que para ello ahí estaban los nombres de Golda Meir, Eva Perón, Margaret Thatcher o la inefable, belicosa Condoleezza Rice, influyente consejera de George W Bush Ustedes, lectores, tienen la palabra al respecto Que si no ignorábamos que por milenios la especie humana, conscientemente o no, para el caso era igual, estaba generando una ineluctable interdependencia, teníamos que reconocer que con la llamada globalización, nosotros estábamos llegando al punto, como dijo W L Shirer, que no sabía quién diablos era, de haber sobrepasado “…aquellos tiempos del siglo XIX en que un país podía permanecer neutral y en paz con sólo decir que ese era su deseo” ¿Qué piensan sobre esto, estimados lectores? Igualmente nos recomendó que reflexionáramos antes de negar o poner en duda los progresos de la ciencia y la técnica, ¿pues qué, ellas no nos han hecho más fuertes y eficaces al proporcionarnos nuevos y mejores medios de defensa; para podernos deshacer más rápida, más eficaz y más masivamente de nuestros enemigos? ¿Entonces? En verdad que es como para reflexionar sobre este argumento ¿No? Así mismo nos instó a que recapacitáramos sobre la fortuna de haber superado el estereotipo del “buen salvaje”, tan caro a los románticos, pues el mismo no era más que la idea de un humano dependiente y sumiso a la Naturaleza que, de ningún modo, es una madre pródiga, permisiva y benefactora, sino más bien una cruel madrastra que nunca nos ha dado y nos da nada gratuitamente y nos hace pagar muy caro los errores que cometemos ¿Qué piensan ustedes sobre esto? Por último, nos dijo que si se recordaba lo que escribió Aristóteles, que los esclavos (esto es, los trabajadores de su tiempo) dejarían de ser necesarios, y por lo tanto de existir, cuando las máquinas realizaran el trabajo mecánico por sí mismas, sin necesidad alguna del esfuerzo proporcionado por el músculo humano Y eso ya se está consiguiendo, por lo que debemos sentirnos felices y orgullosos, ¿pues acaso no la tecnología de punta, con la computadora u ordenador la cabeza, no está haciendo más y más obsoleto el esfuerzo del músculo humano e incluso al hombre mismo? ¡Sopla, qué cosa! Bien, estos fueron algunos de los argumentos que Tranquilino Custodio esgrimió en defensa del progreso Me convencieron, pero me quedé con la vaga sensación de que de algún modo cojeaban, no sé si por falta de comprensión de mi parte o por la esencia propia de los mismos ¿Qué piensan ustedes? Sin más por el momento y siempre a sus órdenes, estimados lectores Pánfilo D´udakis

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