BUZÓN DE APÓCRIFOS: ¡Madres!

miércoles, 21 de mayo de 2003 · 01:00
México, D F (apro)- Con la esperanza de que la publiquen en ese buzón, les escribe la presente una perpleja y angustiada joven virgen y posible madre futura Lectores y lectoras: esta carta la motivó una reunión de amigos que tuvo lugar el día posterior a la celebración del de las madres, en la que, como era natural, se suscitó una sabrosa plática sobre el tema Alguien, en determinado momento, como halago general a las mujeres y a las mamás en particular, citando no recuerdo a quien, dijo: “La mano que mece la cuna es la misma que rige al mundo” ¡Madres! Con ese comentario ardió Troya, ya que al instante desató argumentos en pro y en contra, tanto religiosos como científicos A uno se le ocurrió decir, que según los estudiosos de la materia, antropólogos, etnólogos y arqueólogos, no había duda que la mujer y no el hombre, había contribuido más y mejor a la civilización con sus acciones y actividades; que por ejemplo la cocina, tarea eminentemente femenina en sus orígenes, fue raíz del taller, la fábrica y hasta del laboratorio, ya que les heredó sus métodos de observación y experimentación para conseguir fines, como el cambio de sabor y conservación de alimentos y a los que, incluso, dio instrumentos básicos para su posterior desarrollo como el fogón, hornos, morteros y manos de almirez; que la mujer, las madres, al pasar a sus hijas sus observaciones y experiencias de la recolección, su principal trabajo durante milenios, de bayas, semillas y raíces comestibles, hicieron posible el cultivo de las mismas, la agricultura, dando lugar a la vida sedentaria, a la creación de aldeas y ciudades A estas razones, no faltó un socarrón que, basándose en la Biblia, comentara que así era y nos iba con la civilización, que se notaba que fue fundada por un ser curioso e irresponsable, por Eva, que por añadidura era pecadora, es decir, culpable A este comentario, le salió al paso un ferviente partidario de las mujeres y la maternidad, recordándonos que los estudios neurológicos, que han llevado al descubrimiento de las funciones diferenciadas de los hemisferios cerebrales, informan que el izquierdo, predominantemente usado por los hombres, estimula desde sus orígenes la caza, el desapasionamiento, la agresividad, la violencia y, por extensión, la guerra y la muerte; y que el derecho, más identificado con las actividades femeninas, por el contrario, propicia la recolección, la fertilidad, la protección, el amor, avivado con la crianza de los hijos, de la vida en general, y que no hay más que conocer si en una cultura predomina el patriarcado o el matriarcado, para explicarse sus acciones, sus maneras de ser y decidir A estos argumentos, un burlón advirtió: “Recuerden la sociedad de las amazonas”, “Eso es leyenda”, contestó otro indignado, a lo que el burlón, más serio, replicó: “Los escuadrones de amazonas negras del rey de Dahomey no fueron leyenda; y recuerden que las madres espartanas, al ir sus hijos a la guerra, les decían: “Vuelve con el escudo sobre él, es decir, victoriosos o muertos” De aquí en adelante, la reunión de amigos se convirtió, más que en otra cosa, en un verdadero guirigay, Si unos, con argumentos históricos, religiosos o científicos, abogaban en favor de la maternidad y las mujeres, en general; otros los refutaban diciendo: “¿De qué madres hablas? La misma Biblia informa que las ha habido injustas y discriminadoras ¡y por amor! Por ejemplo Rebeca, que no se tentó el corazón y ayudó a su preferido, Jacob, a despojar con perfidia de su primogenitura, que legítimamente le pertenecía, a Esaú, su hijo mayor” O bien salían con: “¿Que las mujeres son mejores que los hombres? ¡A otro perro con ese hueso! Isabel la Católica, impuso la siniestra Inquisición en sus dominios, y sin compasión expulsó a los judíos de España Isabel I, de Inglaterra, por codicia, fomentó y solapó en sus súbditos la sanguinaria y delictuosa piratería”, o decían irónicos: “¿A caso la llamada Dama de Hierro, Margaret Thatcher, no contribuyó, y no en poco, a fomentar, asegurar y expandir por el mundo la denominada globalización, que está resultando ser una real y amenazadora porquería?” Como comprenderán, mis estimados lectores, así las cosas, las mismas no propiciaron ningún acuerdo conciliador, con lo que la excelsitud de la maternidad e incluso el valor de las mujeres en general, quedó en duda para muchos de los presentes, entre ellos esta servidora de ustedes, con lo que su alegría, ¡que digo!, hasta su tranquilidad para afrontar su futura posible maternidad despareció Por tal motivo, si alguno de ustedes, afectuosa lectora o amable lector, tiene los argumentos precisos para disipar mi incertidumbre y devolverme el regocijo y orgullo de mi posible futura maternidad, lo agradeceré en el alma Sin más, con verdadero cariño femenino ZOILA PEREGRINA SEGURA

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