* Para concluir el homenaje, textos de Monsiváis, “El Fisgón” y Pablo Méndez, entre otros México, D F (apro)- Bajo el título “Leopoldo Méndez 1902-2002”, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) edita un libro-catálogo con el cual culmina el homenaje nacional que con motivo del centenario del natalicio del grabador se inició a finales del año anterior De 149 páginas, el catálogo reúne textos del escritor Carlos Monsiváis, el cartonista Rafael Barajas “El Fisgón”, la investigadora Laura González Matute, y Pablo Méndez, hijo del artista homenajeado, además de una introducción de Saúl Juárez, director del INBA Contiene también un texto preliminar escrito al alimón por Graciela de la Torre, directora del Museo Nacional de Arte (Munal), y Américo Sánchez, director del Museo Mural Diego Rivera Ambos museos presentan actualmente, y a casi un mes de concluir, sendas exposiciones que forman parte del homenaje El Munal la muestra “Leopoldo Méndez y su tiempo Colección Carlos Monsiváis”, y el Museo Mural, “Leopoldo Méndez: el privilegio del dibujo” El catálogo corresponde a las dos muestras que tuvieron como propósito exhibir diferentes facetas del “pintor, muralista, grabador, dibujante, ilustrador y editor, quien hizo de su oficio y convicciones estéticas e ideológicas, una misma pasión y una forma de vida”, escriben en su texto De la Torre y Sánchez Titulado “Leopoldo Méndez: la radicalización de la mirada”, el ensayo de Monsiváis habla del desarrollo artístico y la vida del artista, nacido en la Ciudad de México el 30 de junio de 1902, y atribuye la falta de reconocimiento a su obra a que se ha juzgado más su posición política de izquierda que su trabajo “Prevalece la desinformación sobre los referentes políticos de los artistas adscritos al realismo Se subraya su estalinismo y se olvida su trabajo sobre las represiones antiobreras y anticampesinas de los gobiernos de Plutarco Elías Calles, Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez, y su oposición cerrada al fascismo, el nazismo y al dictador Franco” La exposición del Museo Mural muestra dos de las facetas del artista: la de dibujante y la de muralista, esta última poco conocida González Matute hace en su texto, “Dibujos y murales del grabador Leopoldo Méndez”, un análisis de las vertientes del artista y, en un apartado, un recuento de los murales que realizó, la mayoría de ellos ya desaparecidos Alude al grabado mural que le encargó la Dirección de Obras del Museo Nacional de Antropología, y que actualmente se encuentra guardado en el Museo Regional del INAH en Pachuca La investigadora cita un comentario del historiador de arte Antonio Luna Arroyo sobre la obra: “Su mural del Museo es, sin duda, de los mejores, aunque no lo haya realizado al fresco Se trata de un gigantesco huecograbado en madera de proporciones inmensas, dada la materia en la que lo ha trabajado Su tema central es la vida de un pueblo que gira en torno del maguey --tal vez del estado de Hidalgo-- Su dibujo es tan perfecto y su expresión realista tan cruda, que hacen de esta obra de gran sinceridad una de las más emotivas, tal vez la mayor, de cuantas aparecen en el Museo” Y propone la especialista: “Sería enriquecedor que esta obra se reinstalara en el Museo Nacional de Antropología, ya que la Sala de la Cultura de los Otopames, en la sección de Etnografía, se complementa actualmente con diversas reproducciones de grabados provenientes del TGP (Taller de la Gráfica Popular), entre ellos uno de Méndez, alusivos a la vida económica y social de las distintas etnias del país El mural de Méndez resulta en este contexto fundamental para la Sala Otomí” El libro-catálogo reproduce obras de Méndez, así como de otros artistas, como Alberto Beltrán, Alfredo Zalce, David Alfaro Siqueiros, Luis Arenal, José Chávez Morado y Máximo Pacheco, entre otros, pertenecientes también a la colección de Monsiváis El volumen coeditado con Editorial RM se presentó la noche del miércoles 19 de febrero en el Munal, con los comentarios de Monsiváis, “El Fisgón”, Américo Sánchez, Pablo Méndez, González Matute, Alejandro García Aguinaco y Graciela de la Torre