BUZÓN DE APÓCRIFOS: La Bella Dama

lunes, 3 de noviembre de 2003 · 01:00
México, D F (apro)- Lectoras y lectores de mi estimación: esta mi presente, más que otra cosa, es un pregón que proclama y rompe lanzas en pro de la que, les guste o no, es la más alta, segura y eficaz valedora de nuestro apetecer ser y estar: nuestra Bella Dama, la publicidad Bien sé que no faltarán entre ustedes, lectores, quienes se escandalicen e incluso se indignen y rechinen los dientes al leer lo que he escrito; los que la consideran la más pervertida agente del vivir por ser creadora de necesidades, impulsora del consumismo ¿Y qué con eso? Ello, perdonen que se los diga, no tiene la menor importancia, pues todo es cuestión de puntos de vista ¿Cuál es la realidad? Pues que en este nuestro mundo de hoy y cada vez más y más, la Bella Dama, la publicidad, estimula y eleva el nivel general de las aspiraciones, tanto del individuo como de la sociedad Y no me vengan con el cuento de que eso es malo Reflexionen Anteayer, nuestros abuelos vivieron inmersos en un sumiso y asfixiante conformismo basado en la idea de que el mundo fue hecho de una vez por todas del que no escapaba ni la divinidad, idea expresada en frases como: “Dios lo quiere”, ¿Hijos?, “los que Dios dé”, “el Señor da, el Señor quita”, por ejemplo Apenas ayer, nuestros padres, los nacidos y crecidos en el llamado “Estado benefactor”, vivieron en una alegre e imprevisora confianza proclive a la desidia, la falta de ambición e incluso a la irresponsabilidad Ellos, mayormente, no contaron con un consejero espiritual, por así decirlo, que les propusiera y menos les recomendara lo que era mejor para sus vidas Es más, en su ignorancia, ni pensaron que lo requirieran, que fuera indispensable para saber lo que querían, para satisfacer sus necesidades y deseos ¡Ilusos! Bueno, así les fue a los pobres ¡Lotería! Afortunadamente, el mundo no fue creado de una vez por todas Cambia y cada vez a mayor velocidad, pero por suerte, nosotros sí contamos con ese consejero, o mejor dicho, consejera, que nos propone y hasta nos recomienda cómo ser más, darnos mayores satisfacciones, cómo sentir y demostrar que somos exitosos, en una palabra, sentir, ser y mostrar cómo somos triunfadores en la vida Sí, estoy hablando de la publicidad Ella nos propone y nos posibilita a cada uno de nosotros, pues en esencia es democrática, que transformemos nuestra vida simplemente comprando algo, como puede ser “viagra”, cremas reductoras o para endurecer y levantar pechos y nalgas ¡Ah, qué maravilla! ¿O no? Imposible negar que hay infinidad de mujeres más bellas y apetecibles gracias al consumo de variados productos creados y publicitados con ese fin específico ¿Y cuántos seres no son más felices por haber prolongado y hasta acrecentado el deleite sexual gracias a que consumen productos regeneradores y estimuladores del sexo? Ustedes, mis lectoras y lectores, dirán si miento No ignoro que acerbos críticos de nuestra Bella Dama, que los hay, dicen que la publicidad es perversamente mentirosa, ya que al posibilitarnos el sentirnos y mostrarnos como más que los otros, nos orilla a ser más pobres, sobre todo cuando, por su influencia, gastamos el dinero no en cosas necesarias, sino superfluas También afirman que es perversa porque al impulsarnos a ser y mostrarnos como más exitosos que los otros, lo hace manipulando aviesamente nuestros sentimientos más mezquinos, como son la frustración, el resentimiento y hasta la envidia; la envidia a los otros y el enfermizo deseo de ser envidiado, por lo que hay tantos seres perturbados en nuestra sociedad, que a su vez la afectan, la enferman ¡P’a su mecha, que mentes tan retorcidas! ¿O no? Por esto, ante el panorama tan negro presentado por los amargos críticos de la publicidad, me paso al campo de sus paladines y digo, afirmo y sostengo que nuestra Bella Dama nos rescató del sofocante y sumiso conformismo de nuestros abuelos, y nos libró de la vida alegre y confiada, falta de ambición y hasta irresponsable de nuestros padres y, por si eso fuera poco, la misma, como instrumentadota de la competencia, resorte de nuestro mundo, no sólo beneficia a los fabricantes y a los comercializadores de sus productos más emprendedores, con lo que sirve y bendice a la economía, sino también en el último término, lo que es más importante, al consumidor, por lo que de variados modos y diversos niveles se relaciona y estimula la idea de la libertad: libertad de empresa para el fabricante y mercaderes, libertad de elección para el que compra ¿Quieren más? A la luz de esa realidad, díganme si a sus defensores no nos asiste la razón cuando afirmamos que nuestra Bella Dama, la publicidad, es no sólo el nervio, sino también la más grande y eficaz socializadora y hasta la cultura de la sociedad de consumo y así prevalecerá mientras la misma exista ¿Será posible otra? ¿Qué dicen ustedes, lectores? Les suplico que no tengan en cuenta mi singular apellido; que el mismo no les sirva para rebajarme como su paladín y de paso empañar la esencia de tan Bella Dama Gracias Su servidor JUAN TARUGO

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