BUZON DE APÓCRIFOS: Silencios

lunes, 1 de diciembre de 2003 · 01:00
México, D F, 26 de noviembre (apro)- Insensatos humanos: que conste, yo no quería escribir la presente; lo hago por la insistencia de Rintintín al conocer mis puntos de vista en la pasada reunión que tuvimos conocidos canes en el panteón perruno que nos ha consagrado su imaginario colectivo Hecha esta aclaración, sigo Repito, insensatos humanos, que lástima, pues en verdad es para llorar al ver y comprobar que estando en eso que orgullosamente ustedes llaman la “revolución de la informática”, hagan tan mal uso de ella Estarán de acuerdo conmigo que la misma, como nunca antes, está en posibilidad de dar voz a los que nunca la han tenido y así poder hacer viable su viejo dicho que afirma: “entre todos lo sabemos todo”; ello le daría la oportunidad, si no de arreglarlo, de buscar, encontrar y tratar de establecer una armonía de tantos intereses contrarios que los dividen e incluso les enfrentan y así lograr una convivencia digna para todos Lamentablemente no lo hacen así Para que me comprendan, me voy a permitir narrarles una atroz experiencia de uno de sus escritores: el italiano Curcio Malaparte Le sucedió que el régimen fascista lo desterró y lo tuvo en libertad vigilada en Pisa Su única compañía fiel y cálida era la de un perro: Febo Un día desapareció Desesperado lo buscó acuciosamente por calles y calles, por las orillas del río que rodea la ciudad, en la perrera municipal Y nada, que el perro no aparecía Alguien le dijo que buscara en la clínica veterinaria de la universidad Allí fue Le llevaron a una amplia y aséptica sala, donde tendidos en nichos de experimento, se encontraban buen número de canes Unos con el cráneo abierto, otros con el tórax o el vientre al aire, dejando ver los leves estremecimientos de la pulpa blanca de sus cerebros, el latido de sus corazones, el penoso fuelleo de los pulmones, las ramificaciones de los bronquios, el hígado rojo y brillante, las circunvoluciones de los intestinos El espectáculo le heló la sangre y sintió que se le erizaba el cabello al no sentir que aunque los perros le miraban implorantes con sus ojos lacrimosos y a la mayoría le temblaban los belfos, ¡no se oía un solo aullido, ni un ladrido! Preguntó la causa de tan perturbador y espeluznante silencio en tal situación, impropio del caso El doctor le contestó: “Antes de someterlos a los experimentos, les cortamos las cuerdas vocales” Sí, de acuerdo; no ignoro, me explico y admito hasta cierto límite que el progreso de la ciencia exige dolorosos sacrificios Pero hay otros silencios que en verdad no me explico: el que alguno de ustedes, generalmente ellos menos, imponen a otros de su especie, generalmente a los más Los silencios que impone la censura por intereses personales o de grupo, a las voces de los intereses de otros que suelen ser, insisto, los más No me explico que la mentira sofoque a la verdad al punto de posibilitar una innecesaria e injusta guerra, la de Irak No entiendo que si, como dicen, la pluralidad los enriquece, se cierran periódicos editados en vasco e incluso se encarcela a diputados de elección popular, como lo hace el gobierno español de Aznar No me queda claro por qué el que se dice campeón de la democracia y la libertad, el gobierno de G W Bush, silencia imágenes y palabras que informan de sus muertos en la ocupación de Irak No comprendo que un gobierno prohijado por los USA en nombre de la libertad, el de Irak, prohíba a la emisora independiente de TV, Al Arabilla, trabaje en ese país Tampoco me explico que gobiernos latinoamericanos, como por ejemplo el de México, que deben su riqueza cultural grandemente a sus raíces indígenas e incluso su perfil nacional, desamparen o dejen al garete emisoras radiofónicas que tratan y expresan intereses y problemas de diversas etnias en su propia lengua Igualmente, no entiendo que si la globalización le amenaza con imponles un pensamiento único, al que todos temen por lo que implica, haya gobiernos que por seguir las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio y otras, todas ellas gerentes y ejecutivos incondicionales de la globalización, que no olviden se ofrece como plural, incluyente y respetuosa de las diferencias, haya gobiernos, repito, que por seguir las recomendaciones de las mencionadas organizaciones, por fiarlo todo en la privatización y la competencia, recorten sus inversiones en educación pública, institutos nacionales de investigación, en instituciones destinadas al estudio, fomento y difusión de la cultura propia nacional ¡Qué manera de cortarse sus propias cuerdas vocales! ¿O no? ¡Y en qué momento! Cuando ese su mundo, hombres, necesita las voces de todos para así, como les dije antes, tengan la oportunidad de hacer realidad su dicho: “Entre todos, lo sabemos todo”, y así tengan la posibilidad de resolver, dignamente con justicia y equidad, tantos problemas que los abruman ¡Ahí es nada! ¿Serán capaces de romper tantos silencios que los anulan como individuos? Suyas son las voces ¿Qué dicen? Espero no les incomode la presente, mi voz, que no es más que la de un humilde perro, compañero de un profesor de literatura, el señor Bergeret, como bien les informó el escritor galo Anatole France Con todo mi afecto y canina fidelidad RIQUET

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